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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 70 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CUATRO

EL COMIENZO DEL EVANGELIO Y
LA INICIACION DEL SALVADOR-ESCLAVO

(2)

Lectura bíblica: Mr. 1:1-13

En este mensaje continuaremos examinando el comienzo del evangelio y la iniciación del Salvador-Esclavo.

TERMINACION Y GERMINACION

Marcos 1:1-2 dice: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta: ‘He aquí Yo envío Mi mensajero delante de Tu faz, el cual preparará Tu camino’”. El comienzo del evangelio del Salvador-Esclavo concuerda con lo que está escrito en Isaías respecto al ministerio de Juan el Bautista, lo que indica que la predicación de Juan acerca del bautismo de arrepentimiento también formaba parte del evangelio de Jesucristo. Esta predicación puso fin a la dispensación de la ley y la reemplazó con la dispensación de la gracia. Así que, la dispensación de la gracia comenzó con el ministerio de Juan, antes que comenzara el ministerio del Salvador-Esclavo.

El comienzo del evangelio puso fin a la ley e hizo germinar la gracia, es decir, el comienzo del evangelio le puso fin a la dispensación de la ley y le dio inicio a la dispensación de la gracia. No sólo la comenzó, sino que también hizo germinar la dispensación de la gracia. Iniciar algo es una acción externa, pero la germinación es hacer que tenga un comienzo interno en vida.

El comienzo del evangelio puso fin a toda la antigua dispensación, la dispensación de la ley. Pero para que dicho fin constituyera un comienzo, debía ser seguido por una germinación. Esta germinación implica una inyección divina, y esta inyección fue la iniciación del Salvador-Esclavo.

EL MINISTERIO QUE JUAN EL BAUTISTA
REALIZO EN EL DESIERTO

En Marcos 1:3 se habla de la “voz de uno que clama en el desierto”. El ministerio evangélico del Salvador-Esclavo comenzó con sólo una voz, y no con un gran movimiento. Además, el Salvador-Esclavo no empezó a predicar el evangelio en un centro de la civilización, sino en el desierto, lejos de la influencia de la cultura humana.

Juan el Bautista comenzó su ministerio en el desierto en conformidad con las profecías, lo cual indica que la presentación de la economía neotestamentaria de Dios no fue casual, sino que había sido planeada y predicha por Dios mediante el profeta Isaías. Esto implica que Dios deseaba que Su economía neotestamentaria comenzara de una manera totalmente nueva. Juan el Bautista no predicaba en el templo santo, dentro de la ciudad santa, donde el pueblo religioso y culto adoraba a Dios según las ordenanzas bíblicas, sino en el desierto, sin guardar ningún precepto viejo. Esto indica que la vieja manera de adorar a Dios según el Antiguo Testamento había sido rechazada, y que una nueva manera estaba a punto de iniciarse. El desierto es un lugar donde no hay cultura, religión, ni cosas que pertenecen a la sociedad humana ni a la civilización. La palabra desierto en el versículo 3 indica que el nuevo camino de la economía neotestamentaria de Dios es contrario a la religión y a la cultura.

El versículo 4 dice: “Apareció Juan en el desierto bautizando y predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”. Juan era sacerdote por nacimiento (Lc. 1:8-13, 57-63); por tanto, debía llevar una vida sacerdotal en el templo, desempeñando el servicio sacerdotal. No obstante, salió al desierto y predicaba el evangelio, lo cual indicaba que la era del sacerdocio, en la cual se ofrecían sacrificios a Dios, había sido reemplazada por la era del evangelio, en la cual los pecadores son traídos a Dios a fin de que El los obtenga a los pecadores y los pecadores le obtengan a El. El versículo 6 dice: “Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre”. La manera en que vivía Juan indica que su vida y su obra se llevaron a cabo completamente en la nueva dispensación, y que no correspondían a la religión, la cultura ni a la tradición. Según las ordenanzas de la ley, Juan debía llevar la vestidura sacerdotal, hecha principalmente de lino fino (Ex. 28:4, 40-41; Lv. 6:10; Ez. 44:17-18), y debía alimentarse de la comida sacerdotal, la cual era principalmente flor de harina y la carne de los sacrificios ofrecidos a Dios por Su pueblo (Lv. 2:1-3; 6:16-18, 25-26; 7:31-34). Sin embargo, él hizo todo lo contrario. Vestía ropas de pelo de camello y tenía un cinto de cuero, y comía langostas y miel silvestre. Esto no era ni civilizado ni culto, ni correspondía a las ordenanzas religiosas. Era un duro golpe a la mentalidad religiosa el que una persona destinada al sacerdocio vistiera pelo de camello, pues el camello era considerado inmundo según las ordenanzas levíticas (Lv. 11:4). Además, Juan no vivió en un lugar civilizado, sino en el desierto (Lc. 3:2). Todo esto indica que había abandonado completamente la dispensación del Antiguo Testamento, la cual se había degradado hasta convertirse en una mezcla de religión y cultura humana. La comisión de Juan era introducir la economía neotestamentaria de Dios, la cual está constituida únicamente de Cristo y del Espíritu de vida.


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