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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

AMALEC CONTRA EL REINADO

Lectura Bíblica: Ex. 17:12, 16; 1 S. 15:2-3, 7-9, 10-29

La Biblia contiene un principio fundamental: las cosas espirituales reveladas en el Nuevo Testamento están descritas por los cuadros, o tipologías del Antiguo Testamento. Pasa lo mismo en el caso de la carne, tipificada por Amalec. En sus escritos, Pablo habla profundamente de la carne. En toda la Biblia, no podemos encontrar palabras más fuertes acerca de la carne que las que usa Pablo en Romanos 8. En el versículo 7, Pablo dice que “la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios” y que “no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede”. En el versículo siguiente, él continua y declara que “los que están en la carne no pueden agradar a Dios”. En Gálatas 5, Pablo también habla con seriedad acerca de la carne y la recalca mucho. No obstante, si tuviéramos solamente Romanos 8 y Gálatas 5, todavía nos resultará difícil comprender correctamente lo que es la carne, porque en la Biblia la palabra “carne” se usa de varias maneras diferentes con muchos significados distintos. Por tanto, es difícil conocer la carne y vencerla.

I. ISMAEL, EL RESULTADO DE LA CARNE,
CONTRA ISAAC, EL RESULTADO DE LA GRACIA

Le damos gracias al Señor por los cuadros de la carne provistos en el Antiguo Testamento. Uno de estos cuadros es el de Ismael en el libro de Génesis. Después de que el hombre cayó continuamente hasta llegar a Babel donde alcanzó el punto más bajo, Dios vino y llamó a Abraham y le prometió hacer ciertas cosas por él. En Su contacto con Abraham, Dios no requirió que Abraham hiciera otra cosa que dejar el país de su padre. Los estudiantes bíblicos se dan cuenta de que el contacto que estableció Dios con Abraham se relacionaba con la promesa que El le había hecho. En Génesis 12, tenemos la promesa, y en Génesis 15, la promesa ratificada para convertirse en pacto. En Génesis 17, la circuncisión llegó a ser la señal, o el sello, del pacto ratificado en Génesis 15. La promesa de Dios a Abraham se repitió a su hijo Isaac y a su nieto Jacob. Dios había prometido que él haría algo por Abraham, algo que bendeciría a todas las naciones de la tierra. ¡Qué promesa más grande fue esta! Dios le prometió a Abraham la gracia. Esto significa que Dios no deseaba que Abraham hiciera algo para cumplir esta promesa. Por el contrario, Dios quería hacerlo todo para él. Así como Abraham, todo lo que somos y tenemos proviene de la carne. Además, todo lo que podemos hacer es conforme a la carne. Si hacemos algo para cumplir la promesa de Dios, eso significa que de alguna manera ejercitamos nuestra carne. Esta fue la razón por la cual Dios no pidió que Abraham hiciera nada para cumplir la promesa. Dios lo quería hacer todo. Esto es la gracia.

No obstante, Abraham actuó según la propuesta de Sara de producir una cimiente para Agar. Al hacer eso, Abraham ejercitó su carne, y el resultado, fue Ismael. Dios deseaba que Abraham fuese aniquilado. Pero a la edad de ochenta y seis años, Abraham tomó a Agar y por ella produjo a Ismael. Durante los siguientes trece años, Dios no se le apareció. Luego cuando Abraham tenía noventa y nueve años, Dios vino y lo reprendió y reafirmó la promesa que El le había hecho. En aquel momento, Abraham sabía que se había equivocado.

Ismael es el resultado del ejercicio de la carne. Este está en contra de Isaac, quien es el resultado de la gracia. La gracia es Dios que llega a ser nuestro todo. En particular, la gracia es Dios como nuestra fuerza y disfrute. Dios había prometido a Abraham que El le daría un hijo. Pero Dios no quería que Abraham produjera la simiente. Por consiguiente, Dios esperó que Abraham se considerara como persona muerta, sin ninguna capacidad de engendrar un hijo. Luego, cuando a los ojos de Abraham y de Sara, ellos ya no podían tener hijos, Dios vino y les permitió tener un hijo. Según el relato de Génesis, el nacimiento de Isaac fue la venida del Señor. Cuando Isaac nació, Dios vino. Por supuesto, esto no significa que Isaac era el hijo de Dios. Significa que Isaac no nació por medio de la carne del hombre, sino según la gracia de Dios, según la visitación de Dios. Por consiguiente, Isaac es el resultado de la gracia. Ismael, el resultado de la carne del hombre, el cual está en contra de Isaac.

Isaac fue una persona producida por la gracia de Dios para cumplir el propósito eterno de Dios. Este es un asunto de gran significado. Por tanto, oponerse a Isaac es algo muy grave. El hecho de que Ismael, el resultado de la carne, se opusiera a Isaac, el resultado de la gracia de Dios, constituye una rebelión, una gran rebelión contra el propósito eterno de Dios.

Es muy difícil definir correctamente lo que es la carne. En este mensaje, quisiera presentar una definición particular de la carne: la carne denota algo que no funciona por gracia. La gracia es el Dios Triuno que llega a ser nuestro todo y que hace todo para nosotros. El Nuevo Testamento revela que la gracia no se refiere a las bendiciones materiales. Según el Nuevo Testamento, la gracia es Dios mismo no solamente como nuestro disfrute, sino también como nuestro todo. Todo lo que hacemos viene de la carne, pero todo lo que Dios hace para nosotros es gracia. Si hablo de mí mismo sin depender de Dios, mi hablar viene de la carne, aun cuando el tema es la Biblia o una doctrina espiritual. Esto indica que aun al hablar de cosas espirituales o bíblicas, podemos estar en la carne. Todo lo que hagamos, bueno o malo, fuera de la gracia, es carne. Por ejemplo, si un hermano ama a su esposa por el yo y no por la gracia, su amor proviene de la carne.

En un sentido, Dios aborrece más a la carne que aparenta ser buena que a la carne maligna. En 1 de Samuel, vemos que Dios aborreció los buenos aspectos de Amalec. Por consiguiente, todo lo que hacemos sin depender de Dios y sin confiar en El proviene de la carne, por muy bueno que sea. Todo lo que no se hace en Dios proviene de la carne. Si yo le visito a usted sin contar con Dios, esto proviene de la carne. Si yo oro por los demás sin depender de Dios, esta oración proviene de la carne. No piense que la carne se refiere solamente a asuntos malignos o a apetitos carnales. Es obvio que estas cosas provienen de la carne. La carne incluye también cosas buenas. Observe las palabras “lo mejor” en 1 de Samuel 15. Saúl perdonó el mejor ganado y el mejor botín. En relación con la carne vemos cosas que son lo “mejor”. Por consiguiente, decimos una vez más que todo lo que hacemos sin el Espíritu, sin depender de Dios, y sin confiar en El, por buena que sea proviene de la carne. Todo lo que tiene su origen en nosotros mismos es un Ismael.

Isaac tipifica a Cristo. Por tanto, el resultado de la carne, tipificado por Ismael, va en contra de Cristo. La intención de Dios consiste en forjar a Cristo dentro de nosotros. Pero la carne obra de una manera opuesta a Cristo. El resultado de la carne, va en contra de Isaac. Cuando ejercitamos nuestra carne, producimos un Ismael, y este Ismael va siempre en contra de Cristo. Ismael nos corta de la gracia y nos aleja de Cristo. Por esta razón, en Juan 15, el Señor dijo que fuera de El, no podemos hacer nada. No obstante, hemos hecho muchas cosas fuera de Cristo. Pero todo lo bueno que hemos hecho fuera de Cristo es un Ismael que se opone a Cristo.

Ismael nos impide cumplir el propósito eterno de Dios. No podemos cumplir el propósito de Dios mientras ejercitamos nuestra carne y no confiamos en Dios, dependiendo de El y viviendo en unidad con El.

Estamos acostumbrados a hacer muchas cosas fuera de Cristo. Todos condenamos las cosas pecaminosas. Pero pocos condenan las cosas buenas, aun las que parecen espirituales, pero que son hechas fuera de Cristo. ¿Se ha condenado alguna vez por haber orado en la carne? El resultado de la oración en la carne producirá también algún tipo de Ismael. Este Ismael se opone a Cristo y nos impide el disfrute de la gracia de Dios para cumplir el propósito eterno de Dios.

La carne del hombre se opone a la gracia de Dios. Eso significa que todo lo que hace el hombre fuera de Dios mismo constituye una frustración para el propósito de Dios. Este es un asunto grave. Debemos reconocer que todavía hacemos muchas cosas por medio de nuestra carne. Sin embargo, algunos negarán que ejercitan la carne. No obstante, tampoco dependen del Señor. Mientras no acudamos al Señor, estamos en la carne. El simple hecho de no confiar en el Señor hace que espontáneamente vivamos en la carne.

Debemos aprender a no hacer nada por nuestra carne. A veces cuando mi carne ha sido fuerte, ni me atreví a hablarle a un hermano. Me di cuenta de que todo lo que dijera provenía de la carne. Por tanto, lo mejor que pude hacer fue no hacer nada. En aquellas ocasiones, sólo pude decir: “Señor, perdóname. No puedo hacer nada. Para no producir un Ismael, no tengo la valentía de hacer nada”.


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