Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 51 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CINCUENTA Y UNO

EL TESTIMONIO DE DIOS LO REVELA A EL
ANTE SU PUEBLO

Lectura bíblica Ex. 21:1-17; 16:34; 25:16; 27:21; 31:18; 25:21-22; 26:33-34; 38:21; 34:28; Nm. 1:50, 53; Dt. 4:13; Sal. 19:7.

En el capítulo diecinueve, los hijos de Israel fueron introducidos en la presencia de Dios y empezaron a tener comunión con El en el monte. En el mensaje anterior, señalamos que en esta comunión con Dios, Su pueblo llegó a conocer Su gracia y santidad. Durante esta comunión, se les dio la ley (20:1-17).

I. LA LEY COMO TESTIMONIO DE DIOS

Muchos lectores no han entendido correctamente Exodo 20. Generalmente piensan que este capítulo nos cuenta cómo fue dada la ley. Esto está correcto, pero no es el concepto básico y principal. El concepto fundamental en este capítulo es que Dios se revela a Sí mismo a Su pueblo y entonces les permite conocer la clase de Dios que El es. El deseaba que los hijos de Israel supieran a qué clase de Dios se estaban acercando, con qué clase de Dios tenían comunión. Era importante que los hijos de Israel conocieran estos atributos divinos, los cuales son la gracia y la santidad, y también que conocieran a Dios mismo. En Exodo 20:4, se usan las palabras imagen y semejanza. Génesis 1:26, un versículo que habla de la creación del hombre, usa también las palabras imagen y semejanza. Dios creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza. Las palabras imagen y semejanza, tal como se usan en Génesis 1:26, se refieren a la persona de Dios, y a lo que El es. Por consiguiente, el hombre fue hecho conforme a Dios. No obstante, en 20:4, se usan estas palabras en una advertencia: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza, de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. En el versículo 3, el Señor declara: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí”. La palabra “delante” significa en realidad aparte de, además de. Por tanto, el Señor estaba diciendo: “Yo soy el Dios único. Aparte de Mí, además de Mí, no deben tener ningún otro Dios. No deben tener ninguna otra imagen ni semejanza. La única imagen y semejanza que deben tener es la Mía. Yo soy único y celoso. No se hagan para sí mismos otra imagen u otra semejanza”. Estos versículos indican que los Diez Mandamientos hablan primeramente de la imagen y semejanza de Dios. En otras palabras, estos mandamientos se refieren a Dios mismo. Esto indica que la ley no consiste simplemente en mandamientos que debemos guardar. Primeramente, la ley es un testimonio que revela la clase de Dios que es el Señor.

En cuanto a la ley, existe un principio importante: la clase de ley que promulga una persona expresa la clase de persona que es. Por ejemplo, si los criminales pudieran promulgar leyes, legalizarían el crimen. Además, un país retrógrado tendría leyes bastante bárbaras, mientras que una sociedad muy culta tendría leyes altamente cultas. Este principio se aplica también a Dios mismo. Dios es el dador de la ley. Al dar la ley, El jamás legalizaría el crimen ni el pecado. El no legalizaría el robo ni el adulterio, pues El no es esta clase de Dios. Sólo el dios de la brujería legalizaría estas cosas. Una ley es siempre una revelación de la clase de persona que la ha promulgado.

La primera función de la ley no consiste en exponernos, sino en revelarnos a Dios. Hace años, puse énfasis en el hecho de que la función de la ley consistía en exponernos. No obstante, en este mensaje, deseo recalcar que la primera función de la ley consiste en revelarnos a Dios. Después de que Dios introdujo a Su pueblo en Su presencia para tener comunión con El, para servirle a El, tener contacto con El, adorarlo a El y aún festejarle a El, El se dio a conocer a ellos. Antes de ese momento, Dios no había revelado a Su pueblo la clase de Dios que El era. Efectivamente, en Génesis 17, Dios dijo a Abraham que El era perfecto, todopoderoso y omnipotente. Sin embargo, ésta no era una revelación apropiada de Dios mismo. Cuando llegamos a Exodo 20, entonces tenemos una revelación de la clase de Dios que es nuestro Dios.

Sin embargo, esta revelación no es dada directamente. Por el contrario, es dada indirectamente por medio de la ley dada. En apariencia, Exodo 20 trata de la ley que es dada. En realidad, este capítulo trata de la revelación de Dios mismo. Al promulgar la ley, Dios se dio a conocer a Su pueblo. Mediante la ley, pudieron entender la clase de Dios que El es. La legislación divina es una revelación de Dios mismo. Si deseamos entender correctamente esta porción de la Palabra, debemos recordar firmemente este concepto.

Deuteronomio 4:13 habla de “Diez Mandamientos”, mientras que Exodo 34:38 habla de “diez palabras”. La expresión “diez palabras” es bastante significativa. Dios considera a los Diez Mandamientos, las diez leyes, como diez palabras. Esta expresión indica además que la ley es la revelación de Dios mismo, puesto que las palabras que pronuncia una persona constituyen una revelación de esa persona. Exodo 20 no dice claramente cual mandamiento es el primero, el segundo, etc. Podemos identificar claramente del cuarto mandamiento hasta el décimo, pero resulta difícil determinar cúal es el primero, segundo y tercero. Los judíos entienden eso de una manera, los católicos de otra, y los protestantes de otra. Si queremos entender correctamente los Diez Mandamientos, debemos ver que en realidad comienzan con el versículo 2. El versículo 1 es la introducción, y luego los versículos 2 y 3 continúan: “Yo soy Jehová Tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de Mí”. Los versículos 2 y 3 incluyen el primer mandamiento. Observe que en este primer mandamiento se usa el título “Jehová tu Dios”. Pasa lo mismo con cada uno de los cuatro mandamientos siguientes. No obstante, a pesar de que la expresión “Jehová tu Dios” es usada en cada uno de los cinco primeros mandamientos, no es usada en ninguno de los últimos cinco. El uso del título Jehová en los versículos 2 al 11 nos permite unir el versículo 3 con el versículo 2 y considerar entonces al versículo 2 como parte del primer mandamiento. Encontramos el segundo mandamiento en los versículos 4 al 6. Aquí se nos manda a no hacer imagen ni semejanza de nada que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra y no inclinarnos a ellas, porque el Señor es un Dios celoso. El tercer mandamiento, acerca de no tomar el nombre del Señor en vano, es mencionado en el versículo 7; y el cuarto, acerca del día del sábado, es mencionado en los versículos 8 al 11. El quinto mandamiento (v. 12) se trata de honrar a nuestro padre y madre. Los otros cinco mandamientos se encuentran en los versículos 12 al 17.

Si leemos detenidamente el relato de los Diez Mandamientos, veremos que se dividen en dos grupos de cinco. Como lo hemos indicado, en el primer grupo, se usa el título sagrado “Jehová tu Dios” en cada mandamiento. Pero con el segundo grupo de cinco, el nombre de Jehová no se menciona ni siquiera una sola vez. Por consiguiente, el uso del nombre del Señor es un factor determinante al considerar el arreglo de los Diez Mandamientos.

Podemos entender el arreglo de los Diez Mandamientos según la manera judía, católica, protestante, o bíblica. Según la manera judía, el versículo 2 es considerado como el primer mandamiento y los versículos 3 al 6 como el segundo. Según los católicos, el versículo 2 no es considerado como parte del primer mandamiento; lo son solamente los versículos 3 al 6. Además, el versículo 17 es considerado como dos mandamientos distintos. Según la manera que siguen la mayoría de los protestantes, la cual se acerca más de la manera bíblica, el versículo 3 es considerado como el primer mandamiento, y los versículos 4 al 6 como el segundo. Luego el versículo 17 es considerado como el décimo mandamiento. No obstante, como lo hemos señalado, el versículo 2 debe ser incluido con el versículo 3 como parte del primer mandamiento. Es necesario tener el título sagrado, Jehová, incluido en cada uno de los primeros cinco mandamientos. Según la manera bíblica, el primer mandamiento incluye los versículos 2 y 3; el segundo, los versículos 4 al 6; el tercero, el versículo 7; el cuarto, los versículos 4 al 11; el quinto, el versículo 12; y el sexto hasta el décimo, los versículos 13 al 17 respectivamente.

La Biblia nos enseña claramente que los Diez Mandamientos fueron escritos sobre tablas de piedra por Dios mismo. Los cuatro primeros mandamientos se relacionan con Dios, mientras que los últimos seis están relacionados con el hombre. Algunos lectores de Exodo pensarán que los primeros cuatro mandamientos, los mandamientos acerca de Dios, fueron inscritos sobre una sola tabla de piedra, mientras que los últimos seis, los mandamientos acerca del hombre, fueron escritos en la segunda tabla. No obstante, los Diez Mandamientos se dividían en dos grupos de cinco. Esto indica que el quinto mandamiento, el de honrar a los padres, está clasificado con los cuatro primeros mandamientos, relacionados con Dios mismo.

Durante años, no logré encontrar la razón de esto. Finalmente, llegué a ver que se relaciona con nuestra fuente como seres humanos. En Lucas 3, las generaciones humanas se remontan hasta Adán, y luego hasta Dios. Esto indica que cuando honramos a nuestros padres, honramos a nuestra fuente, la cual es Dios mismo.

El hecho de que Dios deseaba poner en la misma categoría el quinto mandamiento con los cuatro primeros mandamientos queda demostrado en el hecho de que el título sagrado Jehová tu Dios es usado en este mandamiento y en ninguno de los siguientes cinco mandamientos. Debe haber una razón por la cual el nombre divino es mencionado en cada uno de los cuatro mandamientos acerca de Dios y del primer mandamiento acerca del hombre, y no en ningún otro de los cinco mandamientos acerca del hombre. La razón es que al honrar a nuestros padres, recordamos nuestra fuente. Muchas veces he preguntado a incrédulos quien era su padre. Luego les he pedido remontar más adelante hasta que tuvieron que remontar su origen a Dios mismo. Nuestros padres humanos nos recuerdan a Dios, nos refieren a El, y nos devuelven a El como nuestro origen. Por consiguiente, despreciar a sus propios padres es algo muy grave. Despreciar a nuestros padres equivale a despreciar nuestro origen, nuestra fuente, particularmente cuando nos damos cuenta de que nuestro origen en realidad no es nuestro padre humano, sino Dios mismo.

Como seres humanos, nuestro origen es Dios. Los que no creen en Dios deberían preguntarse a sí mismos de donde vienen. Deberían remontar su origen hasta encontrar su fuente. Los que lo hacen honestamente se darán cuenta de que su fuente es Dios. Honrar a nuestros padres consiste en recordar nuestra fuente. Yo creo que ésta es la razón por la cual el quinto mandamiento fue escrito en la misma tabla junto con los cuatro primeros mandamientos acerca de Dios mismo. Yo creo que ésta es también la razón por la cual incluye el nombre “Jehová tu Dios”.

Yo puedo testificar de las bendiciones que recibimos al honrar a nuestros padres. En Efesios 6:2 y 3, Pablo señaló que el mandamiento acerca de honrar a nuestro padre y madre es el primer mandamiento con una promesa. Según Exodo 20:12, si honramos a nuestros padres, nuestros días se prolongarán en la tierra. Esto se refiere a la bendición de una vida larga. La bendición de longevidad está relacionada con Dios como nuestra fuente, pues solamente El, la fuente de vida, nos puede conceder una vida larga. Esta es otra razón por la cual el quinto mandamiento está relacionado con los primeros cuatro mandamientos acerca de Dios. Este mandamiento nos refiere a Dios e indica que El es la fuente de vida. Si obedecemos a este mandamiento, Dios ciertamente nos concederá una vida larga. Si deseamos que nuestra familia y nuestro país sean bendecidos por Dios, debemos honrar a nuestros padres, y por tanto recordar a Dios mismo como nuestra fuente.

Espero que todos los jóvenes en el recobro del Señor honren a sus padres y no los ofendan. Sin embargo, esto no significa que deben seguir a sus padres en todo y que nieguen al Señor o que adoren a ídolos. La palabra de Dios debe ser nuestra norma. Mientras sus padres no exijan nada contrario a la norma bíblica, los jóvenes deben obedecerles. Según lo que dice Pablo en Efesios 6, ésta es la manera de disfrutar de la bendición de una vida larga.


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