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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 136 de 185 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO TREINTA Y SEIS

LA SANTIFICACION DE AARON Y DE SUS HIJOS
PARA SER LOS SACERDOTES
(4)

Lectura bíblica: Ex. 29:15-28; 40:14-15

Ya mencionamos que el recordar que tenemos una naturaleza pecaminosa y ofrecer a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado nos protegerá y preservará para servir a Dios como sacerdotes. La ofrenda por el pecado era un aspecto básico en la santificación de Aarón y de sus hijos para ser sacerdotes. Ahora vamos a estudiar otros aspectos.

SER UNO CON EL HOLOCAUSTO

La santificación de Aarón y de sus hijos para servir a Dios como sacerdotes requería de dos carneros, además del becerro de la ofrenda por el pecado. En cuanto al primer carnero, 29:15-18 dice: “Asimismo tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. Y matarás el carnero, y con su sangre rociarás sobre el altar alrededor. Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza. Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para Jehová, es ofrenda quemada a Jehová”. Según estos versículos, el primer carnero era matado y cortado en pedazos. Esto, sin duda, se refiere a Cristo, quien fue muerto y cortado en pedazos. Sin embargo, nosotros también estamos incluidos en esto, ya que nos identificamos con Cristo. Esta identificación con Cristo es demostrada mediante Aarón y sus hijos al poner sus manos sobre la cabeza del carnero (v. 15).

Apreciamos mucho este asunto de la identificación con Cristo. Pero ¿se ha dado cuenta de que en Cristo, con El y por medio de El , usted necesita ser muerto y cortado en pedazos? ¿Quién entre los creyentes está dispuesto a ser muerto y cortado en pedazos? Es dudoso que alguien desee tal cosa. Pero a fin de ser sacerdotes, necesitamos pasar por esto. Claro está, no nos matamos a nosotros mismos, sino Dios nos matará en Cristo. La Biblia dice que cualquiera que desee servir a Dios como un sacerdote será muerto y cortado en pedazos por El.

Cuando algunos oigan acerca de esto, tal vez protesten y digan: “No, no estamos de acuerdo con esto. ¿No son los becerro y los carneros tipos de Cristo? Cristo es el que fue muerto y cortado en pedazos. Esto no es algo que nos suceda a nosotros. En cuanto a esto Cristo es nuestro sustituto; El nos ha reemplazado en esto”. Si este es su concepto, usted está calificado sólo para ser salvo; pero no para ser un sacerdote. Si, Cristo fue crucificado como nuestro sustituto. El nos reemplazó en llevar nuestros pecados cuando murió en la cruz. Sin embargo, a fin de servir a Dios como sacerdotes, debemos identificarnos con la muerte y el Cristo que fue cortado en pedazos por Dios.

Después de que el carnero del holocausto fuese muerto y cortado, sus intestinos y piernas eran lavados, y luego se quemaba todo el carnero sobre el altar como olor grato para el Señor. Esto indica después de ser muertos y cortados, necesitamos ser lavados y quemados. Según 29:4-5, Aarón y sus hijos eran lavados con agua y vestidos con las vestiduras sacerdotales. Este era el lavado inicial. Luego de esto, los sacerdotes debían ser uno con el carnero que había sido matado, cortado en pedazos, lavado y quemado.

LA COMIDA DE DIOS

El versículo 18 dice que todo el carnero debía ser quemado sobre el altar como una ofrenda quemada al Señor, un olor grato para El. La palabra hebrea para holocausto en realidad significa sacrificio que sube. Cuando se quemaba esta ofrenda sobre el altar, llegaba a ser un olor grato que subía a Dios para Su disfrute. Esta es la razón por la cual en Números 28:2 y 3 se habla acerca del holocausto como la comida de Dios. La cual lo satisfacía.

En el holocausto, Cristo es el que es quemado para alimentar a Dios y satisfacerlo. Sin embargo, necesitamos poner nuestras manos sobre Cristo; esto es, necesitamos ser uno con El, identificarnos con El. Esto quiere decir que todo lo que somos y hacemos debe ser muerto y cortado en pedazos, lavado y quemado sobre el altar, la cruz, completamente para el disfrute y satisfacción de Dios. Sólo entonces llegará a ser la comida de Dios.

LA SANGRE Y LA FRAGANCIA

En Exodo 29 vemos dos asuntos importantes en cuanto al holocausto. El primero es la sangre que se rociaba alrededor del altar. Esta era para nuestra paz y satisfacción. El segundo era el olor grato que subía al cielo para la satisfacción de Dios. La sangre redentora se rociaba sobre el altar en la tierra y el olor grato subía al cielo para satisfacer a Dios. Cristo derramó Su sangre para nuestra paz, El mismo fue quemado para satisfacer a Dios como el holocausto para santificarnos como sacerdotes.

El primer carnero era para el holocausto, pero el segundo era para la ofrenda de paz. Esta es un poco más complicada. El holocausto es sencillo: se mataba, se cortaba en pedazos, se lavaba y se quemaba. Se obtenía un doble resultado: el rociar de la sangre sobre el altar y el olor grato que subía a Dios. La sangre es para que nosotros la miremos, y el olor grato es para que Dios lo disfrute. Seguramente la sangre satisface a Dios, pero ésta es para nuestra conciencia y paz.

¿Por qué ofrecemos a Cristo como el primer carnero, el del holocausto? Lo ofrecemos porque sabemos que hemos sido para Dios, sino para nosotros mismos. Además, en vez de ser la comida de Dios, lo hemos sido sólo para nosotros. Debido a que somos pecaminosos, necesitamos que Cristo nos redima. El fue inmolado por nosotros, cortado en pedazos, y Su sangre fue derramada por nuestra redención. Ahora cuando miramos la sangre, tenemos paz, al saber que hemos sido redimidos. También el olor grato sube a Dios para Su disfrute y satisfacción. Como resultado, nuestro problema está resuelto y el hambre de Dios satisfecha. Por ende, tenemos paz, y podemos disfrutar más de Cristo y experimentar más de El. Podemos experimentarlo como el segundo carnero, como la ofrenda de paz.


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