Información del libro

Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 26 de 49 Sección 1 de 6

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE VEINTISÉIS

LAS VIRTUDES DEL NACIMIENTO DIVINO:
PRACTICAR LA JUSTICIA DIVINA

(2)

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:28—3:10a

En la Epístola de 1 Juan hay tres secciones principales: la comunión de la vida divina (1:1—2:11), la enseñanza de la unción divina (2:12-27) y las virtudes del nacimiento divino (2:28—5:21). La secuencia de estas secciones indica que la comunión de la vida divina y la enseñanza de la unción divina nos conducen a experimentar las virtudes del nacimiento divino.

En la tercera sección vemos cuánto disfrute nos proporciona el nacimiento divino. En particular, este disfrute está relacionado con las virtudes del nacimiento divino. El nacimiento divino incluye muchas virtudes, y únicamente por medio de la comunión de la vida divina y la enseñanza de la unción divina podemos experimentar y disfrutar todas las virtudes que nos son impartidas mediante el nacimiento divino. Según 1 Juan, la primera de estas virtudes consiste en practicar la justicia divina. Es por eso que el título de este mensaje es: “Las virtudes del nacimiento divino: practicar la justicia divina”.

EL NACIMIENTO DIVINO ES LA BASE

La práctica de la justicia divina tiene una base, y esta base es el nacimiento divino (2:29; 3:9; 4:7; 5:1, 4, 18). Por medio de este nacimiento hemos recibido la vida divina, que es la simiente divina. Podríamos decir que esta simiente es el “capital” de nuestra vida cristiana. Para vivir la vida cristiana, necesitamos tal capital; es decir, necesitamos que mediante el nacimiento divino sea sembrada en nuestro ser la simiente divina, que es la vida divina.

El nacimiento divino nos imparte la simiente divina, y por medio de dicha simiente nosotros participamos de la naturaleza divina, la cual contribuye a nuestro crecimiento en la vida divina. Toda clase de vida posee su propia naturaleza, la cual contribuye al crecimiento de esa vida. Puesto que nacimos de Dios, ahora poseemos la vida divina. Además, esta vida divina posee una naturaleza divina. Ahora nosotros participamos y disfrutamos de esta naturaleza divina (2 P. 1:4) a fin de crecer en la vida divina. Esto nos provee la base para que podamos practicar la justicia divina, practicar el amor divino (1 Jn. 3:10b—5:3) y vencer todas las cosas negativas (5:4-21).

LA VIDA DIVINA ES EL MEDIO

Ya vimos que el nacimiento divino es la base; ahora debemos ver que la vida divina es el medio. En primer lugar, la vida divina es el medio por el cual podemos permanecer en el Dios Triuno. Sin la vida humana, no podríamos permanecer en el género humano. Del mismo modo, sin la vida divina no podríamos permanecer en el Dios Triuno. Es debido a que poseemos la vida divina que podemos, por medio de ella, permanecer en el Dios Triuno.

Por la vida divina como el medio también podemos expresar esta vida en nuestro vivir humano. Esto significa que podemos llevar una vida que practica la justicia divina, que ama a los hermanos y que vence todas las cosas negativas.

PRACTICAR LA JUSTICIA DIVINA
AL PERMANECER EN LA COMUNIÓN DIVINA
CONFORME A LA UNCIÓN DIVINA

Podemos practicar la justicia divina al permanecer en la comunión divina conforme a la unción divina (2:27-28). Al permanecer en la comunión divina disfrutamos primeramente a Dios como la luz (1:5, 7; 2:10), y luego le disfrutamos como el amor (4:8, 16). La luz y el amor son más profundos que la verdad y la gracia. La luz es la fuente de la verdad, y el amor es la fuente de la gracia. Al permanecer en la comunión divina conforme a la unción divina, no sólo recibimos la verdad y la gracia, sino que también disfrutamos la luz como la fuente de la verdad y el amor como la fuente de la gracia.

Una vez que tenemos el nacimiento divino como la base y la vida divina como el medio, y permanecemos en la comunión divina conforme a la unción divina, podemos practicar la justicia divina. Veamos ahora lo que significa practicar la justicia divina.


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