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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 54 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE
LA PRIMERA EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE CINCUENTA Y CUATRO

LO TOCANTE A LA CENA DEL SEÑOR

(1)

Lectura bíblica: 1 Co. 11:17-34

En el capítulo diez de 1 Corintios, Pablo habla de la cena del Señor. En el versículo 16 él pregunta: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” En el versículo 21 añade: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”. Pablo ya había empezado a hablar de la mesa del Señor, ¿por qué no pasó directamente al tema de la cena del Señor? ¿Por qué introduce lo referente a estar bajo autoridad, o sea, el cubrirse la cabeza, después de hablar de la mesa del Señor y antes de tocar el tema de la cena del Señor?” Esto no parece ni lógico ni razonable. No obstante, esta interrupción tiene una razón.

En los diez primeros capítulos de esta epístola, Pablo afronta los problemas que tienen que ver con la vida cristiana; él no aborda el tema de la administración de Dios. Pero en el capítulo once, empieza a hablar de materias relativas a dicha administración. En la administración divina, la autoridad de Dios ocupa la principal prioridad. Siempre que se honre la autoridad de Dios, todo lo referente a Su administración será apropiado. Pero cuando no se tenga en cuenta Su autoridad, todo resultará incorrecto. A esto se debe que Pablo introdujera el asunto de la autoridad establecida en el universo antes de tratar el tema de la cena del Señor.

LA MESA DEL SEÑOR Y LA CENA DEL SEÑOR

Con relación a hacer memoria del Señor, Pablo usa la expresión “la mesa del Señor” en 10:21, y “la cena del Señor” en 11:20. Existe una importante diferencia entre la mesa del Señor y Su cena. No debemos pasar por alto estas palabras; antes bien, debemos preguntarnos por qué Pablo habla de la mesa del Señor en el capítulo diez y de la cena del Señor en el capítulo once.

La mesa del Señor se refiere al disfrute que tenemos del Señor en comunión. Por lo tanto, ella habla de un deleite mutuo, de una comunión mutua. Cuando decimos que participamos de la mesa del Señor, queremos decir que disfrutamos al Señor en Su comunión, y esto nos deleita y satisface. No obstante, el objetivo de la cena del Señor es satisfacerlo a El, hacer memoria de El. Tanto en la mesa del Señor como en Su cena hay mutualidad. La mesa del Señor nos satisface a nosotros, mientras que Su cena lo deleita a El. En ocasiones, decimos: “Señor, venimos a Tu mesa y participamos de ella”. Esto indica que nosotros disfrutamos al Señor. En otras ocasiones, decimos: “Te damos gracias porque podemos celebrar Tu cena”. Esto indica que lo recordamos a El para Su deleite y satisfacción.

EL CUERPO FISICO Y EL CUERPO MISTICO

En 11:29 Pablo usa la expresión “el cuerpo”. En el Nuevo Testamento, el cuerpo denota al Cuerpo místico de Cristo, cuya realidad está en el Espíritu. No obstante, ya que en esta sección Pablo habla de la cena del Señor, el cuerpo en este versículo denota también el cuerpo de Jesús. En el versículo 24 Pablo cita las palabras del Señor Jesús: “Este es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí”. ¿Se refiere esto a Su cuerpo físico o a Su Cuerpo místico? Las palabras “por vosotros” indican que en este contexto el cuerpo alude al cuerpo físico del Señor. Su cuerpo físico nos es dado a nosotros, mientras que el Cuerpo místico de Cristo le es ofrecido a El. La iglesia como Cuerpo místico no es dada a nosotros, es para Cristo. Pero el cuerpo físico de Jesús, quien fue crucificado, es nuestro. Por lo tanto, hacemos memoria del Señor participando del pan que representa Su cuerpo físico.

En 1 Corintios 11:25 leemos: “Asimismo tomó también la copa, después de que hubieron cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto establecido en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí”. En este versículo, la sangre alude obviamente a la sangre física, no a la sangre mística. También participamos de la copa en memoria del Señor.

En 11:24, las palabras “el cuerpo” se refieren al cuerpo físico de Jesús. Sin embargo, en el versículo 29 Pablo usa la expresión “sin discernir el cuerpo” para referirse al Cuerpo místico de Cristo. Algunos tal vez argumenten que en este versículo, discernir el cuerpo de Jesús significa distinguirlo del alimento común. Efectivamente, en este versículo Pablo habla de comer y de beber; comer está relacionado con el cuerpo físico, y beber, con la sangre física. No obstante, al final del versículo 29 Pablo no dice nada acerca de no discernir la sangre ni el cuerpo. Más bien, él solamente habla de no discernir el cuerpo. Por consiguiente, Pablo no se refiere únicamente a que debemos distinguir el cuerpo físico y la sangre de Jesús de la comida y la bebida ordinarias; él habla de algo más.

El cuerpo físico de Jesús fue entregado en la cruz para que se efectuara la redención por nosotros. Pero este cuerpo no tiene nada que ver con la actual administración de Dios. El que está absolutamente ligado a la administración de Dios hoy es el Cuerpo místico de Cristo. Sin él Dios no puede llevar a cabo Su administración, pues no tendría el vehículo para hacerlo. Esto significa que la administración de Dios se lleva a cabo por medio del Cuerpo místico de Cristo. ¿Qué estamos haciendo en la tierra como Cuerpo místico de Cristo? Ciertamente no estamos obrando para efectuar la redención, pues ésta ya fue realizada una vez y para siempre por el Señor Jesús. El la llevó a cabo al entregar Su cuerpo físico en la cruz. Pero ahora Cristo tiene un Cuerpo místico, cuyo objetivo es llevar a cabo la administración de Dios.

Cuando venimos a la mesa del Señor, generalmente lo que nos preocupa no es ni la redención, ni la administración divina, sino el disfrute. Venimos a la mesa para disfrutar al Señor en comunión, y probablemente ni pensemos en la administración de Dios. Sin embargo, la cena del Señor está relacionada con el disfrute y la satisfacción del Señor. No sólo debe interesarnos el disfrute que tenemos en la mesa, sino también el deleite que el Señor obtiene en la cena. Es posible que deseemos disfrutar de la mesa, el banquete, y no sintamos mucha necesidad de recordar al Señor. Tal vez busquemos nuestra propia satisfacción y no la del Señor. Por lo tanto, necesitamos que el Señor nos ilumine con respecto a Su cena. Esto mejorará las reuniones de la mesa del Señor. Lo alabaremos porque en ella hacemos memoria de El, y ella le trae deleite y satisfacción. Nos daremos cuenta de que no sólo debe interesarnos nuestra propia satisfacción, sino aun más que Cristo satisfaga a Dios.

Si queremos que el Señor Jesús sea satisfecho en la cena del Señor, no sólo debemos hacer memoria de El, sino también darle importancia a la administración divina que El lleva a cabo. Lo que más satisface al Señor hoy es que se efectúe la administración de Dios. Si lo recordamos a El sin interesarnos por la administración divina, El no estará contento. Si queremos que El esté feliz y satisfecho, debemos declarar: “Señor, mientras te recordamos a Ti, discernimos Tu Cuerpo mediante el cual Tú efectúas la administración de Dios. Al hacer memoria de Ti, no olvidamos lo que estás efectuando en los cielos. Estás sentado en los cielos y llevas a cabo la administración de Dios”.


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