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Estudio-vida de 1 y 2 Samuelpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-1280-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 7 de 38 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL

MENSAJE SIETE

SAMUEL: UN HOMBRE CONFORME A DIOS

Lectura bíblica: 1 S. 1:11, 20; 2:35; 8:1-22; 9:15-17

En este mensaje me gustaría decir algo más sobre la historia de Samuel y su ministerio.

REPRESENTANTE DE DIOS

Cuando Samuel llega al final de su ministerio, durante el tiempo en que Saúl era rey en Israel (9:3—10:27), él había alcanzado una posición importante. Podemos decir que en todo el universo, la única persona que lo superaba era Dios. Nos atrevemos a afirmar que, como representante de Dios, Samuel era el Dios que actuaba. Dios deseaba actuar, pero para ello necesitaba un representante. Es así que Samuel llega a ser profeta, sacerdote, y juez. El era el oráculo de Dios y la administración de Dios, y como tal, era el Dios que ejecutaba Su administración en la tierra.

DIOS DESEA TENER UN REINO

Samuel era el representante de Dios. No obstante, la intención de Dios no era hacer de él un reino. Según la Biblia, Dios había determinado levantar a un hombre llamado David, por medio del cual edificaría el reino. Cuando Dios escogió a Abraham, Su intención no era ganar a un solo hombre, ni siquiera a un grupo de personas; El deseaba obtener un reino. La Biblia concluye su revelación hablando de un reino. Leamos Apocalipsis 11:15: “El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo”. En el cielo nuevo y la tierra nueva, en la Nueva Jerusalén, vemos el reino eterno de Dios.

Mateo 16 habla del reino y la iglesia. Cuando Pedro recibió la revelación de que Cristo era el Hijo del Dios viviente (vs. 16-17), Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18). Y luego El habla sobre el reino de los cielos (v. 19). En estos versículos, la expresión el reino de los cielos y la palabra iglesia se usan de manera intercambiable, lo cual indica que Dios no está interesado sólo en la iglesia, sino en la iglesia como reino Suyo. En Romanos 14:17, Pablo indica también que la vida práctica de la iglesia es el reino: “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.

Aunque Samuel había obtenido una posición prominente, Dios aún no había alcanzado Su meta. Samuel era un hombre conforme al corazón de Dios, y sabía que el deseo de Dios era obtener un reino. Pero para esto, Dios no usaría a Samuel, sino a David.

EL CORAZON DE DIOS SE DUPLICA EN SAMUEL

Cuando alguien alcanza una posición prominente, uno se pregunta si esa persona permitirá que alguien llegue a su nivel o lo supere. Si usted hubiera sido Samuel, ¿hubiera dado la oportunidad a otra persona para que fuese como usted o incluso mejor? Samuel era puro y sencillo. El era nazareo conforme al voto de su madre y no buscaba sus propios intereses. El nunca procuró obtener ningún beneficio personal; lo único que le interesaba era Dios y Sus elegidos. Dios amaba a Israel, y Su corazón se duplicó en Samuel.

Debido a que el corazón de Dios se reprodujo en Samuel, éste no se preocupó por sus propios intereses. Al final, lo único que obtuvo Samuel fue una tumba para su sepultura. Por causa de las circunstancias existentes, Samuel nombró a sus hijos por jueces, pero, a diferencia de Saúl, él no tenía ninguna intención de edificar un reino para ellos. Sus hijos no siguieron sus caminos, sino que fueron en pos de ganancias injustas, aceptaron sobornos y pervirtieron la justicia (1 S. 8:1-3). Cuando el pueblo pidió que Samuel les designara un rey, él no se ofendió por lo que eso implicaría para sus hijos, sino porque el pueblo quería reemplazar a Dios (vs. 4-7). Samuel no tenía ninguna intención de edificar un reino para sus descendientes; a él no le preocupaban sus hijos, sino el pueblo de Dios. Debido a esto, Dios pudo traer el reino sin ninguna dificultad.

UNA PERSONA QUE SOLO SE PREOCUPA POR DIOS Y POR LO QUE A EL LE INTERESA Y BENEFICIA

Samuel nunca habría cooperado con Dios si hubiese sido una persona ambiciosa. Como veremos en el siguiente mensaje, un día antes de que viniera Saúl, Dios reveló a Samuel lo que deseaba que hiciera. Dios le dijo: “Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí” (9:16). Cuando Saúl y su siervo se presentaron delante de Samuel, éste siguió estrictamente las instrucciones de Dios, sin pensar en su beneficio personal ni en el de sus hijos.

Como podemos ver, Samuel fue útil en las manos de Dios porque no procuró lo suyo ni deseó ganancias para sí. Como un nazareo, no se cortaba el pelo ni bebía vino, y estaba totalmente consagrado a Dios. A él le agradaba ir adondequiera que Dios lo mandaba, y hacer lo que El le pedía. Samuel era un hombre idéntico a Dios, y conforme a Su corazón. Por consiguiente, Dios pudo usarlo para llevar a cabo Su economía.

No debemos pensar que Samuel no tenía conceptos. Un día, Jehová le dijo: “Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (16:1b). Cuando Samuel oyó eso, dijo: “¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría” (v. 2a). Esto indica que Samuel era muy humano y que tenía conceptos humanos. No obstante, él no buscaba lo suyo. Lo único que le interesaba era lo que beneficiara a Dios y a Sus elegidos. Le preocupaba Dios, Sus intereses y beneficios, y oraba por el pueblo de Dios.


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