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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 177 de 185 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO SETENTA Y SIETE

COMPAÑERO DE DIOS
(2)

Lectura bíblica: Ex. 32:30-33:23

En el mensaje anterior, vimos que Moisés era mas que amigo de Dios; era también Su compañero, Su socio. Moisés y Dios eran socios en una misma empresa. Como compañero de Dios, Moisés conocía el corazón de Dios y podía conversar íntimamente con El.

MANIFESTADO ENTRE LOS IDOLATRAS Y POR ELLOS

El hecho de que Moisés era compañero de Dios, fue puesto de manifiesto entre los idólatras y por ellos. Nosotros los que servimos a los santos en las iglesias, podemos sacar una lección importante con eso. La lección es ésta: No deberíamos quejarnos jamás de la situación. Los ancianos no deben decir: “todos los hermanos y hermanas causan problemas. Eso nos impide seguir adelante. Renunciemos, y Dejemos que otros sean ancianos. Luego se darán cuenta de cuán amargo resulta ser anciano en esta localidad”. A veces este pensamiento está en el corazón de los ancianos. A menudo he oído ancianos hablar de esta manera .

Los ancianos deben entender eso: los tratos que hemos recibido del Señor, lo que hemos aprendido de El, se manifestarán siempre por las dificultades que enfrentamos con los santos. Los idólatras pusieron de manifiesto las calificaciones de Moisés como compañero de Dios. Del mismo modo, los santos problemáticos crearán una oportunidad para que el Señor manifieste lo que El ha hecho en nosotros. Si los ancianos se involucran únicamente con hermanos y hermanas positivos, la verdadera naturaleza de los ancianos no será puesta de manifiesto.

El becerro de oro fue un golpe muy duro para Moisés. ¿Qué debía hacer al respecto? Esto fue determinado por la clase de persona que él era. La situación maligna que predominaba entre los hijos de Israel le proporcionó a Moisés la oportunidad de manifestar su calidad de compañero de Dios.

HIZO EXPIACION POR EL PUEBLO IDOLATRA
Y DURO DE CERVIZ

En Exodo 32:30 Moisés dijo al pueblo: “habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir ahora donde Jehová; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado”(hebreo). Aquí vemos que Moisés estaba dispuesto a conseguir la expiación por el pueblo idólatra y duro de cerviz. En el sentido humano, eso requería mucha paciencia. En lugar de Moisés, ¿habría usted estado dispuesto a apaciguar a Dios por el bien de este pueblo rebelde? Si hubiéramos estado allí, quizá le hubiéramos pedido a Dios que destruyera este pueblo. El apaciguamiento y la expiación requieren mucha paciencia.

CONVERSO INTIMAMENTE CON DIOS

Moisés buscó la expiación al conversar íntimamente con Dios. Leamos Exodo 32:31 “entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro”. Observe que Moisés usa aquí la expresión neutra “este pueblo”. El no dice al Señor “Tu pueblo”, y tampoco se refiere a ellos como “mi pueblo”. Dios dijo que fue Moisés el que sacó al pueblo fuera de Egipto (32:7). Sin embargo, Moisés dijo que era Dios El que los rescató (32:11). Moisés, el intermediario, el mediador, usa aquí una expresión neutral y no habla ni del pueblo de Dios ni de su pueblo, sino de “este pueblo”.

La Biblia no especifica si Moisés informó a Dios acerca en la manera en que él trató al pueblo idólatra. El no le comentó a Dios que hizo polvo con el becerro, que esparció el polvo en el agua, y obligó al pueblo a beber del agua. Tampoco le dijo al Señor que llamó algunos a que mataran a los idólatras. Vemos una conversación amistosa e íntima entre Dios y el Señor. Moisés le dijo simplemente a Dios que el pueblo había cometido un gran pecado al hacer dioses de oro.

INTERCEDIO ARRIESGANDO SU DESTINO ETERNO

Moisés buscó la expiación por el pueblo, arriesgando su propio destino eterno. En el versículo 32, él dijo al Señor: “que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”. Observe que Moisés no terminó la primera parte de su declaración. El dijo simplemente: “que perdones su pecado”. En lugar de Moisés, nosotros habríamos dicho algo por el estilo : “Ahora, si Tu no perdonas su pecado, no pasa nada”. No obstante, Moisés dejó el asunto abierto. Algunas traducciones lo confirman, pues usan una elipsis: “que perdones su pecado...” A veces nos resulta necesario hablar así a las personas que están a nuestro derredor. Cuando hablamos con nuestro esposo o esposa, quizá necesitamos decir: “si haces eso ...” No siempre debemos terminar nuestro pensamiento. Moisés habló de esta manera porque él se dio cuenta que él no era el Señor. Sólo el Señor es el Señor. Por tanto, Moisés no quería adelantarse y decir lo que sería el resultado o la consecuencia si el Señor perdonara el pecado de ellos.

La última parte de la declaración de Moisés en el versículo 32, muestra claramente que él estaba procurando la expiación por el pueblo, arriesgando su propio destino espiritual. El dijo al Señor: “Y si no, ráeme ahora de Tu libro que has escrito”. Aparentemente Moisés estaba diciendo: “En cuanto a mi destino, Señor, Te pido raerme si no vas a perdonar a este pueblo, pero dejo en Tus manos el asunto del destino del pueblo. Tú eres el único que puede determinar el destino de este pueblo”.

¿Cree usted que las palabras de Moisés en los versículos 31 y 32 son una oración sencilla? El no oró de una manera común, para los hijos de Israel. Por el contrario, él conversó íntimamente con Dios en nombre de ellos. Moisés encontró una manera sabia para apaciguar a Dios en esta situación.


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