Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 65 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SESENTA Y CINCO

UNA DEBILIDAD NATURAL COMO ABRAHAM
Y
UNA VIDA NATURAL COMO JACOB

En los dos mensajes anteriores acerca de Isaac vimos que él era el heredero de la gracia, y que descansó y disfrutó durante toda su vida. Ahora veremos que en esta persona que disfruta la gracia todavía permanecen la vida y la debilidad naturales. Nos resulta difícil entender este punto. Según nuestro concepto natural y religioso, siempre pensamos que si obramos según nuestro ser natural, no podremos disfrutar de la gracia. Según nuestro concepto religioso, el disfrute de la gracia depende de lo espiritual que seamos. En nuestras enseñanzas y exhortaciones, especialmente a nuestros parientes e hijos decimos que para disfrutar la gracia de Dios debemos ser buenos, y que si no lo somos, no recibimos la gracia de Dios. Es probable que ninguno de nosotros haya pensado jamás que participar de la gracia de Dios no depende de nuestra espiritualidad. Por el contrario, todos hemos pensado que debemos ser espirituales para poder disfrutar la gracia de Dios.

Isaac fue un modelo del disfrute de la gracia de Dios. En toda la Biblia, difícilmente podemos encontrar otra persona que haya disfrutado de la gracia como lo hizo Isaac. Durante toda su vida, él no hizo otra cosa que disfrutar de la gracia de Dios. Su vida fue una vida de disfrute y de gracia. No obstante, en Isaac vemos exactamente la misma debilidad natural que tenía Abraham. Además, en Isaac también vemos la vida natural de Jacob. Igual que Jacob, Isaac vivió de una manera natural. Jacob amaba a su hijo José según su preferencia natural (37:3-4), y esto causó problemas en la familia. Los hermanos de José aborrecieron a éste porque su padre lo amaba con predilección. Isaac también amó a Esaú de la misma manera porque éste era un diestro cazador y podía conseguir así la carne que a Isaac tanto le gustaba (25:27-28). Por consiguiente, Esaú era el hijo preferido de su padre. Con eso vemos que Isaac y Jacob eran idénticos en cuanto a la vida natural.

Si usted afirma que Isaac no engañó a nadie, yo le demostraría que su esposa Rebeca, su ayuda idónea, le ayudó a engañar. En cierto sentido, Isaac era diferente a Jacob en cuanto a suplantar, pero esta diferencia fue borrada por Rebeca. La esposa forma parte del esposo; ella es el complemento y la perfección del marido. Sin Rebeca, Isaac probablemente no habría sido experto en engañar. Sin embargo, con Rebeca, él llegó a ser como Jacob. Jacob aprendió de su madre suplantadora a suplantar, y ella fue el complemento suplantador para su padre Isaac. Por lo tanto, en Isaac vemos la vida natural de Jacob.

Isaac era una persona que disfrutaba de la gracia. Conforme a nuestro concepto natural, una persona que tiene una debilidad natural y que vive en la vida natural nunca puede disfrutar de la gracia de Dios. Es así como pensamos nosotros, pero no la palabra de Dios. La Biblia no nos enseña que Isaac fuera muy espiritual. El era un hombre que tenía una debilidad natural y que seguía llevando una vida natural. Entonces ¿por qué disfrutaba tanto de la gracia de Dios? Simplemente porque Dios lo había dispuesto de esa manera. En nosotros los cristianos existe el aspecto de lo establecido por Dios. Ya dijimos que nuestro destino es disfrutar de la gracia de Dios. Este destino fue dispuesto antes de la fundación del mundo. No se imagine que si usted es espiritual, tiene el privilegio de disfrutar de la gracia de Dios, y si no lo es no podrá disfrutarla. Este es un concepto religioso, mas la Biblia no enseña tal cosa. Después de escuchar que el disfrute de la gracia no depende de nuestra condición espiritual, algunos dirán: “Si no necesitamos ser espirituales para disfrutar de la gracia de Dios, entonces no seamos espirituales”. No diga eso. Nuestro nivel de espiritualidad, cualquiera que sea, no nos ayudará a disfrutar de la gracia de Dios. Todo depende de lo establecido por Dios, y no de lo que seamos nosotros ni de lo que podamos hacer. En nosotros existe el aspecto de Isaac. Dios lo dispuso todo para que disfrutemos la gracia. Si somos espirituales, no disfrutaremos más gracia, y si no lo somos, no perderemos la gracia de Dios. Sin embargo, no debemos decir: “Hagamos males para que vengan bienes”. No desperdicie su tiempo intentando ser espiritual o intentando no serlo. Diga simplemente: “Oh Señor, te adoro por lo que Tú has establecido. Tú me has designado para que disfrute de la gracia”. Todos nosotros formamos parte, por lo menos, de Isaac. En nuestro ser existe el aspecto de la designación para disfrutar de la gracia del Señor.

¿Cuándo disfruta usted más gracia, cuando siente que es espiritual y bueno a los ojos de Dios, o cuando está desanimado y siente que es totalmente indigno? Yo he disfrutado más gracia cuando he estado abatido. Pero no debemos decir: “Estemos abatidos para disfrutar más gracia”. Si usted intenta hacer eso, no hallará nada. Repito que no depende de nosotros sino de lo que Dios dispuso. Espero que mi palabra no los aliente a ser espirituales ni a no serlo, sino que los anime a no ser nada. Sin embargo, no procure ser nada, pues su esfuerzo sigue siendo algo. Si usted pudiera decir: “Iré a casa y me olvidaré de todo”, eso sería maravilloso.

En el relato de la vida de Isaac, vemos una persona que disfrutaba de la gracia de Dios en todos los aspectos. ¿Cree usted que un hombre con tanto disfrute de la gracia de Dios podría tener todavía la debilidad natural de decir semejante mentira? El mintió al grado de exponer a su esposa al sacrificio. Tal vez digamos: “Si yo fuese esa persona, jamás mentiría así”. No diga eso. Podemos disfrutar más gracia y aún así mentir más que Isaac.

Considere su experiencia. Usted nunca ha mentido al punto de sacrificar a su esposa, pero le ha dicho grandes mentiras a su esposa. En mi juventud fui afectado por los conceptos religiosos, creyendo que los cristianos, y particularmente los que llamamos cristianos espirituales, nunca mentían. Con el tiempo, descubrí que los cristianos, incluyendo a los espirituales, también mienten. No sólo miente la gente mundana, sino también los cristianos y las personas espirituales. Esta es la condición del linaje caído. ¿Entonces qué debemos hacer? No debemos hacer nada. Dios nos escogió de entre el linaje caído, y Su designación llegó a nosotros. Esto no significa que cuando nos portemos bien o lleguemos a ser espirituales a los ojos de Dios, recibiremos más gracia. Isaac jamás intentó portarse bien ni ser espiritual, y aun así disfrutó continuamente de la gracia. No los animo a ser religiosos ni a no serlo; no los aliento a ser nada, pues el disfrute de la gracia de Dios no depende de la condición espiritual.

Isaac quería bendecir a su hijo Esaú. No obstante, él mezcló la bendición con su preferencia natural. En Génesis 27:3-4 Isaac dijo a Esaú: “Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera”. Pareciera que Isaac decía: “Esaú, antes que me muera quiero comer carne una vez más. Si tú me traes carne, yo te bendeciré”. Aquí vemos que Isaac mezcló la bendición de Dios con su preferencia natural. Nos preguntamos cómo una persona así podía bendecir a otros, pero Isaac de todos modos bendijo.

Isaac, quien no era religioso como nosotros, ni siquiera se daba cuenta de que no era espiritual. Supongamos que usted es padre de familia y quiere dar una bendición a uno de sus hijos. Creo que usted tendría cuidado y estaría alerta, orando y ayunando y no se atrevería a hablar en la carne ni conforme a su preferencia natural. Si usted fuese un hermano chino, ciertamente no le diría al hijo que está a punto de bendecir: “Hijo, vete al barrio chino y consígueme comida china, y luego te bendeciré”. Ningún hermano chino se atrevería a hacer eso, porque todos tenemos una tendencia religiosa a considerarnos espirituales. Todos diríamos: “Ahora que estoy a punto de bendecir a mi hijo, debo estar ante el Señor y no depender de mi preferencia natural”. Pero Isaac fue atrevido, y dijo a Esaú: “Hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera” (27:4). ¡Qué mezcla! Isaac, quien disfrutaba continuamente la gracia de Dios, bendijo ciegamente. No obstante, lo hizo en fe, y su bendición fue honrada por Dios (He. 11:20).

Cuando leí este pasaje en mi juventud, no pude entender esta mezcla tan grande. Dije: “Isaac ¿qué estás haciendo? Si quieres comer carne de la caza, entonces no hables de bendición. No deberías mezclar tu gusto natural con la bendición de Dios. ¿Cómo puede Dios honrar una bendición mezclada con su gusto natural?” Cuando Isaac le dijo directamente a Esaú que si él le preparaba la carne que a él le gustaba lo bendeciría, no estaba consciente de ser religioso. El estaba totalmente fuera de la religión. No existía ninguna religión en su concepto. Si nosotros hubiéramos estado ahí, habríamos dicho: “Isaac, no hables así. Si quieres obtener lo que a ti te gusta, no hables de la bendición de Dios. Dios jamás honrará tu bendición. Isaac, estás totalmente equivocado”. Sin embargo, Isaac habría dicho: “¿De qué estás hablando? Jamás voy a hablar de una manera tan religiosa. No tengo tal concepto, ni tengo una conciencia religiosa. Sólo sé dos cosas: quiero satisfacer mi gusto personal y deseo bendecir a mi hijo. Después de comer carne, bendeciré a mi hijo. No sé lo que significa ser espiritual ni religioso. Lo único que sé es que yo soy el padre, que él es mi hijo y que el mayor siempre bendice al menor”. Cuando era joven, eso me molestaba mucho, pues no podía entender cómo Isaac, que disfrutaba tanto de la gracia de Dios, podía tener todavía la misma debilidad que Abraham y la misma vida natural que Jacob.

Debemos ver dos puntos muy claramente. Primero, la gracia no se basa en lo que somos. El hecho de ser buenos o malos, espirituales o no espirituales, no tiene ninguna importancia. Dios nos ha dispuesto como el objeto de Su gracia; por lo tanto, la gracia viene a nosotros, y no la podemos rechazar. En segundo lugar, como hemos mencionado varias veces, Abraham, Isaac y Jacob no son tres personas separadas en la experiencia de vida, sino que representan tres aspectos de la experiencia de una sola persona completa. Esta es la razón por la cual en Isaac podemos ver tanto a Abraham como a Jacob. Isaac tenía la debilidad natural de Abraham y la vida natural de Jacob.


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