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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 64 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE CUATRO

EL HOLOCAUSTO:
EL CRISTO QUE SATISFACE A DIOS

(2)

Lectura bíblica: Lv. 1:2-6

El holocausto es el Cristo que lleva una vida de absoluta entrega a Dios para Su satisfacción. En este mensaje, basándonos en el texto de Levítico 1, veremos cómo ofrecer a Cristo en calidad de holocausto.

Levítico 1—7 no nos proporciona detalles respecto a lo que Cristo es como las ofrendas; más bien, estos capítulos nos muestran la manera en que podemos ofrecer a Cristo. Aunque Levítico 1—7 nos dice que Cristo es el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones, en realidad estos capítulos no nos dicen cómo Cristo es dichas ofrendas, sino que presentan cómo ofrecer a Cristo en calidad de ofrenda. Levítico 1—7 no habla de todo lo que Cristo es como las ofrendas. Por ejemplo, Levítico 1 no presenta todo lo que Cristo es como holocausto, sino que presenta la manera de ofrecer a Cristo como holocausto. Si estos capítulos únicamente nos hablaran de todo lo que Cristo es como las ofrendas, entonces sólo nos enseñarían doctrinas objetivas. Sin embargo, estos capítulos no contienen meras enseñanzas objetivas, sino que nos revelan las experiencias subjetivas que podemos tener de Cristo. El capítulo 1 no nos enseña todo lo que Cristo es como holocausto, sino cómo podemos experimentar a Cristo y cómo podemos presentar a Dios nuestra experiencia de Cristo. Esto guarda relación por completo no con la doctrina, sino con la experiencia.

Si no comprendemos este asunto, nos producirán desconcierto algunas de las cosas que se mencionan en Levítico 1, como por ejemplo, el lavamiento del holocausto. ¿Qué significa el hecho de que Cristo como holocausto sea lavado? Un asunto como éste queda claro cuando comprendemos que dicho capítulo no nos habla de Cristo en Su totalidad como holocausto, sino que nos muestra la manera en que podemos ofrecer a Cristo. Lo que ofrecemos no es el propio Cristo en Su totalidad, sino el Cristo que hemos experimentado.

En Levítico 1 vemos a Cristo en calidad de holocausto primero como un novillo (v. 5), en segundo lugar, como una oveja o una cabra (v. 10), y finalmente, como una tórtola o un palomino (v. 14). Cuando yo era joven, esto me inquietaba mucho, pues me preguntaba cómo podíamos tener a un Cristo de distintos tamaños. Por supuesto, en Sí mismo y en Su totalidad Cristo tiene un solo tamaño. El tamaño de Cristo es universal; Sus dimensiones son la anchura, la longitud, la altura y la profundidad (Ef. 3:18). Ni siquiera un novillo puede representar a Cristo en Su grandeza universal, en Sus dimensiones.

Aunque en Sí mismo Cristo tiene un solo tamaño, en términos de nuestra experiencia Él puede tener varios tamaños. Por ejemplo, un nuevo creyente a quien se le ha ayudado a conocer a Cristo en cierta medida, puede ofrecer Cristo a Dios en la mesa de Señor. A los ojos de Dios, lo que él ofrece de Cristo tal vez sea como un palomino. Pero supongamos que el apóstol Pablo estuviera presente en la reunión y también ofreciera Cristo a Dios como holocausto. A los ojos de Dios, la ofrenda de Pablo tal vez sería comparable a un novillo. Luego, supongamos que en la misma reunión otro creyente, quien ha estado en el Señor durante quince años y ha tenido muchas experiencias con el Señor, ofrece a Cristo como su holocausto. Quizás a los ojos de Dios esa ofrenda sería semejante a un cordero. Así pues, en la misma reunión veríamos a Cristo como holocausto en tres tamaños. Por supuesto, esto no significa que Cristo en realidad sea de diferentes tamaños. En Sí mismo Cristo tiene un solo tamaño. La diferencia, por tanto, no radica en lo que Él es, sino en lo que nosotros experimentamos.

Al leer Levítico 1 debemos tener presente que este capítulo no nos enseña respecto al verdadero tamaño de Cristo en Su totalidad; más bien, este capítulo nos enseña acerca del Cristo que nosotros experimentamos. Cristo es eternamente grande, pero en términos de nuestra experiencia, Él quizás sea del tamaño de un palomino. Después de algunos años, tal vez podríamos ofrecer a Cristo como cordero; y si continuamos creciendo, con el tiempo podríamos ofrecer como holocausto a un Cristo semejante al que ofreció Pablo: un novillo. Esto guarda relación con la experiencia, no con la doctrina. El hecho de que en Levítico 1 el holocausto sea de distintos tamaños indica que este capítulo no enseña algo relacionado con la doctrina, sino con la experiencia.

Leamos ahora el texto de Levítico 1 y consideremos varios asuntos importantes relacionados con la experiencia.


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