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Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemónpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2769-X
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 28 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO

MENSAJE NUEVE

EN CUANTO A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES

Lectura bíblica: 1 Ti. 5:1-16

LA NORMA DIVINA Y EL NIVEL HUMANO

Hemos visto que al final del capítulo tres, Pablo asciende a la cumbre de la economía de Dios. En 3:15 y 16 vemos la norma divina. Pero en 5:1-16 Pablo desciende al nivel humano. Por una parte, en la vida de iglesia debemos conformarnos a la norma divina; por otra, debemos darles importancia a los asuntos de nivel humano. Por ejemplo, en 5:8 Pablo habla de proveer para nuestra propia familia. Todas las instrucciones dadas en este capítulo son muy humanas, comunes y ordinarias. Nada es especial, milagroso ni sobrenatural. Todo el libro está escrito según el mismo principio. Esto es necesario para la vida de iglesia.

Este principio de presentar tanto la norma divina como el nivel humano no sólo se encuentra en 1 Timoteo, sino también en las epístolas de Efesios y Colosenses. En Efesios, Pablo primero escribe acerca de la iglesia conforme a la norma divina, y después, en un nivel humano, él escribe acerca de los maridos, las esposas, los padres, los hijos, los esclavos y los amos. Asimismo, en Colosenses Pablo primero escribe acerca de Cristo conforme a la norma divina, y luego nos habla en un nivel humano acerca de asuntos familiares. En 1 Timoteo Pablo no habla de lo tocante al nivel humano directamente, sino que más bien lo hace a través de las instrucciones que da a Timoteo. En 5:1-16 Pablo le enseña a Timoteo cómo relacionarse con los santos de diferentes edades. Mi carga en este mensaje consiste en abarcar cuatro asuntos hallados en 5:1-16.

LLEVAR UNA VIDA HUMANA NORMAL

En primer lugar, todas las instrucciones dadas aquí se presentan de una manera muy humana. Jamás debemos pensar que si alcanzamos la norma divina, dejaremos de ser humanos. Algunos creyentes han sido afectados por la falsa enseñanza de que los cristianos deben ser como los ángeles, y que, por tanto, ya no necesitan llevar una vida humana normal. Muchos monjes y sacerdotes católicos llevan una vida anormal. Aun más, el requisito que prohíbe a los sacerdotes y a las monjas casarse, no sólo es contrario a la naturaleza humana, sino que además tiene su origen en los demonios. Según lo que dice Pablo en 4:1-3, prohibir casarse es una enseñanza demoníaca.

Todos debemos aprender a ser humanos. De hecho, cuanto más espirituales seamos, más humanos seremos. Si deseamos vivir a Cristo, es preciso que aprendamos a ser humanos de una manera genuina. Cuando el Señor Jesús estuvo en tierra, Él fue muy humano.

Cualquier daño que sufra la naturaleza humana, estropea el medio y el canal que Dios creó para Su economía. Los demonios y los ángeles caídos prohíben el matrimonio y mandan que la gente se abstenga de ciertos alimentos debido a que tienen la intención de destruir el género humano. Por lo tanto, en la iglesia, nosotros debemos ser muy humanos y seguir la norma de una vida humana normal. Algunos nos han acusado falsamente de no comportarnos de una manera humana. Nosotros rechazamos firmemente tales acusaciones. En la vida de iglesia, nosotros recalcamos mucho la necesidad de tener una humanidad apropiada. Puedo testificar que yo mismo vivo de una manera humana y normal. Si usted examina mi vivir, verá que soy muy humano. No soy ni un “santo” ni un ángel; simplemente soy un ser humano. Además, insto a todos los ancianos a que sean humanos. Los ancianos no deben ayudar a los santos de su localidad para que sean como ángeles. Estimamos a los ángeles, pero no procuramos imitarlos; antes bien, preferimos ser muy humanos.

Debemos ser cristianos, sin dejar de ser humanos. Por una parte, poseemos la naturaleza divina (2 P. 1:4); por otra, somos seres humanos normales. El hecho de poseer la naturaleza y la vida divinas no significa que algún día seremos deificados; más bien, debemos llevar una vida humana genuina en virtud de la vida y la naturaleza divinas. De esta manera, podremos llevar la vida humana más elevada, una vida semejante a la que llevó el Señor Jesús. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él vivió por la vida y la naturaleza divinas, es decir, llevó una vida humana en virtud de la vida divina. Así también debe ser nuestro vivir humano. Por tanto, todos debemos aprender a comportarnos como seres humanos.

En 5:1-16 vemos que Pablo instruyó a su joven colaborador, Timoteo, a que se relacionara con los santos de una manera muy humana. El versículo 1 dice: “No reprendas con dureza al anciano, sino exhórtale como a padre”. Exhortar a un anciano como a padre es ciertamente comportarse de una manera muy humana. Los hermanos más jóvenes deben exhortar como a padres a aquellos hermanos que son una generación mayores que ellos.

Pablo también le pide a Timoteo que exhorte “a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza”. Timoteo no debía asumir una posición elevada como obispo, considerándose superior a los demás; al contrario, él debía comportarse como un hermano con los hermanos y hermanas más jóvenes, y como un hijo con los que eran padres o madres. En la vida de iglesia hay muchos padres, madres, hermanos y hermanas. Relacionarse así con los santos es conducirse de una manera muy humana.

Nuestro trato con los santos debe llevarse a cabo en una atmósfera apropiada y con la actitud y el espíritu correctos. La atmósfera, la actitud y el espíritu al relacionarnos con los demás son sumamente importantes. Si un hermano joven muestra una actitud de superioridad frente a un hermano de edad avanzada, la relación entre ellos se dañará; pero si se dirige a él como un hijo a su propio padre, su comunión será íntima, afable, conmovedora e incluso inspiradora.

Supongamos que en mi relación con los santos, me comporto como un maestro y trato a los santos como a alumnos. Si ésta es mi actitud, mi relación con los santos no será muy buena. En cambio, si soy muy humano en mi relación con los santos y me considero a mí mismo como un hermano entre los hermanos y hermanas, madres y padres, mi relación con todos será muy dulce e íntima. ¡Cuán distinto es cuando somos verdaderamente humanos en la forma en que nos relacionamos unos con otros! Repito, en la vida de iglesia todos debemos ser muy humanos.


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