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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE SETENTA Y NUEVE

LA SANGRE DEL PACTO
(2)

Lectura bíblica: Ex. 24:3-7; He. 9:18-20, 22, 12-15; 8:8-12; Lv. 16:11-16; Ez. 36:26-27; Mt. 26:27-28; He. 13:20-21; 10:19-20; 1 P. 1:18-19; Ap. 22:14; 7:14-17

En este mensaje abarcaremos algunos puntos cruciales relacionados con la sangre del pacto.

I. LA SANGRE INDICA QUE UNA PARTE ES PECAMINOSA
Y QUE LA OTRA ESTA DISPUESTA A PERDONAR

Exodo 24:6 dice que Moisés “roció la mitad de la sangre sobre el altar”. Según Hebreos 9:19, Moisés “roció el mismo libro del pacto y también a todo el pueblo”. ¿Por qué Moisés debía rociar el libro? El libro de la ley estaba limpio, pero cuando fue llevado al pueblo, se contaminó. No nos damos cuenta realmente de lo contaminados e impuros que somos, y de lo contagioso que es el maligno dentro de nosotros. Todo lo que tocamos se hace inmediatamente impuro. Esta fue la razón por la cual el libro de la ley necesitaba ser rociado con la sangre.

La gente fue muy insensata al comprometerse a hacer todo lo que el Señor les exigía. No obstante, Moisés no era insensato. El no prestó atención a la promesa de los hijos de Israel. Por el contrario, él roció la sangre sobre todos ellos. El se dio cuenta de que necesitaban ser lavados con la sangre, y por lo tanto, los roció. La sangre rociada indica que una de las partes involucradas en el pacto era pecaminosa y necesitaba perdón. Indica también que Dios estaba dispuesto a perdonar. Hebreos 8:12 revela la disposición de Dios para perdonar a Su pueblo: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados”.

II. SIN DERRAMAMIENTO DE SANGRE NO HAY PERDON

Hebreos 9:22 dice: “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay perdón”. La sangre fue derramada en Exodo 24 por la necesidad de perdonar los pecados del pueblo. El hecho mismo de que la sangre se mencione, indica que los hijos de Israel necesitaban perdón y que Dios estaba dispuesto a perdonarlos. Si Dios no estuviese dispuesto a perdonar al pueblo, El podría haber desechado los sacrificios y matado a toda la gente. Pero la sangre fue derramada como requisito necesario para el perdón de los pecados.

III. LA SANGRE PERDONA EL PECADO
Y LLEVA A LOS PECADORES A ALGO MEJOR

La sangre que perdona los pecados llevó a los pecadores, los hijos de Israel, a una mejor condición. Sabemos esto por el hecho de que después de que el pueblo de Dios fracasó en guardar la ley, El vino e hizo otro pacto con ellos.

A. Un corazón nuevo

En el nuevo pacto que Dios hizo con Su pueblo, El les prometió un corazón nuevo. Ezequiel 36:26 dice: “Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. El hecho de que Dios iba a dar al pueblo un corazón nuevo significa que El cambiaría su naturaleza. Al pie del monte Sinaí, los hijos de Israel le hablaron a Moisés con insensatez cuando se comprometieron a hacer todo lo que el Señor pedía. Dios no quiere que Su pueblo hable de esta manera. Su intención consiste en cambiar el corazón de ellos.

B. Un espíritu nuevo

En Ezequiel 36:26. Dios también promete dar a Su pueblo un espíritu nuevo. Esto significa regenerarlos y reconstituirlos.

C. El Espíritu de Dios

En Ezequiel 36:27, el Señor declara: “Y pondré mi espíritu dentro de ellos”. El hecho de que Dios ponga Su espíritu dentro de Su pueblo significa que El se depositaría dentro de ellos.

Muchos cristianos no entienden la diferencia que existe entre un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios. Hace muchos años, visité una ciudad particular y di un mensaje acerca de Ezequiel 36:26-27. Recalqué este asunto de un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios. Cierta hermana se molestó por el hecho de que hice una distinción entre el corazón y el espíritu. Ella no podía entender la diferencia. Según ella, el corazón y el espíritu eran una misma cosa. Intenté explicar que tenemos un corazón con el cual amamos al Señor y un espíritu con el cual tenemos contacto con El y le recibimos. Con la Biblia en mi mano, le dije que aunque ella amaba la Biblia con su corazón, tendría que usar su mano para recibirla. Finalmente entendió que podemos amar a Dios con nuestros corazones, pero necesitamos otro órgano, el espíritu, para tener contacto con El y recibirle. Un corazón nuevo, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios pueden ser nuestros porque la sangre fue derramada por el perdón de los pecados.


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