Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE SETENTA

LAS ORDENANZAS Y LA DOCTRINA

Hemos visto que el Espíritu divino se ha mezclado con el espíritu humano para producir una sola entidad. La unidad producida por dicha mezcla constituye la vida de iglesia. Puesto que la iglesia es producida por la mezcla de lo divino con lo humano, podemos afirmar que la iglesia es un híbrido.

El libro de Efesios también expone ciertos elementos negativos que perjudican o estorban la vida de iglesia. La razón por la cual dichos elementos se tratan en este libro es que Efesios gira en torno a la iglesia.

CRISTO ABOLIO LAS ORDENANZAS
PARA CREAR UN SOLO Y NUEVO HOMBRE

Los que han sido cristianos por varios años saben que Cristo, como Cordero de Dios, murió en la cruz para quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29). Además, en la cruz Cristo crucificó al viejo hombre, destruyó a Satanás y juzgó al mundo. Esto quiere decir que Cristo, al morir en la cruz, acabó con el pecado, con el viejo hombre —el cual incluye la vieja naturaleza—, con Satanás y con el mundo. No obstante, pocos cristianos se dan cuenta de que en la cruz Cristo también eliminó las ordenanzas. El juzgó los pecados y el pecado para que nosotros fuéramos salvos; acabó con nuestra vieja naturaleza a fin de liberarnos del viejo hombre; además, destruyó a Satanás para que obtuviéramos la victoria sobre éste y le venciéramos; y puso fin al mundo con miras a que fuéramos santos, santificados, separados del mundo. Pero, ¿con qué fin acabó El con las ordenanzas? Lo hizo con el propósito de crear un solo y nuevo hombre. Los cristianos no ven este punto porque se centran en la salvación, la santificación o la victoria personales, y hacen caso omiso de la iglesia. Incluso muchos maestros de la Biblia no enseñan que el libro de Efesios nos revela que Cristo abolió las ordenanzas a fin de producir la iglesia. Esta es una de las revelaciones más importantes que el Señor ha dado a la iglesia recientemente. Cristo no sólo murió para salvarnos, liberarnos, santificarnos y darnos la victoria; El también murió para abolir las ordenanzas a fin de crear la iglesia, el nuevo hombre.

Las ordenanzas, los mandamientos y la ley figuran en una misma categoría. Sin la ley, no tendríamos mandamientos, los cuales dan lugar a las ordenanzas. En la cruz, Cristo abolió la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas.

Las ordenanzas están ligadas a la religión, la cultura y también a la naturaleza humana. Conforme a nuestra naturaleza, fácilmente tendemos a establecer ordenanzas. Las ordenanzas concuerdan con nuestra cultura. Cuanto más cultos somos, más ordenanzas tenemos.

Cristo abolió las ordenanzas para crear en Sí mismo un solo y nuevo hombre; El no las abolió para que fuéramos santos, espirituales o victoriosos. En cierto sentido, ni siquiera abolió las ordenanzas para que fuéramos salvos; El las abolió a fin de que la iglesia llegara a existir.

ABANDONAR LAS ORDENANZAS
PARA TENER LA VIDA ADECUADA DE IGLESIA

Si en verdad conocemos la iglesia, rechazaremos todas las ordenanzas. La iglesia es la mezcla del Dios procesado y la humanidad adecuada. En esta mezcla no hay ordenanzas, mandamientos ni reglas ni preceptos. Cuanto más vivamos en el espíritu mezclado, en la mezcla del Espíritu divino con el espíritu humano, más seremos liberados de las ordenanzas.

Sin embargo, si nos aferramos a las ordenanzas, seremos facciosos. Los cristianos se han dividido principalmente a causa de las ordenanzas; incluso muchas denominaciones han surgido por causa de ellas. ¿Tenemos la confianza de afirmar que no tenemos ninguna ordenanza? Pocos podemos afirmarlo. Los jóvenes tienen sus ordenanzas, y los mayores, las suyas. Las ordenanzas son la principal causa de los problemas que surgen entre los que toman la delantera en las iglesias.

Por ejemplo, algunos cristianos tienen ordenanzas con respecto a hablar en lenguas. Después de una reunión, un hermano vino a mí muy contento porque no le había molestado cuando oyó a una hermana hablar en lenguas. Le dije a este hermano que su gozo mostraba que todavía tenía conceptos respecto a hablar en lenguas. Por tanto, su reacción no era totalmente positiva. Si él hubiera podido estar rodeado de personas que hablaban en lenguas, sin tener ningún sentir al respecto, eso habría probado que no tiene ninguna ordenanza en cuanto a este asunto.

Si deseamos tener la vida adecuada de iglesia, debemos abandonar todas las ordenanzas y centrar todo nuestro ser en la mezcla del Espíritu divino con el espíritu humano. Sólo en esta mezcla podemos disfrutar de una vida de iglesia genuina.

Las ordenanzas tienen una estrecha relación con la religión. Sin ordenanzas sería imposible practicar una religión, pues ésta se compone de ordenanzas. Pero Cristo no desea establecer una religión; lo que El desea es obtener el nuevo hombre. Con este fin abolió en la cruz las ordenanzas. Tal vez algunos creyentes prefieren las reuniones ruidosas, mientras que otros prefieren que sean silenciosas. Sin embargo, favorecer a cualquiera de ellas equivale a tener ordenanzas. No debemos estar a favor de una sobre la otra; nuestra predilección debe ser el Espíritu. Sin embargo, a causa de nuestra naturaleza y la manera en que fuimos criados, tendemos a establecer ordenanzas de una clase o de otra. Pero mientras haya ordenanzas, no tendremos la realidad de la vida de iglesia. La vida de iglesia no consiste de ordenanzas, sino del Espíritu viviente.


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