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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 49 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE DIECISIETE

LOS REQUISITOS CORRESPONDIENTES
A LA COMUNIÓN DIVINA

(9)

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:7-11

En este mensaje examinaremos 1 Juan 2:7-11, el último pasaje de la Primera Epístola de Juan que trata sobre los requisitos correspondientes a la comunión divina.

UN MANDAMIENTO ANTIGUO

En el versículo 7 Juan dice: “Amados, no os escribo mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el cual habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído”. La frase un mandamiento antiguo se refiere al mandamiento dado por el Señor en Juan 13:34: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como Yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Este mandamiento es la palabra que los creyentes oyeron y recibieron desde el principio.

En el versículo 7 la frase griega traducida “desde el principio” se usa en sentido relativo. Ya señalamos que esta frase griega se usa dos veces en el Evangelio de Juan, ocho veces en esta epístola y dos veces en 2 Juan. En Juan 8:44; 1 Juan 1:1; 2:13, 14; y 3:8, se usa en un sentido absoluto; mientras que en Juan 15:27; 1 Juan 2:7, 24 (dos veces); 3:11; y 2 Juan 5 y 6, se usa en un sentido relativo. Juan no escribía a los creyentes un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el cual ellos habían recibido desde el principio, esto es, cuando Jesús estuvo en la tierra y les dio el mandamiento de amarse unos a otros. Este mandamiento antiguo es la palabra que ellos oyeron.

El mandamiento del Señor es Su palabra. Esto significa que Su mandamiento no es meramente un requerimiento legal; el mandamiento del Señor es también una palabra que nos transmite el suministro de vida. En Juan 6:63 el Señor Jesús dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Por lo tanto, en 1 Juan 2:7 “la palabra” alude al suministro de vida. Todo lo que el Señor habla es una palabra que nos suministra vida y espíritu. Asimismo, lo que el Señor dice puede ser un requerimiento judicial que nos exige que hagamos cierta cosa. Aun así, mientras ese requerimiento judicial sea proferido por el Señor, es decir, mientras sea algo que proceda de Su boca, es una palabra que nos suministra vida. Es por eso que cada vez que tomamos la palabra del Señor y la guardamos, recibimos el suministro de vida.

EL MANDAMIENTO ANTIGUO LLEGA A SER NUEVO

En el versículo 8 Juan añade: “Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, lo cual es verdadero en Él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”. El mandamiento acerca del amor fraternal es tanto antiguo como nuevo: antiguo, por cuanto los creyentes lo recibieron desde el principio de su vida cristiana; y nuevo, por cuanto en su andar cristiano este mandamiento amanece con nueva luz y brilla con nuevo resplandor y poder fresco una y otra vez.

El pronombre relativo griego lo cual del versículo 8 es de género neutro. No se refiere a la palabra traducida “mandamiento”, la cual es de género femenino; por ende, debe de referirse al hecho de que el mandamiento antiguo acerca del amor fraternal es nuevo en el andar cristiano de los creyentes. El hecho de que el mandamiento antiguo sea nuevo es verdadero en el Señor, dado que Él no solamente lo dio a Sus creyentes, sino que también lo renueva continuamente en el andar cotidiano de ellos. También es verdadero en los creyentes, puesto que no solamente lo recibieron una vez y para siempre, sino que también los ilumina y refresca continuamente.

En el versículo 8 Juan nos dice que las tinieblas van pasando, y que la luz verdadera ya alumbra. El hecho de que las tinieblas vayan pasando significa que se van desvaneciendo ante el resplandor de la luz verdadera. La luz verdadera es la luz del mandamiento del Señor. Debido a que esta luz resplandece, el mandamiento tocante al amor fraternal brilla en las tinieblas y hace que el mandamiento antiguo sea siempre nuevo y fresco a lo largo de nuestra vida cristiana.

Muchos quedan con preguntas cuando leen los versículos 7 y 8, donde Juan habla tocante al mandamiento antiguo y al mandamiento nuevo. En el versículo 7 él dice que no escribe un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo. Pero después, en el versículo 8, Juan dice que escribe un mandamiento nuevo. ¿Cómo puede un mandamiento antiguo ser un mandamiento nuevo? ¿Será que el mandamiento nuevo es otro mandamiento diferente del mandamiento antiguo, o que el mandamiento antiguo llega a ser nuevo? Si leemos estos versículos detenidamente dentro de su contexto, veremos que el mandamiento antiguo y el mandamiento nuevo son uno solo. La explicación de esto es que el mandamiento es la palabra del Señor, y que la palabra del Señor amanece tal como empieza un nuevo día cuando el sol se levanta por la mañana. Cuando se levanta el sol, el resplandor de su luz absorbe las tinieblas. Las tinieblas de la noche siempre son disipadas por el resplandor del sol matutino. Por consiguiente, aquí Juan nos da a entender que el mandamiento del Señor, que es Su palabra viva, brilla como el sol naciente, y que este brillo absorbe las tinieblas.

Después de que se emite un mandamiento humano, cualquiera que sea, con el tiempo caduca. Los mandamientos humanos no son vivientes. Y puesto que estos mandamientos no son vivientes, jamás experimentan ningún amanecer ni resplandor. Pero el mandamiento dado por el Señor es Su palabra viva. Dado que Su mandamiento es Su palabra viva, esta palabra alumbra. Cuando esta palabra viva experimenta el amanecer en medio de las tinieblas, resplandece con luz celestial. El resplandor de la luz celestial hace que las cosas viejas se tornen nuevas; en particular, hace que el mandamiento antiguo sea nuevo, fresco y lleno de luz.

Tal vez ustedes conozcan bien el principio de que el resplandor de la luz es señal de novedad. Supongamos que usted apaga la luz de una habitación por cierto tiempo. Al volver a encenderla, usted espontáneamente tendrá una sensación de novedad. El brillo de la luz nos da esa sensación de novedad. Cada vez que la luz resplandece, nos trae novedad.

Debido a que las palabras humanas no tienen vida, no pueden resplandecer y, por ende, no pueden darnos un nuevo comienzo. Pero el mandamiento del Señor, que es Su palabra viva, siempre nos da un nuevo comienzo porque Su palabra nos alumbra una y otra vez de una manera nueva y fresca.

Muchos de nosotros podríamos testificar que hemos experimentado el resplandor de la palabra del Señor de esta manera. Por ejemplo, en Juan 13:34 el Señor Jesús nos manda que nos amemos unos a otros. Podemos testificar que muchas veces este mandamiento ha llegado a ser nuevo y fresco en nuestra vida cristiana. Durante los años que hemos sido cristianos, con frecuencia este requerimiento judicial antiguo ha llegado a ser una palabra nueva para nosotros. Cada vez que tenemos contacto con el Señor y Su mandamiento antiguo alumbra en nuestras tinieblas, la luz resplandece. Esta luz nos trae novedad. Es así como el mandamiento antiguo llega a ser un mandamiento nuevo. El mandamiento antiguo llega a ser nuevo porque es una palabra que vive y resplandece. Este resplandor hace que el mandamiento antiguo sea nuevo y fresco.

Ahora podemos entender por qué el apóstol Juan dice: “No os escribo mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo ... Otra vez os escribo un mandamiento nuevo”. En estos versículos Juan pareciera estar diciendo: “Yo creo que lo que les escribo resplandece sobre ustedes y está absorbiendo las tinieblas. Las tinieblas ahora están disipándose, van pasando, ante el brillo de esta nueva luz”.


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