Información del libro

Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 27 de 68 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE VEINTISIETE

JERUSALEN ES HOLLADA
Y LOS DOS TESTIGOS DAN TESTIMONIO

El capítulo diez y la primera parte del capítulo once son una inserción entre la sexta trompeta y la séptima. En el capítulo diez tenemos una clara visión en la que Cristo regresa a tomar posesión de la tierra. En el capítulo once tenemos una visión que es crucial para entender la profecía de este libro. Al considerar esta visión, se debe tener presente tres cosas principales: el tiempo, el lugar y los participantes. El espacio de tiempo que esta visión abarca es de cuarenta y dos meses (v. 2). Cuarenta y dos meses equivalen a mil doscientos sesenta días (v. 3). Indudablemente, ésta es una referencia a los versículos del libro de Daniel donde se hace mención a los tres años y medio, la segunda mitad de las últimas setenta semanas (Dn. 12:7; 7:26; 9:27). En Apocalipsis tenemos el cumplimiento de lo que se menciona en Daniel. El lugar donde sucede esta visión es la ciudad de Jerusalén, la cual, de acuerdo con el libro de Daniel, será entregada a los gentiles, principalmente al anticristo. Cuando el anticristo rompa el pacto de siete años que hizo con Israel (Dn. 9:27), perseguirá a los judíos y los forzará a cesar la adoración a Dios (Ap. 13:7; Dn. 7:21; 8:11-12). El anticristo creerá que está apoderándose de Jerusalén, pero en realidad será Dios quien la entregue en sus manos. Esto significa que Dios permitirá que el anticristo haga todo lo que le plazca en la ciudad de Jerusalén.

Durante estos cuarenta y dos meses profetizarán en la ciudad de Jerusalén dos testigos vestidos de cilicio (vs. 3-4), quienes son los dos olivos y los dos candeleros. Como veremos, estos dos testigos no serán dos personas nuevas, sino dos personas que ya estuvieron presentes en los tiempos del Antiguo Testamento: Moisés y Elías. En Apocalipsis 11 estos dos testigos “están en pie delante del Señor de la tierra” (v. 4). Cuando llegamos a esta porción de la Palabra, debemos tener en mente estas tres cosas: el tiempo, el lugar y los testigos.

I. DURANTE LA GRAN TRIBULACION

El versículo dos dice que las naciones “hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”. Al final de esta era, el anticristo confirmará un pacto de una semana (siete años) con los judíos, y ésa será la última semana de las setenta que Dios determinó para la nación judía en Daniel 9:24-27. En medio de la última semana (o sea, después de la primera mitad de los siete años) el anticristo romperá el convenio y hará cesar el sacrificio y la ofrenda a Dios (Dn. 9:27). Entonces él blasfemará a Dios y perseguirá a Su pueblo por tres años y medio (13:5-7; Dn. 7:25; 12:7), los cuales serán los cuarenta y dos meses o los mil doscientos sesenta días mencionados aquí, y la segunda mitad de la última semana de Daniel 9:27, cuando el anticristo destruirá la ciudad santa de Jerusalén. Según Mateo 24:15, 21 estos tres años y medio será el tiempo de la gran tribulación.

II. JERUSALEN ES HOLLADA

En los versículos 1 y 2 leemos que Jerusalén es hollada: “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el atrio que está fuera del templo deséchalo, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”. Una caña se usa para medir (21:15; Ez. 40:3; 42:16-19), mientras que una vara implica castigo (Pr. 10:13; Is. 10:5; 11:4). Por consiguiente, la expresión “una caña semejante a una vara” denota la idea de medir con castigo. Medir equivale a santificar, preservar y poseer (Nm. 35:2, 5; Ez. 45:1-3; 42: 15-20; 48:8, 12, 15). El altar del versículo 1 se refiere al altar de oro, el altar del incienso, pues está en el templo, y no al altar de bronce, el altar de los sacrificios, ubicado en “el atrio que está fuera del templo” (v. 2). El atrio al que hace alusión el versículo 2 está en la tierra. Aquí la ciudad santa se refiere a la Jerusalén terrenal (Is. 52:1; Mt. 27:53).

Al apóstol Juan se le dijo que midiera el templo de Dios y el altar. Indudablemente éstos son el templo y el altar que están en los cielos. Esta medición indica que los cielos serán preservados. Durante estos tres años y medio, el cielo será preservado debido a que Satanás será lanzado del cielo a la tierra. Debido a que el hijo varón habrá sido arrebatado al cielo, ya no habrá lugar para Satanás allí. Dondequiera que los vencedores estén, no habrá lugar para Satanás. Los vencederos pelearán a medida que suben al cielo, y una vez allí, se desatará una guerra entre ellos y Satanás. Este será derrotado y lanzado a la tierra. Entonces Cristo y los vencedores pelearán a medida que descienden a la tierra hasta llegar a Armagedón y allí destruirán el ejército del anticristo. En los últimos tres años y medio no habrá rastros de Satanás en el cielo, el cual será enteramente preservado. En ese entonces, Satanás, el anticristo y el falso profeta, un trío maligno, estarán en la tierra haciendo todo lo posible por corromperla.

El templo de Dios que está en el cielo es medido, mientras que “el atrio que está fuera del templo” será desechado y no será medido (v. 2) “porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”. Aquí vemos que el templo terrenal, la Jerusalén de la tierra, será entregado para que sea destruido por el anticristo y las naciones.


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