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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 45 de 64 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE CUARENTA Y CINCO

PURIFICARSE DE LOS FLUJOS
DEL CUERPO DEL VARÓN
Y DE LA MUJER

Lectura bíblica: Lv. 15:1-31

En Levítico 11—15, una sección que consta de cinco capítulos, se abarcan cuatro cosas problemáticas: nuestro contacto con la gente, la inmundicia de nuestro nacimiento, la lepra y nuestros flujos. En este mensaje, que trata sobre 15:1-31, hablaremos referente al asunto de purificarse de los flujos del cuerpo del varón y de la mujer.

Hemos señalado que los capítulos del 11 al 27 de Levítico tienen como propósito mostrarnos la manera en que podemos llevar una vida santa como pueblo santo de Dios. Si hemos de llevar esta clase de vida, debemos percatarnos de que estamos involucrados con cuatro asuntos. Primero, estamos involucrados con algo común: el contacto que tenemos con la gente. Segundo, tenemos que reconocer la inmundicia de nuestro nacimiento. La fuente, el origen, de nuestro ser es inmunda. Tercero, tenemos el problema referente a nuestra lepra. Nuestra condición es una en la que estamos llenos de lepra. Cuarto, tenemos el problema de los flujos. Independientemente de qué clase de personas seamos, todos tenemos flujos, y, como nos lo muestra el capítulo 15, estos flujos son totalmente inmundos. Además, la inmundicia de nuestros flujos es contagiosa.

Levítico señala enfáticamente que todo lo que procede de nuestro ser es inmundo. Por esta razón, el capítulo 15 nos manda apartarnos de todo flujo que procede del cuerpo humano y del contagio de la inmundicia.

Debido a que nacimos en inmundicia y somos por completo inmundos, todo cuanto procede de nosotros es inmundo. Además, la inmundicia de lo que procede de nosotros es contagiosa y, por tanto, hace inmundos a los demás. Éste es el punto crucial del capítulo 15.

El capítulo 16 de Levítico es, de hecho, la continuación del capítulo 10. En los cinco capítulos que están entre los capítulos 10 y 16, la intención de la revelación de Dios es mostrarnos cuatro factores problemáticos fundamentales. El primero de estos factores es nuestro contacto con la gente. No debemos pensar que esto sea algo insignificante. Al contrario, nuestro contacto con la gente es de suma importancia. Si nos relacionamos con la categoría equivocada de personas, esto podría contaminarnos y, por ende, descalificarnos de llevar una vida santa como pueblo santo de Dios. El segundo factor problemático es la inmundicia de nuestro nacimiento. Debemos comprender que nuestra fuente, nuestro origen, es la inmundicia. Nosotros somos la inmundicia misma. Nuestro nacimiento, nuestro origen y nuestra constitución intrínseca, todos ellos son inmundicia. El tercer factor es nuestra condición leprosa. Somos leprosos por dentro y por fuera. El cuarto factor es nuestro flujo con su inmundicia y contagio. Todo flujo nuestro, todo cuanto procede de nuestro cuerpo, es inmundo y contagioso.

Según la Biblia, nuestro cuerpo es la corporificación de nosotros mismos. Nuestro cuerpo es nuestro ser, nuestra constitución intrínseca. Todo lo que procede de nuestro cuerpo, de nuestra constitución intrínseca, es inmundo y contagioso.

En 15:1-13 vemos que aquel que tiene flujo es inmundo, y que toda cosa o persona que él toque, se hace inmunda. Al considerar estos versículos, nos damos cuenta de que la inmundicia está por doquier. Todo ha sido contaminado por los flujos humanos, por lo que procede de nuestro ser. Cuanto más nos demos cuenta de esto, más valoraremos esos versículos del capítulo 15 que indican que Cristo es el factor de nuestra purificación.

Debemos ser profundamente impresionados que todo cuanto procede de nosotros es inmundo y debe ser condenado y eliminado. Después de leer 15:1-13, tal vez nos preguntemos si existe algún lugar donde no seamos contaminados por la inmundicia de los flujos humanos. En todas partes está la inmundicia que procede de nosotros, los seres humanos. Si nos percatamos de esto, no querremos permanecer en la tierra, sino que desearemos ser arrebatados.

Después de estudiar los cuatro factores problemáticos mencionados en los capítulos del 11 al 15, he llegado a la plena comprensión de que somos inmundos, corruptos y contagiosos. Todo lo que procede de nosotros es inmundo, y esta inmundicia es contagiosa.

Estos cinco capítulos que abarcan cuatro asuntos negativos nos muestran que todos nosotros somos un montón de corrupción. El mundo entero, toda la humanidad, es un montón de corrupción. Fuera de Cristo, no hay ningún lugar donde estar. Tenemos que estar en Cristo. Sólo el Señor Jesús puede purificarnos. Únicamente Él es el factor que purifica.

El título de este mensaje es: “Purificarse de los flujos del cuerpo del varón y de la mujer”. Aquí cuerpo alude a nuestro ser, a nuestra constitución intrínseca. Por tanto, los flujos de nuestro cuerpo son las secreciones que proceden de nuestro ser o de nuestra constitución intrínseca.


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