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Estudio-vida de 1 y 2 Pedropor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2858-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 47 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 1 PEDRO

MENSAJE CATORCE

LA PLENA SALVACIÓN DEL DIOS TRIUNO
Y SUS RESULTADOS

(9)

Lectura bíblica: 1 P. 1:22-25

LA PURIFICACIÓN DE NUESTRAS ALMAS

En este mensaje examinaremos los versículos del 22 al 25 del capítulo uno. El versículo 22 dice: “Puesto que habéis purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”. Según la manera en que Pedro acostumbraba escribir, él abordó varios asuntos en este versículo. En primer lugar, dijo: “Puesto que habéis purificado vuestras almas”. Esta expresión no se encuentra en ningún otro pasaje del Nuevo Testamento. Quizás encontremos algún pasaje acerca de purificar nuestro corazón, mas no nuestra alma.

La purificación de nuestras almas es la santificación que el Espíritu realiza en nuestro modo de ser para que nosotros vivamos una vida santa en la naturaleza santa de Dios (vs. 15-16); ésta es más profunda que la purificación de nuestros pecados (He. 1:3) y el lavamiento del pecado (1 Jn. 1:7). Este último constituye la purificación de nuestras acciones externas, mientras que lo primero constituye la purificación de nuestro ser interior, de nuestra alma. Esta purificación es semejante al lavamiento del agua en la palabra mencionado en Efesios 5:26.

En el versículo 22 Pedro usa el tiempo presente perfecto al decir que hemos purificado nuestras almas. Pero, ¿cuándo sucedió esto? En los versículos del 1 al 21 no se nos dice nada de ello. De repente, en el versículo 22, Pedro dice: “Puesto que habéis purificado vuestras almas”. Pero en los veintiún versículos anteriores él no nos dice nada acerca de esta purificación.

Nuestra alma se compone de la mente, la parte emotiva y la voluntad, las cuales también forman parte de nuestro corazón. Nuestra alma es purificada cuando nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad —las cuales forman parte de nuestro corazón— son purificadas de toda clase de corrupción o contaminación (Hch. 15:9; Jac. 4:8). En realidad esto significa que nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad son libradas de todo lo que no es Dios para que sólo estén fijas en Dios como el único objetivo y la única meta. Esta clase de purificación es realizada por nuestra obediencia a la verdad, la cual es el contenido y la realidad de nuestra fe. Cuando obedecemos a la verdad, que es el contenido y realidad de nuestra fe en Cristo, toda nuestra alma se centra en Dios y, de este modo, es purificada de todo lo que no es Dios. Así nuestras almas son salvas de toda inmundicia al recibir la palabra implantada (Jac. 1:21), la cual es la verdad que santifica (Jn. 17:17).

Según lo que dice Pedro en el versículo 22, nosotros purificamos nuestras almas por la obediencia a la verdad. Aquí se mencionan tres asuntos, a saber: la purificación del alma, la obediencia y la verdad. No debemos dar por sentado ninguna de estas expresiones, sino más bien preguntarnos qué significa la palabra “verdad” en este versículo así como qué significa obedecer a la verdad. Pedro además dice que esta purificación de nuestras almas, la cual se realiza por la obediencia a la verdad, tiene como objetivo un amor fraternal no fingido. Pedro aquí no nos está hablando meramente del amor, ni únicamente del amor fraternal, sino del amor fraternal no fingido. Por lo tanto, en un solo versículo Pedro habla de la purificación de nuestras almas, de la obediencia a la verdad y del amor fraternal no fingido. Después de esto nos insta a amarnos unos a otros entrañablemente de corazón puro. El hecho de abarcar muchos asuntos en un solo versículo es característico de los escritos de Pedro.

Según el entendimiento correcto del idioma, el sujeto de “habéis purificado vuestras almas” es “vosotros”. Esto significa que Pedro les dice a los creyentes que ellos han purificado sus almas. Por consiguiente, la primera parte del versículo 22 se podría traducir de esta manera: “Vosotros, habiendo purificado vuestras almas”.

Nosotros purificamos nuestras almas por medio de nuestra obediencia a la verdad. Esto tal vez no sea tan profundo como lo es la presciencia de Dios, pero ciertamente es un asunto muy práctico. Comparado con los asuntos cruciales que tienen que ver con el aspecto divino, este tema puede parecer muy insignificante; con todo, es sumamente importante en nuestra vida cristiana. Debemos preguntarnos si en nuestra vida cristiana hemos experimentado la purificación de nuestras almas por la obediencia a la verdad.


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