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Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE TRES

ESCOGIDOS PARA SER SANTOS

En este mensaje llegamos al tema de la elección (1:4), el hecho de que Dios nos escogió para que fuésemos santos.

I. EL PRIMER ITEM DE LA BENDICION DE DIOS

Efesios 1:4 dice: “Según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El en amor”. Después del versículo 3, los versículos del 4 al 14 enumeran todas las bendiciones espirituales con las que Dios nos bendijo. La elección es la primera bendición que Dios nos otorgó; es el primer ítem de las buenas palabras que Dios expresa acerca de la iglesia. El hecho de que Dios nos escogió equivale a que El nos seleccionó. De entre la incontable multitud de personas, Dios nos seleccionó a nosotros.

II. EN EL

Dios nos escogió “en El”, es decir, en Cristo. Cristo fue la esfera en la que Dios nos seleccionó. Fuera de Cristo, no somos la elección de Dios.

III. ANTES DE LA FUNDACION DEL MUNDO

El versículo 4 dice que Dios nos escogió antes de la fundación del mundo. Esto fue en la eternidad pasada. Dios, antes de crearnos, nos escogió conforme a Su infinita presciencia. El libro de Romanos comienza hablando del hombre caído, quien se halla en la tierra, mientras que Efesios inicia hablando de las personas que Dios escogió, las cuales están en los lugares celestiales.

Dios no efectuó Su elección en el tiempo, sino en la eternidad. Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo. De entre millones de personas, El nos vio a nosotros de antemano, aun antes de que naciéramos, y nos escogió desde antes de fundar el mundo. La expresión “antes de la fundación del mundo” alude a todo el universo, no sólo a la tierra. Esto indica que el universo fue fundado para que el hombre existiera en él y cumpliera el propósito eterno de Dios. Sin tal universo sería imposible que el hombre existiera. El hombre existe con el fin de llevar a cabo el propósito eterno de Dios. Por ende, el hombre figura en el centro del propósito eterno de Dios. El universo fue fundado para que el hombre existiera y cumpliera el propósito eterno de Dios.

IV. PARA QUE FUESEMOS SANTOS

Dios nos escogió para que fuésemos santos. Las enseñanzas cristianas modernas han tergiversado el significado de las palabras “santo” y “santidad”. Quizás el entendimiento que usted tiene de la santidad esté afectado por dichas enseñanzas; pero la palabra “santo”, tal como se usa en la Biblia, no concuerda con nuestro concepto natural. Muchos piensan que la santidad consiste en no tener pecado. Según este concepto, una persona es santa si no peca; sin embargo, esta idea es totalmente errónea. La santidad no equivale a la ausencia del pecado ni a la perfección. Ser santo no solamente significa ser santificado o separado para Dios, sino también ser diferente, distinto, a todo lo común. Sólo Dios es diferente y distinto a todo; por tanto, sólo El es santo, Su misma naturaleza es la santidad.

Dios nos hace santos impartiéndose a Sí mismo, el Santo, en nuestro ser a fin de que todo nuestro ser sea impregnado y saturado de Su naturaleza santa. Para que nosotros, los escogidos de Dios, seamos santos, necesitamos participar de la naturaleza divina (2 P. 1:4) y permitir que todo nuestro ser sea empapado de Dios mismo. Esto es diferente a ser perfectos, puros y sin pecado, pues hace que todo nuestro ser sea santo en la naturaleza y el carácter de Dios, tal como lo es Dios mismo.


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