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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 75 de 79 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE SETENTA Y CINCO

LA RESURRECCION DEL SALVADOR-HOMBRE

(6)

Lectura bíblica: 1 Co. 15:45; Jn. 14:16-20, 26; 12:24b; 1 P. 1:3; 2 Co. 5:17

En los mensajes anteriores hablamos de los aspectos objetivo y subjetivo de la resurrección del Salvador-Hombre. Con respecto al aspecto subjetivo, vimos que cuando Cristo resucitó, en efecto se transfiguró en Espíritu vivificante para entrar en Sus creyentes, hizo germinar la nueva creación para impartir en ellos la vida divina con el fin de regenerarles, y se propagó para producir la iglesia, la cual es Su reproducción. Este mensaje concluirá la serie de mensajes referente a dicho aspecto de la resurrección de Cristo. El punto conclusivo consiste en que la resurrección del Salvador-Hombre resulta en que El vive en nosotros. El resultado de la transfiguración, la germinación y la propagación del Salvador-Hombre es que El vive en Sus creyentes.

EL SALVADOR-HOMBRE
VIVE EN SUS CREYENTES

Hace germinar a los creyentes

Mediante la resurrección el Salvador-Hombre se transfiguró en Espíritu vivificante. Luego, entró en nosotros, la vieja creación y nos hizo germinar, de modo que llegamos a ser la nueva creación. Pablo usó la expresión la nueva creación en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas”. La vieja creación abarca los cielos, la tierra, billones de entidades y el linaje humano. Pero la nueva creación sólo abarca el pueblo escogido y redimido de Dios. El pueblo de Dios perteneció antes a la vieja creación. Sin embargo, cuando Cristo, el Espíritu vivificante, entró en nosotros, nos hizo germinar con el Dios Triuno para que fuésemos la nueva creación.

Esta germinación depende de un “germen”, y el germen con el cual Cristo nos hizo germinar es el Dios Triuno. Aunque esta palabra no le suene muy bien, no obstante, es la verdad que el Dios Triuno es el germen con el cual el Cristo pneumático nos hizo germinar. ¡Aleluya, que se nos hizo germinar con el “germen divino”! Es un hecho que se nos hizo germinar con el Dios Triuno, tenemos en nosotros este germen divino. Puesto que se nos hizo germinar mediante la resurrección del Salvador-Hombre, fuimos regenerados (1 P. 1:3).

El Cristo pneumático se reproduce

El hecho que el Salvador-Hombre hace germinar la nueva creación equivale a Su propagación, Su multiplicación. En los evangelios tenemos a un solo Cristo, el Cristo único, pero en Juan 20, después de que se infundió el Espíritu Santo como aliento en los discípulos, hubo por lo menos ciento veinte “Cristos”. Según el capítulo uno de Hechos, estos ciento veintiuno, los ciento veinte discípulos más el Señor Jesús, estuvieron en una reunión de oración que duró más de diez días. En Hechos 1 hubo ciento veintiún Cristos que se reunieron para orar. Más tarde, en el día de Pentecostés, se hicieron germinar otros tres mil. El único Cristo se convirtió primero en ciento veintiún Cristos, y luego, en tres mil ciento veintiún Cristos. Esta germinación es en realidad la reproducción del Cristo pneumático en Su resurrección.

En el día de Pentecostés, Cristo vivía en tres mil ciento veinte de Sus miembros. Ese Cristo era el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante. Este Cristo pneumático es en realidad Cristo mismo en resurrección.

Aquí no debemos hablar del Cristo resucitado, sino del Cristo en resurrección. Cristo mismo es la resurrección, y la realidad de ésta es el Espíritu vivificante. De hecho, el Espíritu vivificante es la resurrección. Cristo en resurrección es la resurrección misma, y ésta es el Espíritu vivificante.

El Espíritu vivificante es la realidad de la resurrección. Si uno no está en el Espíritu vivificante, tampoco está en resurrección. Pero si está en el Espíritu vivificante, sin duda está en resurrección.

Cristo en resurrección vive en nosotros

Juan 14:16-20 revela que el Cristo resucitado vive ahora en nosotros. En los versículos 16 y 17 el Señor dice: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros”. Conforme al versículo 16, el Señor rogaría al Padre para que diera a los discípulos otro Consolador. El Hijo era el primer Consolador y rogó al Padre que enviara otro Consolador, el Espíritu de realidad, quien estaría en nosotros. Luego en el versículo 18 el Señor añade: “Nos os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. Al leerlo con el versículo 17, esto indica que “El” [el sujeto de “esté”], quien es el Espíritu de realidad en el versículo 17, se convierte en el “Yo” del versículo 18. Esto indica que después de Su resurrección, el Señor fue hecho el Espíritu de realidad. Más tarde, el Señor, refiriéndose al día de Su resurrección, dice en Juan 14:20: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Aquí el Señor dice claramente “Yo en vosotros”, revelando que El mismo estaría en nosotros.

El Señor, al vivir en nosotros, no deja de estar en el Padre. Por un lado, en Juan 14:20 El dice: “Yo estoy en Mi Padre”, y por otro, “Yo en vosotros”. Sin duda, el Señor no está diciendo: “Cuando Yo entro en ti, dejo de estar en Mi Padre”. Al contrario, aquí el Señor parece decir: “Cuando entro en ti, entraré en ti con el Padre. No sólo estoy en el Padre, sino que el Padre también está en Mí. Por lo tanto, cuando estoy en ti, el Padre quien está en Mi también lo está”.

Lo que el Señor dice en el versículo 23 comprueba que la interpretación que damos del versículo 20 es correcta: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Que el Padre y el Hijo hagan morada con nosotros equivale a la expresión Yo en vosotros del versículo 20. ¿Quién está en nosotros? El “Yo” que está en nosotros no solamente es el Hijo, sino el Hijo con el Padre. Pero ¿qué hay del Espíritu? En Juan 14:26 el Señor Jesús habla de “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre”. El Hijo vino en nombre del Padre (Jn. 5:43) porque el Hijo y el Padre son uno solo (Jn. 10:30). Ahora vemos que el Espíritu es enviado en nombre del Hijo porque el Espíritu y el Hijo también son uno solo (2 Co. 3:17). Este es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo, y el Espíritu— que nos llega como el Espíritu. Por lo tanto, cuando el Espíritu viene, el Hijo y el Padre también vienen.

Cuando conjugamos estos versículos, vemos que Aquel que está en nosotros no es tan sencillo. Sin duda, El es el Hijo, pero es el Hijo en quien está el Padre, y también el Hijo quien viene con el Espíritu. Por lo tanto, vemos que el “Yo” en Juan 14:20 es el Dios Triuno.


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