Información del libro

Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 72 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE SEIS

LA PROPAGACION EN JERUSALEN,
JUDEA Y SAMARIA MEDIANTE EL MINISTERIO
DE LA COMPAÑIA DE PEDRO

(1)

Lectura bíblica: Hch 2:1-13

Después de hablar de la introducción (1:1-2) y de la preparación (1:3-26), llegamos a la tercera sección de este libro, la propagación, una sección bastante extensa que abarca desde 2:1 hasta 28:31. Recordemos que el tema de Hechos es la propagación del Cristo resucitado en Su ascensión, por el Espíritu, mediante los discípulos, para producir las iglesias, el reino de Dios. La propagación del Cristo resucitado empieza en Jerusalén, se extiende luego a Judea, Samaria y finalmente llega al mundo entero. En el capítulo dos, vemos el inicio de la propagación en Jerusalén, Judea y Samaria mediante el ministerio de la compañía de Pedro.

DOS COMPAÑIAS DE MINISTERIO

En Hechos vemos dos compañías de ministerio: la de Pedro y la de Pablo. En los capítulos del dos al doce, vemos el ministerio que llevan a cabo Pedro y sus colaboradores. Luego, en los capítulos del trece al veintiocho tenemos el ministerio que llevan a cabo Pablo y sus colaboradores. Ambas compañías propagaron al Cristo resucitado en Su ascensión.

EL DERRAMAMIENTO DEL ESPIRITU SANTO

El derramamiento del Espíritu Santo fue lo primero que ocurrió en la sección de propagación. Este derramamiento fue el bautismo en el Espíritu Santo que efectuó la Cabeza celestial sobre Su Cuerpo.

En cuanto al bautismo en el Espíritu Santo existen diversas enseñanzas, las cuales durante siglos han causado confusión entre los cristianos. Por lo tanto, debemos regresar a la Palabra pura, desechar toda otra enseñanza y sólo prestar atención a la revelación que presenta la Palabra santa de Dios.

EL DIA DE PENTECOSTES

El quincuagésimo día
desde la resurrección el Señor

Hechos 2:1 dice: “Al cumplirse, pues, el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.” La palabra “Pentecostés” significa quincuagésimo y se refiere en este caso al día cincuenta después de la resurrección del Señor. Este día concluía un período de siete semanas, el cual comenzó dos días después (el primer día de la semana: Lc. 23:54-24:1) de la Pascua en la que el Señor fue crucificado (Jn. 19:14). El día de Pentecostés fue el cumplimiento de la fiesta de las semanas (Dt. 16:10), que se llamaba también la fiesta de la siega (Ex. 23:16), para la cual se contaban siete semanas, comenzando desde el día en que se ofrecía una gavilla de las primicias de la siega hasta el día posterior al séptimo sábado (Lv. 23:10-11, 15-16). La gavilla de las primicias ofrecida ante Dios era un tipo del Cristo resucitado ofrecido a Dios en el día de Su resurrección (Jn. 20:17), que fue el día posterior al sábado (Jn. 20:1). Desde ese día hasta el día de Pentecostés pasaron exactamente cincuenta días.

La fiesta de la siega tipifica el deleite que tenemos del rico fruto producido por el Cristo resucitado. Este fruto es el Espíritu todo-inclusivo del Dios Triuno procesado, el Espíritu que El dio a Sus escogidos como bendición del evangelio (Gá. 3:14), para que disfrutaran al Cristo todo-inclusivo (la corporificación del Dios Triuno) como buena tierra. Esto significa que cuando los creyentes recibieron el Espíritu abundante el día de Pentecostés, no solamente entraron a la buena tierra, sino que también participaron de las abundantes riquezas del Cristo todo-inclusivo (Ef. 3:8) en Su resurrección y ascensión, quien es la porción que Dios les asignó en Su economía neotestamentaria.

Como ya dijimos, el día de Pentecostés fue el quincuagésimo día después de la resurrección del Señor. Sabemos que la resurrección del Señor ocurrió tres días después de Su muerte. No obstante, éstos no fueron tres días completos. El primero de los tres días, el viernes, fue el día en que crucificaron al Señor Jesús. El Señor estuvo en la cruz desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde. Después lo bajaron de la cruz y fue sepultado. El tiempo que faltaba para terminarse ese día se contó como un día entero. Según la manera judía de contar los días, un día empezaba por la tarde, y no por la mañana. Por ejemplo, Génesis 1:5 declara: “Y fue la tarde y la mañana un día”. Por tanto, los tres días se contaron tomando la última parte del viernes como día entero.

Si consideramos la parte del día viernes como un día entero, entonces podemos decir que hay tres días, desde la tarde del viernes, en la que el Señor Jesús fue crucificado, hasta la mañana de Su resurrección. La última parte del viernes se cuenta como un día; el sábado, el segundo día, fue un día entero; y parte del domingo construye el tercer día. Por lo tanto, el tiempo que en realidad el Señor estuvo en la tumba fue menos de cuarenta horas. Luego, en la primera parte del tercer día, después de menos de cuarenta horas de haber muerto, el Señor Jesús resucitó.

El día que el Señor resucitó, un domingo, fue el primer día después del día de reposo; por supuesto, éste corresponde con el sábado. El Señor resucitó el primer día de la semana, un día después del sábado. Si contamos cincuenta días a partir del segundo día después de la Pascua en la que el Señor fue crucificado, vemos que el día de Pentecostés coincidió con el quincuagésimo día después de Su resurrección. Por tanto, siete semanas separaban la resurrección del Señor y el día de Pentecostés, que también era domingo, el primer día de la semana.


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