Información del libro

Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 29 de 49 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE VEINTINUEVE

LAS VIRTUDES DEL NACIMIENTO DIVINO:
PRACTICAR EL AMOR DIVINO

(3)

Lectura bíblica: 1 Jn. 3:19-24

LA CERTEZA DE QUE ESTAMOS EN LA REALIDAD

En este mensaje consideraremos 1 Juan 3:19-24. En el versículo 19 Juan dice: “Y en esto conoceremos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de Él”. Aquí la palabra verdad denota la realidad de la vida divina, que Dios nos dio en nuestro nacimiento divino. La vida divina nos ha sido dada para que podamos amar a los hermanos con el amor divino. Si amamos a los hermanos con el amor divino, sabremos que somos de esta realidad.

Lo que Juan escribe aquí no tiene que ver con la doctrina sino con la experiencia. Sin la debida experiencia espiritual, no podríamos entender lo que Juan nos dice. En los versículos 18 y 19 Juan nos dice que si amamos a los hermanos con veracidad, con sinceridad y con honestidad, lo cual es resultado de disfrutar al Dios Triuno, tendremos la certeza de que estamos en la realidad divina.

ASEGURAR NUESTRO CORAZÓN DELANTE DE ÉL

Según las palabras de Juan, si amamos con veracidad, “aseguraremos nuestros corazones delante de Él”. La palabra griega traducida “aseguraremos” también significa “conciliaremos”, “convenceremos”, “persuadiremos”, “tranquilizaremos”. Asegurar nuestro corazón delante de Dios significa tener una buena conciencia, una conciencia sin ofensa (1 Ti. 1:5, 19; Hch. 24:16), para que nuestro corazón pueda ser conciliado, convencido, persuadido y tranquilizado delante del Señor. Éste es otro de los requisitos correspondientes a la vida que permanece en el Señor. Permanecer en el Señor requiere un corazón tranquilo con una conciencia sin ofensa. Esto también reviste vital importancia para nuestra comunión con Dios, de la cual se habló en la primera sección de esta epístola. Si nuestro corazón es inquietado por una conciencia que nos acusa por una ofensa cometida, esto nos impedirá permanecer en el Señor e interrumpirá nuestra comunión con Dios.

Por experiencia sabemos que si no amamos con el amor divino, nuestro corazón no estará en paz. Además, tampoco tendremos paz si no somos rectos hasta en los más mínimos detalles de nuestro entorno. Supongamos que un hermano se molesta y tumba una silla. Ciertamente no tendrá paz en su corazón. Pero si en vez de ello, él vive por la vida divina y ama a otros con el amor divino, podrá conciliar o asegurar su corazón delante de Dios.

Cuando tengamos la certeza de estar en la verdad divina, podremos convencer, persuadir y asegurar nuestro corazón y tranquilizarlo. De otro modo, nos sentiremos turbados interiormente, ya que nuestro corazón protestará diciéndonos que no amamos conforme al amor divino. Tal vez nuestro corazón nos diga: “Tú eres un hijo de Dios, pero no vives por la vida divina. ¿Por qué tumbaste esa silla?”. Si queremos que nuestro corazón esté tranquilo, debemos vivir por la vida divina al relacionarnos correctamente con todos y con todas las cosas. Por ejemplo, supongamos que arrojo algo con descuido. Por experiencia sé que si hago eso, no tendré paz en mi corazón. Para que mi corazón pueda estar tranquilo, debo ser recto con respecto a todo. Es solamente cuando llevamos una vida que expresa la realidad divina que podemos hacer que nuestro corazón esté tranquilo.

Muchas veces nosotros, los hijos de Dios, nos sentimos descontentos. Nehemías 8:10 dice: “El gozo de Jehová es vuestra fuerza”, y Proverbios 17:22 dice: “El corazón alegre es buena medicina”. ¿Por qué es que a menudo no tenemos gozo? La razón por la que no tenemos gozo es que nuestro corazón no está en paz. En lugar de paz, hay turbación. La razón por la cual nuestro corazón no está tranquilo es que no vivimos en la vida divina. Pero cuando vivimos en la vida divina, estamos en la verdad, en la realidad. Entonces podemos asegurar, conciliar, convencer nuestro corazón y hacer que esté tranquilo. Como resultado, estaremos contentos.

Al final del versículo 19 Juan añade la frase delante de Él. Esto nos muestra que el Señor vive con nosotros y en nosotros. Si no vivimos por la realidad divina, nuestro corazón protestará, y entonces no estará sosegado delante de Él. Debemos recordar que el Señor vive en nosotros y que nosotros vivimos delante de Él. Únicamente cuando vivimos por la vida divina podemos asegurar nuestro corazón delante de Él. La frase delante de Él hace referencia a un asunto crucial, a saber: que la vida que llevamos como hijos de Dios, y también nuestro corazón, están delante de Él. Así, pues, debemos asegurarnos de que nuestro corazón siempre esté tranquilo delante de Él.


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