Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 22 de 65 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE VEINTIDÓS

ESTAMOS LLENOS EN CRISTO Y FUIMOS CIRCUNCIDADOS EN ÉL

Lectura bíblica: Col. 2:9-12, 18, 20-22; 1 Co. 1:30; Ef. 3:8

Después de que Pablo nos exhorta a estar alertas para que nadie nos lleve cautivos por medio de su filosofía y huecas sutilezas, él declara que en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (2:9). Luego, en el versículo 10, añade: “Y vosotros estáis llenos en El, que es la Cabeza de todo principado y potestad”. Estando en Cristo nada nos hace falta, puesto que en Él hemos sido perfeccionados y hechos completos. No hay razón alguna para recurrir a algo que no sea Cristo. Como veremos, las palabras de Pablo aquí se referían al culto a los ángeles.

Más adelante, en el versículo 11, Pablo dice que fuimos circuncidados en Cristo. Estar llenos en Él comunica una idea positiva, mientras que ser circuncidados implica desechar algo negativo, a saber, la carne, el yo y el hombre natural. Todas estas cosas las ha eliminado la circuncisión, la cual se efectúa en Cristo. En este mensaje, hablaremos por un lado de cómo llegamos a estar llenos en Cristo, y por otro, de cómo fuimos circuncidados.

I. ESTAMOS LLENOS EN CRISTO

A. Cristo es la corporificación
de toda la plenitud de la Deidad

En 2:9 Pablo dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Esto significa que Cristo es la corporificación de la plenitud de la Deidad, es decir, que la plenitud del Dios Triuno habita en Cristo de una forma corporal. El hecho de que la plenitud de la Deidad habite corporalmente en Cristo significa que mora en Él de una manera real y práctica.

B. Estamos llenos en Cristo

Ya que toda la plenitud de la Deidad está en Cristo, y en Él nosotros ya fuimos puestos (1 Co. 1:30), ya estamos llenos y completos en Él. El Nuevo Testamento revela claramente que todos los creyentes fuimos puestos en Cristo. Por consiguiente, ahora estamos identificados con Él y somos uno con Él. De este modo, todo lo que Él es y todo lo que Él tiene nos pertenece a nosotros, y todo lo que Él experimentó constituye nuestra historia. Así que, nosotros heredamos todo lo que Cristo experimentó y aquello por lo cual Él tuvo que pasar. Además, por ser uno con Él, participamos de todo lo que Él llevó a cabo, de todo lo que logró y de todo lo que obtuvo.

El matrimonio es un buen ejemplo de este hecho. Supongamos que una mujer pobre se casa con un hombre adinerado. Por estar unida a su esposo e identificada con él, ella participa de todo lo que él es y tiene. De la misma manera, nosotros somos miembros del Cristo todo-inclusivo. Fuimos puestos en Él, nos identificamos con Él, y estamos verdaderamente “casados” con Él. Por esto, ahora somos uno con Él. Todo aquello por lo cual Él tuvo que pasar constituye nuestra historia, y todo lo que Él obtuvo y logró forma parte de nuestra herencia. Estamos en este Cristo, y Él está en nosotros. Fuimos puestos en Él, ahora somos uno con Él y recibimos todo lo que Él es y tiene.

Algunos cristianos conocen este hecho a manera de doctrina, pero un simple entendimiento mental de nuestra unión con Cristo no es adecuado. Debemos ejercitar la fe, a fin de participar de todo lo que es nuestro en Cristo. No debemos considerarnos pobres, así como tampoco una mujer pobre debe seguir pensando que es pobre después de casarse con un hombre rico. Aunque se sienta así, ella debe recordarse a sí misma que las riquezas de su esposo ahora le pertenecen. De igual manera, nosotros somos uno con Cristo y no debemos considerarnos pobres. Al contrario, debemos tener plena certidumbre de lo que tenemos en Cristo.

A algunos cristianos, cuando oran, les gusta declarar cuán pobres, miserables e indignos son. Pero esta forma de orar refleja una falta de fe y certidumbre. Debemos creer con perfecta certidumbre que somos uno con el rico Cristo todo-inclusivo, con Aquel que es la corporificación de toda la plenitud del Dios Triuno. Si tenemos perfecta certidumbre al respecto, jamás nos consideraremos pobres.

No crea en sus sentimientos y más bien ponga su mirada en Cristo. Ejercite su fe para ver lo que Él es, lo que Él tuvo que pasar, lo que Él obtuvo y logró, y dónde Él está hoy. Debido a que Él está en el tercer cielo y nosotros somos uno con Él, nosotros también estamos en el tercer cielo. En Cristo no sólo somos millonarios, sino multimillonarios. Fuimos puestos en este Cristo, quien es inescrutablemente rico.

En este Cristo somos hechos perfectos, completos. En Él no nos falta nada. No hable de cuánto le hace falta a usted. Puesto que usted está en Cristo, a usted no le falta nada. En Él está la plenitud, la perfección, el completamiento. De hecho, Él mismo es la plenitud, la perfección y el completamiento. Por estar en Él, nosotros estamos completos y somos hechos perfectos; nada nos hace falta. Somos aquellos que poseen las riquezas de Cristo.

En Efesios 3:8 Pablo habla de las inescrutables riquezas de Cristo. Somos más que multimillonarios, pues las riquezas que poseemos son tantas que no se pueden contar. Sencillamente, no tenemos idea de cuán vastas son las riquezas que poseemos en Cristo. A menudo hemos orado: “Señor, soy pobre y miserable”, pero creo que muy pocos hemos orado de la siguiente manera: “Señor, te doy gracias porque soy rico y porque estoy completo y lleno. Puesto que estoy en Ti, Señor Jesús, soy más rico que el hombre más acaudalado. No me falta nada”. Espero que después de leer este mensaje, empiece a orar de esta manera. Dígale al Señor, a los ángeles e incluso a los demonios que usted es más rico que cualquier multimillonario terrenal porque está en Cristo, en Aquel cuyas riquezas son inescrutables.


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