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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 57 de 79 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE CINCUENTA Y SIETE

EL SALVADOR-HOMBRE SE ENCARNA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO QUE DIOS TENIA
AL CREAR AL HOMBRE

(2)

Lectura bíblica: 2 Co. 4:4b; Gn. 1:26a, 27a; Fil. 2:7b; Gn. 2:8-9; Jn. 1:1, 14; He. 2:16-17; 1 Ti. 3:16

En este mensaje continuaremos a estudiar el Salvador-Hombre que se encarna para cumplir el propósito que Dios tiene al crear al hombre.

LA INTENCION QUE DIOS TENIA
AL CREAR AL HOMBRE

En el mensaje anterior dijimos que Dios diseñó al hombre para que éste fuera uno con El, ya que lo creó a Su imagen y conforme a Su semejanza. La imagen se refiere al ser interior y la semejanza a la apariencia externa. De hecho, Dios creó al hombre a Su propia imagen con la intención de que éste fuera Su réplica. Además, para que el hombre sea la réplica de Dios, él debe tener la capacidad de contener lo que Dios es. Por lo tanto, el hombre fue hecho a la imagen de Dios para que lo duplique, y conforme a Su semejanza para que lo exprese.

El propósito que Dios tenía al crear al hombre era que éste fuera Su réplica y le exprese. Para que dicho propósito se realice es necesario que el hombre reciba a Dios y le tome como el árbol de la vida. Sin embargo, Adán, el hombre que Dios creó, no sólo incumplió con Su propósito, sino que dañó Su diseño. Por eso, después de miles de años, el Salvador-Hombre vino para cumplir el propósito que Dios tenía al crear al hombre.

EL SEGUNDO HOMBRE

Mediante la encarnación de Cristo, Dios en el Hijo se hizo hombre. Este hecho es de suma importancia. Según Su diseño Dios creó al hombre con un propósito determinado, pero éste fracaso y arruinó lo que El diseñó. Pero en vez de crear a otro hombre, Dios mismo vino para ser el segundo hombre (1 Co. 15:47). Dios vino, no en el Padre ni en el Espíritu sino en el Hijo, para ser el segundo hombre.

Al hablar de la encarnación el Nuevo Testamento dice que el Verbo, que es Dios, se hizo carne (Jn. 1:1, 14) y se manifestó en la carne (1 Ti. 3:16). Puesto que el primer hombre no realizó lo que Dios tenía propuesto y arruinó Su diseño, El mismo vino para ser el segundo hombre. ¡Aleluya por el segundo hombre!

Concebido por obra del Espíritu Santo
y nacido de una virgen humana

El Salvador-Hombre, el segundo hombre, no fue creado; sino que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de una virgen humana. Fue concebido por medio del Espíritu Santo para poseer la esencia divina y nació de una virgen humana para tener la esencia humana. Por lo tanto, este hombre posee dos esencias, la divina y la humana. Así que, El era la mezcla de Dios y hombre. Ya que esta persona maravillosa se componía de dos esencias, es decir de Dios y hombre, El era un Dios-hombre.

Lleva una vida humana
llena de la vida divina

Un asunto decisivo del Dios-hombre es que Su vida humana está llena de la vida divina como Su contenido. Contrario a lo que muchos piensan, el Evangelio de Lucas no contiene solamente historias, sino que también revela que el Dios-hombre llevó una vida humana llena de la vida divina como Su contenido. Por llevar una vida así, el Salvador-Hombre poseía la naturaleza y los atributos divinos, o sea, tenía el amor, la luz, la justicia y la santidad divinos. Por lo tanto, la naturaleza divina y sus atributos se manifestaron en la naturaleza y virtudes humanas del Salvador-Hombre.

El amor del Dios-hombre

La naturaleza divina y los atributos divinos del Salvador-Hombre se expresaron en Su naturaleza y sus virtudes humanas. Por lo tanto, cuando vivió en la tierra es difícil determinar quien era el que amaba, si Dios o un hombre. En la vida del Salvador-Hombre vemos el amor de un Dios-hombre, quien llevó una vida humana llena de la vida divina. Puesto que así vivió el Señor, el amor que manifestaba era una virtud humana llena del amor de Dios, como atributo divino.

Algunos de los casos mencionados en este evangelio muestran que el amor que el Salvador-Hombre expresó era un amor en el cual el atributo divino de amor se manifestó en la virtud humana. Vemos este amor en el caso del buen samaritano (Lc. 10:25-37), de la mujer pecaminosa en la casa de Simón el fariseo (7:36-50) y en el caso del ladrón en la cruz que pidió al Señor Jesús que se acordara de él (23:39-43). Aunque en cada uno de estos casos, el Señor Jesús manifestó un amor humano genuino, no era simplemente humano; Su amor estaba lleno del amor de Dios, lo cual fortalecía, elevaba y enriquecía Su amor humano.

Al leer este evangelio, tal vez no veamos que el amor divino fortalezca, eleve y enriquezca el amor humano del Salvador-Hombre. Por ejemplo, los que leen el Nuevo Testamento perciben fácilmente que el Señor Jesús sí amaba a los demás, y a los niños se les enseña a cantar: “Jesús me ama, esto yo lo sé”. Pero ¿qué clase de amor tiene Jesús? ¿Es humano o divino? Su amor no es solamente humano ni solamente divino, sino que es un amor lleno, fortalecido, elevado y enriquecido por el amor divino. Este amor maravillo es una composición, una mezcla del amor divino con el amor humano, lo cual el Salvador-Hombre, el Dios-hombre, expresó en Su vida. Por lo tanto, en el vivir del Señor se manifiesta unas virtudes humanas llenas, fortalecidas, elevadas y enriquecidas por los atributos divinos.


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