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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 38 de 62 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE TREINTA Y OCHO

LA ABUNDANTE SUMINISTRACION DEL
ESPIRITU ES LA REALIDAD DE LAS RIQUEZAS
DE CRISTO, Y LA RICA PALABRA DE DIOS
ES LA CORPORIFICACION DE DICHA SUMINISTRACION

Lectura bíblica: Col. 2:9; Ef. 3:8; Fil. 1:19; Col. 3:16; Jn. 16:13-15; 6:63

Dios desea que todos los que hemos sido redimidos, salvos, lavados con la sangre, regenerados por el Espíritu, y que hemos recibido la vida y naturaleza de Dios, vivamos a Cristo. No es suficiente con que tratemos de mejorar nuestro comportamiento o la norma de nuestro vivir; más bien, lo que necesitamos es vivir a Cristo de una manera experimental y práctica.

EL CRISTO QUE LO ES TODO
Y QUE LO ABARCA TODO

Si hemos de vivir a Cristo, debemos estar conscientes de quién es El y de lo que El es. La epístola de Colosenses revela que Cristo no sólo lo es todo, sino que también lo abarca todo. El es el misterio de Dios y también el misterio de la economía de Dios. Cristo es Dios, es hombre y es la realidad de todas las cosas positivas del universo. Por supuesto, esto no es panteísmo; más bien, testificamos que, conforme a Colosenses 2:16 y 17, El es el cuerpo o la realidad de todas las cosas positivas.

En Colosenses 2:16 y 17, Pablo declara: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; mas el cuerpo es de Cristo”. Conforme al principio presentado en estos versículos, Cristo es el verdadero día de fiesta. Como día tal, Cristo es nuestro descanso, gozo y deleite. Con El todos los días son días de fiesta, pero sin El, todos los días son miserables. Incluso en las adversidades podemos experimentar un verdadero día de fiesta, si tenemos a Cristo como nuestro gozo, disfrute y descanso.

Cristo es también nuestra luna nueva. A menudo, todos necesitamos un nuevo comienzo, el cual es tipificado por la luna nueva. Cristo representa una luna nueva para nosotros. Cada día al tener contacto con El podemos experimentar un nuevo comienzo.

Estos versículos de Colosenses muestran que Cristo es también nuestra comida, nuestra bebida y nuestra fiesta. No nos alcanzan las palabras para describir todo lo que comprende el Cristo que lo es todo y que lo abarca todo. Sin embargo, aunque El es tan vasto y universal, es también nuestro disfrute y experiencia, y por eso podemos vivirlo a El.

NUESTRA VIDA Y PROVISION DE VIDA

Al igual que todos los verdaderos cristianos, creemos que Cristo es nuestro Redentor y Salvador. El es el Dios encarnado que vivió en la tierra como hombre durante treinta y tres años y medio. Luego, murió en la cruz y derramó Su sangre para limpiarnos de nuestros pecados. Ahora, El es nuestro Salvador en resurrección. Creemos firmemente que Cristo es nuestro Redentor y Salvador y lo hemos experimentado como tal; pero además, hemos llegado a comprender de que El es también nuestra vida. Por un lado, El nos impartió Su vida una vez y para siempre; por otro, El continúa haciéndolo. Como sabemos, la vida depende de un continuo abastecimiento. Así, aunque tengamos vida, si carecemos de los medios para mantenerla, ciertamente moriremos. Por ejemplo, la respiración es una necesidad vital; por tanto, debemos tomar aire continuamente. Tal vez podamos dejar de ir a la escuela, pero no podemos dejar de respirar. Descuidar asuntos vitales como éste, ciertamente nos conduce a la muerte. ¡Alabamos al Señor porque Cristo no sólo es nuestro Redentor y Salvador, sino también nuestra vida y provisión de vida!

VIVIR A CRISTO COMO HIJOS DE DIOS

Puesto que fuimos redimidos, salvos y regenerados, poseemos la vida y naturaleza de Dios. ¡Cuán maravilloso es que los seres humanos caídos podamos declarar que tenemos la vida y naturaleza de Dios! Tenemos la naturaleza de Dios porque nacimos de El. Dios no sólo es nuestro Creador sino también nuestro Padre. En 1 Juan 3:1 dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. En Su amor, el Padre nos impartió Su vida y naturaleza. Por tanto, ahora somos hijos de Dios y poseemos la vida y naturaleza divina.

¿Se ha dado cuenta de la posición que tiene como cristiano? Usted es hijo del Dios Todopoderoso. Dios es verdaderamente su Padre. Si su padre fuese el presidente de los Estados Unidos, usted se sentiría muy orgulloso. ¡Cuánto más deberíamos estarlo nosotros por tener al Dios Todopoderoso como nuestro Padre! Por tanto, tenemos el derecho de declarar: “¡Aleluya, somos hijos del Dios Todopoderoso!”

Como hijos de Dios, debemos vivir a Cristo en lugar de vivir conforme a la ética, moralidad o normas de comportamiento. Por muy buena que sea la ética y por excelente que sea cierto nivel de moralidad, ninguna de estas cosas puede compararse con Cristo. La norma de la vida cristiana es Cristo mismo, y no la ética, la moralidad ni el buen carácter. En Filipenses Pablo subraya el asunto de vivir a Cristo. En esta epístola Pablo declaró: “Para mí, el vivir es Cristo” (1:21). El esperaba que Cristo fuese magnificado en él, en vida o en muerte. ¡Qué norma más elevada tenía el apóstol! La norma de la vida cristiana está muy por encima de las normas de la ética, la moralidad o de cualquier filosofía. Repetimos que la norma de la vida cristiana es Cristo mismo, y por tanto, debemos vivirlo y magnificarlo.

Puesto que Cristo era la meta de Pablo, él anhelaba ser hallado en Cristo (Fil. 3:9). Este mismo debe ser nuestro anhelo. Dondequiera que estemos, los demás deben hallarnos en Cristo. ¡Qué gran vergüenza es ser hallados en nuestra vida natural o en nuestra cultura! Pero por otra parte, ¡cuán maravilloso es que otros puedan testificar que nos encontramos en Cristo! El es nuestra meta y también nuestra norma. Dondequiera que estemos, las personas con quienes nos relacionemos deben percibir a Cristo. De esta manera, seremos hallados en El como resultado de vivir a Cristo.

Ciertamente seremos hallados en aquello que vivimos. Por ejemplo, si vivimos nuestra cultura, los demás nos encontrarán en nuestra cultura. De la misma manera, si vivimos a Cristo todo el tiempo, siempre seremos hallados en El. Si aspiramos a ser hallados en Cristo, primero debemos vivirlo. Debemos vivir a Cristo en lugar de conducirnos de manera natural como jóvenes, adultos o ancianos. ¡Oh, cuán fundamental es vivir a Cristo y ser hallados en El!

Vivir a Cristo es algo abstracto y misterioso, pues implica vivir de una manera misteriosa. Por un lado, se trata de una experiencia real y tangible; pero por otro lado, no se puede definir. Cuando los demás nos hallan en Cristo, les resulta difícil describirnos, pues les pareceremos muy misteriosos. Aunque humanamente no seamos muy distintos de los demás; podrán percibir que en nosotros hay algo misterioso y especial. Cristo es misterioso y los que le viven son también misteriosos. Puesto que El es abstracto y misterioso, no resulta tan fácil explicar la experiencia de vivirle a El.

El pensamiento central de la Biblia es que el Dios Triuno debe ser nuestra vida y que debemos estar en El. En Mateo 28:19, el Señor Jesús exhortó a los discípulos a bautizar a los creyentes en el nombre del Dios Triuno, es decir, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Bautizar a los creyentes en el Dios Triuno equivale a introducirlos en una unión orgánica con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Antes de ser salvos, el Dios Triuno era completamente objetivo para nosotros. Pero, mediante la redención, la salvación, la justificación y la regeneración, El llegó a ser parte de nosotros. Ahora estamos en El y El está en nosotros. El está en nosotros no sólo como nuestro Redentor y Salvador, sino también como nuestra vida y provisión de vida. Dios no desea que hagamos nada para agradarlo, sino que seamos un solo espíritu con El y que lo vivamos a El. Además, vivir al Dios Triuno, equivale a vivir a Cristo, es decir, a magnificarlo, glorificarlo y expresarlo. Eso significa que lo magnificamos ante las personas con quienes tenemos contacto. La idea central de la Biblia tiene que ver con vivir a Cristo.


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