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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 41 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CUARENTA Y UNO

EL AGUA VIVA QUE BROTA DE LA PEÑA GOLPEADA
(2)

Lectura bíblica: Ex. 17:1-7; Nm. 20:1-13; 1 Co. 10:1-4

LOS HIJOS DE ISRAEL TENTARON A DIOS

Cuando los hijos de Israel llegaron a una región donde no había agua, discutieron con Moisés y tentaron a Dios (17:1-2; Nm. 20:2-3). Ellos habían visto los milagros de Dios, pero no conocían Sus caminos (Sal. 103:7).

Supongamos que usted hubiese sido uno de los hijos de Israel en aquellos tiempos. Usted habría visto a Dios ejercer Su poder milagroso al mandar las plagas sobre los egipcios. Además, habría experimentado la Pascua y un éxodo maravilloso de Egipto. Luego habría pasado a través del mar Rojo como si hubiera caminado en tierra seca. Después de eso, habría probado del agua que había sido cambiada de amarga a dulce, y habría disfrutado de las doce fuentes y de las setenta palmeras en Elím. Hace poco habría empezado a tomar del maná celestial, provisto milagrosamente por Dios. Ahora al seguir la dirección de la columna, usted llega a un lugar en el desierto donde no hay agua. En este caso, ¿qué haría usted? ¿Se quejaría y discutiría con Moisés? Cuando llegamos a estas circunstancias, quizá pensemos que le daríamos gracias al Señor. No obstante, si usted lograra hacer esto, sería el más espiritual de los santos. En esta situación, nosotros ciertamente nos quejaríamos al Señor. Nos olvidaríamos probablemente de todo, incluyendo la oración, y nos quejaríamos acerca de nuestra situación. Así como los hijos de Israel, podríamos decir a los hermanos responsables: ¿por qué nos hicieron “subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?” (17:3). No creo que ninguno de nosotros alabaría al Señor ni le agradecería. Por el contrario, le echaríamos la culpa a los que llevan la delantera y los criticaríamos.

En Exodo 17:2 vemos que “el pueblo altercó con Moisés y dijo: danos agua para que bebamos”. Mientras los hijos de Israel altercaban con Moisés y tentaban al Señor, en medio de ellos se hallaba la columna, entre la tierra y el cielo. Pero aún en presencia de esta columna, el pueblo se quejó a Moisés. El reaccionó y dijo: “¿por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová?” (v.2). El pueblo parecía olvidar que la columna estaba con ellos.

Tal vez podríamos considerarnos superiores a los hijos de Israel y pensar que en tal situación nosotros jamás altercaríamos, ni nos quejaríamos, ni tentaríamos al Señor. Debemos estar conscientes de que a los ojos de los hijos de Israel, la columna estaba fuera de ellos. No obstante, para nosotros hoy, la columna se halla dentro de nosotros. A menudo cuando nos quejamos en cuanto al por qué hemos llegado a cierto ambiente o circunstancia, sentimos en lo profundo de nosotros que el Señor, quien mora en nosotros, nos ha llevado a esa situación. Muchos de nosotros podemos testificar que a menudo, hemos sentido la presencia del Señor dentro de nosotros, cuando nos hemos quejado. A veces hemos tenido esta clase de experiencia cuando nos quejamos de los ancianos de la iglesia o cuando los acusamos acerca de algo que hicieron. Mientras criticábamos a los ancianos, nos dimos cuenta de la presencia de la columna en nosotros. Por consiguiente, no debemos imaginarnos que Exodo 17:1-6 describe solamente a los hijos de Israel. Esta porción de la Palabra es también un cuadro de nosotros actualmente.

Si los hijos de Israel hubiesen conocido los caminos de Dios, no habrían altercado con Moisés ni habrían tentado al Señor. Por el contrario, se hubieran dado cuenta de que su liberación de Egipto no fue iniciada ni llevada a cabo por ellos. Fue totalmente la acción de Dios, llevada a cabo por Su iniciativa. Dios mandó a Moisés al pueblo para decirles que El haría todo lo necesario para sacarlos de Egipto y llevarlos al desierto donde servirían al Señor. Entonces el pueblo se habría acordado que en Egipto habían visto los hechos poderosos de Dios. Esto les habría dado la seguridad de que Dios satisfaría todas sus necesidades. También habrían entendido que no se encontraban en una situación que ellos habían propiciado por su propia elección, sino por la dirección del Señor. El Señor los condujo allí, y El estaba presente con ellos, como lo indica la columna que permanecía entre el cielo y la tierra. Por tanto, no había ninguna necesidad de preocuparse acerca del suministro de agua. Ciertamente Dios no permitiría que murieran de sed. El proveería el agua que necesitaban. Por tanto, ellos podían estar tranquilos.

Si los hijos de Israel hubiesen sido tan espirituales, no sólo habrían agradecido al Señor, sino que lo habrían alabado con cantos y danzas. Podrían haber declarado con confianza: “nuestro Señor nos ha traído aquí. El tiene Su plan, y El nos proporcionará todo lo que necesitamos para nuestro vivir”. El pueblo de Dios debía haber tenido esta actitud, pero sin embargo ella fue totalmente distinta. Parece que ellos se olvidaron de todo lo que Dios había hecho por ellos. Además, hasta ignoraban la presencia del Señor en la columna. Altercaban con Moisés y se preguntaron si el Señor estaba entre ellos.

Debemos estar conscientes de que nuestra situación actual es idéntica y no debemos burlarnos de los hijos de Israel y criticarlos. En Exodo 17:1-6 tenemos un cuadro de nosotros mismos. Podemos entender perfectamente la doctrina y la enseñanza. Pero cuando estamos en esta clase de situación, nos olvidamos de todo lo que sabemos. Aún nos puede parecer que Dios no existe, pues quizá nos preguntemos si El está entre nosotros. En ese momento, quizá ya no nos demos cuenta de que el Señor está dentro de nosotros.


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