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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 46 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE NUEVE

MUERTOS A LA LEY PERO VIVOS PARA DIOS

Lectura bíblica: Gá. 2:19-20; 3:3; 5:16, 25; Ro. 7:4, 6; 6:4, 8, 10

Este mensaje es una continuación del mensaje anterior sobre la verdad del evangelio. El punto crucial de ese mensaje fue la unión orgánica que tenemos con Cristo, la cual ocurre espontáneamente cuando creemos en Cristo. En este mensaje avanzaremos para ver que hemos muerto a la ley a fin de que vivamos para Dios (2:19).

LA UNION ORGANICA

¿Cómo podemos morir a la ley a fin de vivir para Dios? Gálatas 2:19 indica que ya hemos muerto a la ley. Según su propia experiencia, ¿ha usted realmente muerto a la ley, o esto es simplemente un asunto de doctrina para usted? Además, ¿cómo podemos vivir para Dios? Si queremos contestar estas preguntas, debemos saber la verdad, la realidad, del evangelio. Si no estamos en realidad orgánicamente unidos a Cristo sino que estamos en nosotros mismos, entonces no estamos ni muertos a la ley ni vivos para Dios. Si estamos separados de la unión orgánica con Cristo, no podemos vivir para Dios. Por el contrario, viviremos para muchas otras cosas, menos para Dios.

El concepto de la unión orgánica está implicado en Romanos 7. En este capítulo Pablo usa la vida matrimonial como ejemplo. El matrimonio es una unión de vida. En esta unión la esposa es uno con el marido, y el marido es uno con la esposa. En Romanos 7:4 Pablo habla de que estamos casados con Cristo: “Así también vosotros, hermanos míos, se os ha hecho morir a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a Aquel que fue levantado de los muertos”. Según este versículo, nos hemos unido, es decir, nos hemos casado, con el Cristo resucitado. Entre El como el Novio y nosotros como la Novia existe una unión maravillosa. Somos uno con El en persona, nombre, vida y existencia. Esto muestra que nuestra vida cristiana es una vida de unidad orgánica con Cristo.

En Romanos 11 Pablo usa otro ejemplo: el hecho de injertar la rama de un árbol en otro árbol. En Romanos 11:17-24, Pablo usa como ejemplo que las ramas de un olivo silvestre son injertadas en un olivo cultivado. Como resultado del injerto, las ramas del olivo silvestre y las del olivo cultivado crecen juntas orgánicamente. Nosotros, las ramas del olivo silvestre, hemos sido injertados en Cristo, el olivo cultivado.

Algunos tal vez digan que el olivo cultivado que se menciona en Romanos se refiere a Israel. Aunque esto es correcto, también es verdad que en la Biblia el verdadero Israel siempre está identificado con Cristo, y Cristo con el verdadero Israel. A los ojos de Dios, no hay dos árboles en la tierra. Hay sólo un árbol, el olivo, el cual incluye a Cristo y al pueblo escogido de Dios. En otro tiempo éramos ramas del olivo silvestre, pero ahora hemos sido injertados en Cristo. Este ejemplo indica que la vida cristiana no consiste en intercambiar una vida por otra, es decir, no consiste en cambiar una vida más baja por una vida más alta, sino que consiste en una vida injertada, consiste en injertar la vida humana en la vida de Cristo. Después de que una rama ha sido injertada en otro árbol, ya no vive por si misma. Al contrario, vive por el árbol en el que ha sido injertada.

CORTAR Y UNIR

En el asunto de injertar, hay dos aspectos principales: el cortar y el unir o juntar. Si no se hace un corte, no puede haber ningún injerto. Si la rama de un árbol ha de ser injertada en otro árbol, la rama primeramente debe ser cortada, separada. Después que el corte ha sido hecho, la unión se lleva a cabo. Esta unión es orgánica. Por lo tanto, en el injerto tenemos el corte, el juntar y la unión orgánica. El corte corresponde a la muerte de Cristo y el juntar corresponde a la resurrección de Cristo. En la muerte de Cristo nuestra vida vieja fue cortada, y en la resurrección de Cristo fuimos unidos a El a fin de experimentar más crecimiento. La experiencia de la muerte de Cristo nos hace morir a la ley, mientras que la resurrección nos capacita para vivir para Dios. Por tanto, estar muerto a la ley y vivo para Dios tiene que ver con la muerte y la resurrección de Cristo. Sólo por medio de ser injertados en Cristo podemos ser uno con El en Su muerte y en Su resurrección.

En nosotros mismos no nos es posible morir a la ley o vivir para Dios. Sin embargo, cuando la preciosidad del Señor Jesús fue infundida en nosotros y empezamos a apreciarle, fuimos injertados en El. Por una parte, fuimos separados; por otra, fuimos unidos a Cristo en Su vida de resurrección. Después de que se efectuó esta unión, fuimos unidos orgánicamente con Cristo. Ahora simplemente debemos vivir en esta unión orgánica. Por el lado negativo, hemos sido separados en la muerte de Cristo; por el lado positivo, hemos sido unidos a Cristo en Su resurrección. Cuando fuimos separados, morimos no solamente a la ley, sino a todo lo que no sea Dios. Según Gálatas 6, por medio de la crucifixión de Cristo hemos muerto al mundo, particularmente al mundo religioso (vs. 13-14). Por el corte todo-inclusivo de la muerte todo-inclusiva de Cristo en la cruz, hemos muerto a todo lo que no sea Dios. Debido a que hemos sido injertados en Cristo, lo que El experimentó ha llegado a ser nuestra historia. Cuando El murió en la cruz, nosotros morimos en El. Cuando El fue crucificado, nosotros fuimos separados del olivo silvestre. Esto significa que fuimos separados del yo, de la carne, del mundo, de la religión, y de la ley y las ordenanzas que ésta implica. Además, debido a que hemos sido injertados en Cristo, Su resurrección también ha llegado a ser nuestra historia. Por lo tanto, podemos declarar con firmeza que con Cristo hemos sido crucificados, sepultados y resucitados. ¡Qué historia tan maravillosa tenemos!

Puesto que hemos sido separados de todo lo que no sea Dios, estamos muertos a la religión, incluyendo al judaísmo, al catolicismo y al protestantismo. Un aspecto de nuestra historia incluye la crucifixión por medio de la cual hemos sido separados de todo lo que no sea Dios. Pero el otro aspecto de esta historia incluye la resurrección en la cual hemos sido unidos al Dios Triuno. En esta unión, somos absolutamente uno con el Dios Triuno.

Es de vital importancia que todos nosotros veamos esta visión. Sin embargo, pocos cristianos la han visto. Si vemos la visión de esta unión orgánica, nuestro vivir será cambiado. Comprenderemos que hemos sido separados de la vieja fuente y unidos a una viviente Persona.


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