Información del libro

Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 57 de 69 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CINCUENTA Y SIETE

LA JUSTICIA ES EL PODER DEL EVANGELIO

Hemos visto que el tema del libro de Romanos es el evangelio de la filiación. Sin embargo, en este libro también se presenta otro asunto muy importante, el cual es la justicia. En 1:16-17 Pablo dice que el evangelio es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, porque en el evangelio se revela la justicia de Dios. En este mensaje veremos por qué la justicia es el poder del evangelio, y por qué la justicia es necesaria a fin de que Dios produzca muchos hijos mediante el evangelio.

LOS REQUISITOS DE LA JUSTICIA DE DIOS FUERON CUMPLIDOS POR LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ

Dios, en la eternidad pasada, nos predestinó para que fuésemos Sus hijos. Sin embargo, aun siendo predestinados, caímos y participamos del pecado. Por esta razón entra en juego la justicia de Dios. Si no hubiéramos caído, no necesitaríamos preocuparnos por la justicia. Sin embargo, debido a nuestra caída, Dios se ve obligado a tratar con nosotros conforme a Su justicia. ¿Qué debía hacer Dios con los que Él predestinó para que fuesen Sus hijos? Algunos tal vez digan que Dios nos ama y, por lo tanto, no puede echarnos al lago de fuego. Sí, Dios nos ama, pero por otra parte odia el pecado. Aunque Dios no quiere abandonarnos ni lanzarnos al lago de fuego, tampoco puede perdonarnos a menos que Su justicia haya sido satisfecha. Si Dios nos otorgara Su perdón de una manera ligera, Él estaría tomando una posición injusta. Por ser un Dios justo y recto, no puede perdonar a los que pecan sin que se cumplan las exigencias de Su justicia.

Cristo, el Hijo de Dios, se hizo carne para que Dios pudiese perdonarnos. Como dice Romanos 8:3, Dios envió a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado. Mediante la encarnación, el Señor tomó la semejanza de carne de pecado y se identificó con los pecadores, quienes están en la carne. Por causa de la justicia de Dios, el Señor Jesús fue inmolado en la cruz. Allí, sobre la cruz, fue hecho pecado por nosotros, y allí también, Dios condenó al pecado en la carne. El Señor, al morir en nuestro lugar, realizó la redención y cumplió con todos los justos requisitos de Dios. Por eso, ahora Dios tiene la posición para perdonarnos justamente. De hecho, Él no sólo tiene la posición en la que puede perdonarnos, sino que, por causa de Su justicia, está obligado a hacerlo. Dios nos perdona no solamente porque nos ama, sino porque está comprometido a hacerlo por causa de Su justicia.

Juan 3:16 dice que debido a que Dios nos ama, dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no perezca, mas tenga vida eterna. Este versículo indica que Dios nos salva porque nos ama. Además, en Efesios 2:5 y 8 se nos dice que somos salvos por gracia. Sin embargo, el libro de Romanos revela que somos salvos no por gracia ni por amor, sino por la justicia. Ni el amor ni la gracia son asuntos legales. Usted no puede exigir que por causa de la ley, una persona está obligada a amarle o mostrarle gracia. Sólo tenemos la posición de reclamar algo de manera legal con aquello que se deriva de la justicia.

Por ejemplo, supongamos que usted es el propietario de la casa que yo alquilo. Cada mes tengo que pagarle cierta cantidad por concepto de renta. Si no le pago por dos meses, usted tiene la posición justa de reclamarme el pago del alquiler. Por mi parte, debo pagar el alquiler, no por amor ni por gracia, sino por la justicia; estoy legalmente obligado a pagar el alquiler. Entonces, si lo hago, soy justo, pero si no lo hago; soy injusto.

En cierto sentido, fueron los judíos y los romanos quienes le dieron muerte al Señor Jesús; pero en otro sentido, fue Dios mismo quien le dio muerte. Nuestro Señor estuvo en la cruz por seis horas. Durante las primeras tres horas, Él sufrió la persecución por parte de los hombres, quienes le causaron muchos males. Pero durante las últimas tres horas, Dios cargó todos nuestros pecados sobre Él, y luego le juzgó, le castigó y le dio muerte. Esto se comprueba en Isaías 53. Dios le dio muerte a Cristo debido a que, durante las últimas tres horas en la cruz, Cristo tomó nuestro lugar. Por medio de la muerte de Cristo todos los justos requisitos de Dios fueron satisfechos. Es por esto que el Señor pudo expresar las palabras: “Consumado es” (Jn. 19:30). Al decir esto, el Señor indicaba que la obra de redención se había consumado, lo que se comprueba en el hecho de que el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo (Mt. 27:51). Además, la escena alrededor del lugar donde Cristo murió, se volvió reposada y quieta. Posteriormente, un hombre rico pidió a las autoridades el cuerpo de Jesús para sepultarlo (Jn. 19:38). Así que, cuando Sus sufrimientos terminaron, el Señor descansó en el sepulcro. La muerte de Cristo cumplió con los justos requisitos de Dios, y Dios fue satisfecho. Tres días después, como prueba de Su satisfacción, Dios levantó a Cristo de entre los muertos. Por lo tanto, la resurrección de Cristo viene a ser la prueba de que Dios fue satisfecho con la muerte que Cristo realizó en favor nuestro.

Antes de que Cristo muriera en la cruz, Dios incluso podía cambiar de parecer con respecto a perdonar nuestros pecados. Él podía habernos desechado a todos con justa razón. Pero después de que Cristo murió en la cruz bajo el juicio de Dios, ya no le quedaba esta posibilidad.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top