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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 49 de 70 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CUARENTA Y NUEVE

LA MUERTE Y LA RESURRECCION
QUE EL SALVADOR-ESCLAVO EXPERIMENTO
PARA CUMPLIR LA OBRA REDENTORA DE DIOS

(4)

Lectura bíblica: Mr. 15:16-41

En este mensaje vamos a examinar lo que logró la muerte redentora de Cristo. Pero antes de abordar este tema, me gustaría añadir algo respecto a la Trinidad.

EL DIOS QUE ES SIMULTANEAMENTE TRES Y UNO

En Mateo capítulo tres vemos a los tres de la Trinidad como entidades distintas: el Padre está en los cielos, el Hijo está en la tierra y el Espíritu desciende como paloma desde el aire. Pero en el capítulo uno se indica claramente que los tres son uno.

Según Mateo 1, Cristo fue concebido por obra del Espíritu Santo, lo cual coincide con Juan 1:14, un versículo que dice que el Verbo se hizo carne. Según el Evangelio de Juan, el Verbo es el Hijo de Dios. La concepción del Señor Jesús por medio del Espíritu en el vientre de María, equivalía a la encarnación del Hijo de Dios, al Verbo que se hacía carne. Por esto, 1 Timoteo 3:16 habla de la grandeza del misterio de la piedad, el cual consiste en que Dios fue manifestado en la carne.

Mateo 1:18 y 20, Juan 1:14 y 1 Timoteo 3:16 se refieren a lo mismo. La concepción del Señor Jesús mediante el Espíritu Santo equivale a la encarnación del Hijo de Dios, y la encarnación del Hijo de Dios equivale a la manifestación de Dios en la carne. Al juntar estos versículos vemos que el Espíritu Santo participa en la concepción de Jesús, el Hijo se encarna y Dios se manifiesta. Esto indica que el Espíritu, el Hijo de Dios y el propio Dios son uno.

Por un lado, los tres de la Trinidad son tres; por otro lado, los tres son uno. Por esto decimos que Dios es triuno, un Dios que es tres y uno a la vez. Nuestro Dios es el Dios Triuno, el Dios que es tres y uno simultáneamente.

Cristo fue concebido por obra del Espíritu Santo, y por ende, es un Dios-hombre. En El se ve la mezcla de lo divino con lo humano. Por consiguiente, cuando fue bautizado, lo hizo en calidad de Dios-hombre. En el mismo principio, al morir en la cruz, murió como un Dios-hombre.

LA SANGRE DE JESUS, EL HIJO DE DIOS

En 1 Juan 1:7 dice que la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. El nombre Jesús denota la humanidad del Señor, sin la cual la sangre redentora no podría ser derramada, mientras que el título Su Hijo denota Su divinidad, la cual hace que la sangre redentora tenga una eficacia eterna. Así que, la sangre de Jesús Su Hijo alude a la sangre adecuada de un hombre auténtico, que fue derramada para redimir la creación caída, y la cual contiene la seguridad divina como su eficacia eterna, una eficacia que prevalece sobre todo y en todo lugar, y que es perpetua con relación al tiempo.

El hombre necesita sangre humana para ser limpio de su pecado, y la sangre de Jesús es la sangre de un hombre auténtico. Además, Jesús, quien derramó Su sangre para redimirnos, también es el Hijo de Dios. El posee tanto humanidad como divinidad. Su humanidad le hizo apto para morir por nosotros. Ya que El era hombre, tenía sangre para derramar a fin de limpiarnos de nuestros pecados. El también es el Hijo de Dios, y Su divinidad garantiza la eficacia eterna de Su sangre redentora. Así que, la humanidad del Señor le facultó para ser nuestro Redentor y Sustituto, mientras que Su divinidad le provee el poder eterno a Su aptitud. Si Cristo no fuera un hombre, no sería competente para ser nuestro Sustituto. ¡Alabado sea el Señor que Su humanidad lo facultó como nuestro Sustituto y Su sangre humana auténtica reunió los requisitos para limpiarnos de nuestros pecados! Esto requería algo que garantizara su eficacia, y esta garantía es la divinidad del Señor. Su divinidad asegura la eficacia eterna de Su sangre.

En 1 Juan dice que el que murió en la cruz y derramó Su sangre era el hombre Jesús, y que éste es el Hijo de Dios, el Ser divino. El murió en la cruz como un Dios-hombre, uno que poseía tanto la naturaleza humana como la divina. El Dios-hombre fue crucificado como nuestro Redentor.

Lo que el Señor nos ha mostrado en Su Palabra santa en cuanto a estos asuntos es diferente de lo que se enseña tradicionalmente. Por esta razón, hasta cierto punto nuestra enseñanza no concuerda con la enseñanza tradicional. En cuanto a esto, necesitan ejercer discernimiento para ver cuales enseñanzas están basadas en la Palabra pura de Dios y cuales se basan en la doctrina tradicional que se ha transmitido de generación a generación.


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