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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
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ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE TREINTA Y SEIS

EL HIJO VARON Y
EL RESTO DE LA DESCENDENCIA DE LA MUJER

Vimos ya que la mujer mencionada en Apocalipsis 12 no es una mujer individual sino una mujer universal y colectiva que simboliza la totalidad del pueblo de Dios. En Génesis 3:15 la mujer era una persona específica e individual; la simiente, Cristo, también era un individuo; y la serpiente era una pequeña culebra. Estos tres —la mujer, la simiente y la serpiente— eran individuos y todavía no se habían desarrollado. Pero en Apocalipsis 12 la mujer que vemos es universal y colectiva, y simboliza todo el pueblo de Dios: los patriarcas, representados por las doce estrellas; Israel, representado por la luna; y la iglesia, los creyentes neotestamentarios, representados por el sol. En Apocalipsis 12 la serpiente se ha convertido en un dragón. La serpiente se arrastra sobre la tierra, mientras que el dragón vuela por los aires. Ahora Satanás no sólo se mueve sobre la tierra, sino que también está muy activo en el aire. La simiente que se menciona en este capítulo no es solamente el Cristo individual sino una entidad corporativa, el Cristo corporativo, que consta de Cristo, quien es la Cabeza, y de todos los santos vencedores, el Cuerpo. Así que los tres personajes de Génesis 3:15 se presentan en una forma desarrollada en Apocalipsis 12. En este mensaje vamos a considerar al hijo varón y al resto de la descendencia de la mujer.

I. EL HIJO VARON

A. La parte fuerte que está dentro de la mujer

El versículo 2 dice que la mujer estaba encinta, y el versículo 5 dice que “dio a luz un hijo varón”. Este hijo, un varón, representa la parte fuerte del pueblo de Dios. Aunque en el versículo 2 este niño estaba dentro de la mujer, la Palabra no lo llama un niño, sino un hijo varón. Al leer y orar con respecto a este pasaje, nos damos cuenta de que el hijo varón no es un niño. Por el contrario, se refiere a la parte fuerte dentro de la mujer. Esta representa la totalidad del pueblo de Dios. Ahora bien, a lo largo de las generaciones han vivido algunos que han sido los fuertes entre el pueblo de Dios. Estos son considerados en la Biblia la unidad colectiva que pelea la batalla por Dios y que trae a la tierra el reino de Dios.

La historia demuestra que no todos los que componen el pueblo de Dios son fuertes. No, los fuertes sólo constituyen una minoría del pueblo de Dios. Tal fue el caso durante el tiempo de los patriarcas. ¿No cree usted que en los días de Noé había otros que pertenecían a Dios aparte de él? Yo creo que Dios tenía centenares de personas. Sin embargo, Noé era fuerte. A lo largo de la historia de Israel hubo centenares de millares que pertenecían a Dios, pero sólo unos pocos eran fuertes. Por ejemplo, Elías y Jeremías eran fuertes. Sin duda alguna, la mayoría del pueblo de Dios era Su pueblo verdadero, pero no eran fuertes. Hallamos lo mismo en el Nuevo Testamento. Hubo millares de cristianos en los primeros días; no obstante, solamente unos pocos eran verdaderamente fuertes. Aun en la actualidad, hay millares, millones, de cristianos, pero no son muchos los fuertes. Los animo a todos ustedes a ser fuertes.

No debemos ser solamente parte de la mujer, sino que debemos ser parte del hijo varón. En la Biblia la mujer representa a los débiles, y el hombre a los fuertes (1 P. 3:7). El hijo varón, la parte fuerte, está dentro de la mujer, la parte débil. Aunque la mujer resplandece y es universal, no es nada fuerte. Sólo una parte de ella lo es. Esto también se cumple en las iglesias locales, aun aquí en Anaheim. No todos los que se reúnen en Anaheim son fuertes. De hecho, creo que hay más débiles que fuertes. ¿Cuál es el caso en su propia localidad? En todas partes los fuertes son pocos, y los débiles son muchos.

Hay un proverbio que dice que si no tenemos cantidad, no podemos tener calidad. La calidad resulta de la cantidad. Supongamos que Dios tiene cien mil personas. Si el uno por ciento de éstas fueran fuertes, entonces El tendría mil personas fuertes. Primero tenemos cantidad, y luego calidad. Dios es sabio. Primero El obtiene la cantidad; llama a muchos; pero escoge a unos cuantos. Como dice en Mateo 22:14: “Muchos son llamados, y pocos escogidos”.

Aunque todos hemos venido al recobro del Señor, no debemos decir que todos los que están en el recobro serán vencedores. No tenemos garantía alguna para afirmar tal cosa. Sólo podemos decir que los que están en el recobro tienen una mayor posibilidad de ser vencedores. Ser un vencedor depende de cuánto participe uno de la gracia de Dios. La medida de la gracia de Dios que tenga usted, determinará si usted es fuerte entre el pueblo de Dios que está en el recobro del Señor. Le doy gracias al Señor porque todos nosotros somos parte de la mujer, pero no me atrevo a decir que todos seamos parte del hijo varón. Tenemos que acudir al Señor para ser enriquecidos, fortalecidos y hechos más firmes, a fin de crecer y pasar de la mujer a su parte fuerte. Pero no importa cuán fuerte llegue a ser usted, no se separe prematuramente de la mujer. Si lo hace, será un abortivo. Tenga cuidado con ser “demasiado fuerte”. Si usted es demasiado fuerte, saldrá de la mujer prematuramente. Permanezca en la mujer como parte del hijo varón hasta que llegue el día del alumbramiento.

¿Cómo podemos ser parte del hijo varón? Si usted desea ser parte del hijo varón, tiene que comer más, crecer más y fortalecerse. En términos específicos, usted debe orar más, pasar más tiempo con el Señor, comer más de la Palabra, experimentar más al Señor, crecer más en vida, y ser juzgado y castigado por el Señor a un mayor grado. Si otros esparcen chismes, usted no lo hará. Si otros no oran, usted orará más. Usted no debe separarse de la mujer, pero sí debe ser diferente a los demás en cierta medida. Hablar de la mujer es bastante general. Los que forman parte del hijo varón son, en cierto modo, peculiares. Muchos de los amados hermanos que están en el recobro del Señor son indiferentes; tienen poco apetito y no les llama la atención comer. Pero si usted desea estar en el hijo varón, no debe ser indiferente. Debe ser una persona peculiar, sobria y determinada. Debe tener un buen apetito y tener contacto directo con el Señor cada momento. Si hace esto, es posible que llegue a constituir la parte fuerte del recobro del Señor, la parte fuerte que está dentro de la mujer. Estar en el hijo varón depende de la manera en que reaccionemos al deseo de Dios, a Su mover, y a Su economía eterna. Si día y noche usted no puede vivir sin entregarse plenamente a la economía de Dios, es muy posible que usted sea parte del hijo varón.

La economía del Señor depende de los fuertes y no de los indiferentes; el caso es el mismo con el recobro del Señor. Es posible que haya millares de personas en el recobro del Señor; mas no todas son fuertes. Alabado sea el Señor por los fuertes. El recobro del Señor depende en su totalidad de ellos. No todos los que están en el recobro del Señor en los Estados Unidos son fuertes. Algunos dicen: “Aprecio el recobro del Señor, pero a mí me es imposible llegar al final”. Una persona así toma el recobro en serio y lo aprecia, pero no tiene una entrega absoluta. Damos gracias al Señor por los que son francos y fieles, ya que ellos se dan por completo; ésta es su afirmación: “¡He llegado a lo verdadero! Me entregaré plenamente a esto. No quiero ser neutral”. Debemos ser o fríos o calientes, pero no tibios. Si somos tibios, sólo serviremos para ser vomitados de la boca del Señor (3:16).

En primer lugar, la economía del Señor está relacionada con Su pueblo, el cual está representado por la mujer, pero la mujer sola no puede llevarla a cabo. Se necesitan los fuertes. Este principio siempre se aplica. Debemos ser fuertes y entregarnos sin reservas. Si seguimos este camino, debemos hacerlo sin la más mínima reserva. Pero si no tomamos este camino, debemos olvidarlo. No sólo debemos ser parte de la mujer, sino también del hijo varón que está en ella. No es suficiente solamente estar en el recobro del Señor. Tenemos que estar entre los que constituyen la parte fuerte del recobro del Señor. Tenemos que resistir toda prueba y tribulación que venga. Todos ustedes han oído bastante del hermano Watchman Nee. El estuvo encarcelado por más de veinte años. Durante esa larga prueba, él estuvo tentado todos los días a ceder. Pero alabado sea el Señor porque durante más de veinte años él permaneció en su posición y no cambió. El estaba verdaderamente en la parte fuerte. No busquen pretextos. Más bien, díganse a sí mismos: “Débil ego, vete. No tengo lugar para ti y no me interesas. Sólo me interesa el Señor, Su testimonio y Su recobro”. Todos tenemos que entregarnos plenamente y ser fuertes.

Si usted se da sin reservas y es fuerte, su apetito aumentará. Algunos creen que los tres mensajes que publica la estación de este ministerio son demasiado material para digerir. Cuando yo era joven, podía absorber treinta mensajes a la semana. Qué fácil es digerir solamente tres mensajes por semana. Sólo necesitamos leer seis páginas al día. Sin embargo, si usted no tiene apetito, aun un pequeño dulce será demasiada comida. Nosotros comemos según el hambre que tengamos. ¿Tiene usted un gran apetito? Si es así, usted querrá devorar toda la Biblia. Tres mensajes por semana no son demasiado. Incluso tres mensajes por día no serían nada exagerado. Muchos de ustedes tienen tiempo de esparcir chismes, pero no tienen tiempo para leer unas cuantas páginas de los mensajes del Estudio-vida. ¿Está usted en el hijo varón? Si lo está, entonces tendrá apetito. Las madres saben que si un niño no tiene buen apetito, no puede crecer ni ser fuerte. Si usted no come, no será fuerte ni crecerá. El recobro del Señor depende de los que tienen apetito. Estar en el hijo varón depende de cuánta hambre y sed tenga uno. Si usted verdaderamente tiene sed, aborrecerá los chismes y las sandeces. Usted dirá: “Estoy aquí para recibir adiestramiento, para ser fortalecido, nutrido y edificado. No tengo ni interés ni tiempo para regar chismes. No tengo interés alguno en conversaciones ociosas”. Si usted obra de este modo, demuestra que tiene la posibilidad de ser parte del hijo varón. Nuestro único interés es el recobro del Señor. Recuerden que el recobro del Señor es la expresión práctica de Su economía hoy. Solamente el hijo varón puede llevar a cabo la economía del Señor.

A la mayoría de los cristianos le es difícil entender Apocalipsis 12. Muchos no pueden entender quién es la mujer y quiénes son el resto de la descendencia de ella. Uno no puede comprender esto según el entendimiento natural. La mujer está compuesta de toda su descendencia. Si ella tuviera mil hijos, éstos, en conjunto, constituirían la mujer. No piense que esta mujer es una entidad separada de sus hijos. La mujer, la madre, es los hijos, y los hijos son la mujer.

Este capítulo no se aplica al futuro solamente, pues empezó en Génesis 3:15. Abel era descendiente de la mujer. Como tal, él era pare de la mujer y fue perseguido por Caín su hermano, quien era parte de la serpiente. La serpiente que hizo daño a Eva en Génesis 3, se introdujo sutilmente en Caín en Génesis 4, y así lo hizo parte de sí. Según Juan 8:44 no fue Caín quien mató a su hermano, sino Satanás, la serpiente. En Génesis 4 vemos que la mujer está representada por Abel, y la serpiente por Caín. Al avanzar en el Antiguo Testamento, vemos que Elías y Jeremías eran parte de la mujer y que los que se les oponían eran parte de la serpiente. El Señor Jesús era, sin lugar a dudas, la simiente de la mujer. En frente de El estaba la simiente de la serpiente, la “cría de víboras” (Mt. 23:33), o sea los fariseos. Todos los que se oponían al Señor Jesús eran parte de la serpiente. Cuando el apóstol Pablo era Saulo de Tarso y perseguía a la iglesia y la asolaba, era parte de la serpiente. Pero el Señor lo llamó, y Saulo vino a ser parte de la mujer. Todas las sinagogas de Satanás (2:9) también eran parte del dragón. En los días en que se escribió el Nuevo Testamento, la serpiente había llegado a ser un gran dragón. Todas las sinagogas judías habían llegado a ser uno con la serpiente en la persecución de la mujer.

Esto ha continuado por todas la generaciones hasta el presente. Hoy en día, en cierto sentido, somos la mujer, pero en otro sentido, somos el hijo varón. Directamente frente a nosotros está el dragón. Aun mientras hablo, puedo ver al dragón delante de mí. No le teman, pues nosotros tenemos al que es más fuerte que él (1 Jn. 4:4). El dragón puede enviar aguas, pero Dios usará la tierra para que las trague (12:15-16). Abel fue el primer miembro del hijo varón. Todos los mártires también son parte del hijo varón. Ya veremos que todos los vencedores que murieron están incluidos en el hijo varón.

El período en el que la mujer está encinta no es nueve meses, sino aproximadamente seis mil años. Su preñez dura desde la muerte de Abel hasta los días de la gran tribulación cuando Satanás será uno con el anticristo y juntos perseguirán a los creyentes que queden en la tierra durante la gran tribulación. Los cristianos que se rehúsen a adorar la imagen del anticristo serán los vencedores tardíos mencionados en Apocalipsis 15. Desde los días de Abel hasta Apocalipsis 15 habrán transcurrido unos seis mil años. Este es el lapso en el que la mujer está encinta.

Frente a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo varón está la serpiente que se ha convertido en el dragón. Este ser insidioso ha estado peleando a lo largo de los siglos con la intención de destruir al pueblo de Dios. El ha usado todos los medios, incluyendo al judaísmo y al catolicismo, para lograr su cometido. En la historia de los mártires escrita por Foxe, él dice que la Iglesia Católica Romana llegó a matar más santos que el Imperio Romano. Si usted va a España, no tendrá la misma libertad de hablar que tenemos en Estados Unidos. Si usted habla públicamente, probablemente será perseguido por los religiosos. Aunque ellos lo persiguen tratando de preservar la religión de ellos, no se dan cuenta de que son parte del dragón. En la actualidad se sigue librando esta guerra de persecución. Algunas veces me preguntan por qué somos confrontados con tanta oposición, y por qué no se habla bien de nosotros. En tanto que estemos firmes proclamando el testimonio de Jesús, hallaremos oposición. Satanás nunca duerme; día y noche hace lo posible por destruir el testimonio del Señor. Pero alabado sea el Señor que Su recobro está aquí. La verdadera mujer está aquí, y dentro de ella está el hijo varón.

No crean que Apocalipsis 12 habla solamente de eventos futuros. No, empezó en Génesis 3:15 y ha continuado desde entonces. En Gálatas 4:29 Pablo dice que los que son de la carne persiguen a los que son del espíritu. Los carnales son uno con el dragón, y los espirituales son los que están en la mujer y en el hijo varón. La mujer está ahora sobre la tierra. En ella se encuentra la parte fuerte, el hijo varón. Esta es la razón por la cual hallamos tanta oposición y tanta lucha. Esta oposición es una señal de que somos la mujer que lleva en su vientre el hijo varón, pues si no lo fuésemos, no afrontaríamos ninguna oposición. ¡Alabado sea el Señor por la oposición! Es una evidencia de que estamos en la mujer y en el hijo varón que está en ella.


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