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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 53 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE TRES

CONFORMAN UN EJÉRCITO

(2)

Lectura bíblica: Nm. 2

En este mensaje consideraremos el hecho de que los hijos de Israel acampaban en orden.

IV. ACAMPAN EN ORDEN

En Números 2 vemos que los hijos de Israel acamparon en orden. Poner algo en orden es acomodar algo de una manera hermosa para exhibirlo. Todas las tribus acampadas en orden exhibían un orden hermoso. En este orden estaban incluidos las doce tribus, las tres familias de los hijos de Leví y un grupo extraordinario conformado por Moisés, Aarón y los hijos de Aarón, los sacerdotes.

A. Los hijos de Israel acampados en orden
tipifican al pueblo redimido de Dios,
cuya consumación será la Nueva Jerusalén

Los hijos de Israel acampados en orden tipifican al pueblo redimido de Dios, cuya consumación será la Nueva Jerusalén. Según nuestra observación y según la aparente situación de la iglesia hoy en día, no se ve que nadie acampe en orden. En la Iglesia Católica, en las iglesias estatales, en las denominaciones y en los grupos libres hay mucha confusión. En todas estas entidades hay verdaderos creyentes, los cuales son personas que Dios ha escogido. No obstante, entre estos verdaderos creyentes, hay mucha cizaña, muchos falsos creyentes, como se revela en la parábola de Mateo 13:24-30, 36-43. Por supuesto, el ejército que Dios conforma no incluye la cizaña; éste únicamente se compone de los verdaderos creyentes de Cristo que han existido en todas las generaciones. Todos estos creyentes, después de que sean salvos, santificados, renovados, transformados y conformados a la imagen de Cristo, serán glorificados. En esta glorificación se verá la realidad de la Nueva Jerusalén, la cual será la consumación de la obra de la nueva creación que Dios, según Su economía neotestamentaria, lleva a cabo en la vieja creación.

Dios empleará cuatro dispensaciones para producir Su nueva creación a partir de la vieja creación. Al final, la obra de la nueva creación que Dios realiza alcanzará su consumación en una entidad: la Nueva Jerusalén. Allí veremos al pueblo redimido por Dios acampado en orden. Hoy, sin embargo, la situación que impera entre los hijos de Dios es una de desorden, lo cual nos causa lamento y llanto. Pero creemos que este llanto se tornará en un jubileo. Primero, experimentaremos un jubileo en pequeña escala durante el milenio; después, experimentaremos el jubileo en toda su magnitud por toda la eternidad en el cielo nuevo y la tierra nueva.

La Biblia en su totalidad, en los sesenta y seis libros que la componen, nos muestra una sola cosa: la economía de Dios. La economía de Dios consiste primeramente en producir la vieja creación. Luego, a partir de la vieja creación, Dios usa cuatro dispensaciones para producir la nueva creación. Hoy en día la consumación de esta nueva creación es la iglesia; durante el milenio, dicha consumación será la Nueva Jerusalén en pequeña escala; y en el cielo nuevo y la tierra nueva, esta consumación será la Nueva Jerusalén en toda su magnitud. La Nueva Jerusalén es la consumación del cuadro de la economía de Dios revelado en la Biblia.

Cuando Dios nos muestra un cuadro, a Él no le interesan las cosas negativas. Lo único que le interesa es lo que Él ve. En Mateo 13 vemos cosas negativas —la cizaña, la levadura y el gran árbol— en medio de las cosas preciosas. A Dios, en Su economía, no le interesan estas cosas, sino que le interesa el trigo (la vida vegetal), el cual será transformado en naturaleza para llegar a ser oro, perlas y piedras preciosas (minerales). Todas estas cosas preciosas hallarán su consumación en la Nueva Jerusalén. En la Nueva Jerusalén no veremos más la cizaña, la levadura ni tampoco el gran árbol; más bien, veremos el oro, las perlas y las piedras preciosas.

Tenemos que reconocer que, en el presente, aún tenemos algo de levadura y algo del elemento del gran árbol. Tener el elemento del gran árbol equivale a tener el deseo de ser grandes y de tener una bonita fachada. Confesamos que la levadura y el elemento del gran árbol aún persisten entre nosotros y que incluso están en nosotros. No obstante, podemos alegrarnos al estar seguros de que también tenemos oro, perlas y piedras preciosas, y que éstos están creciendo y aumentando. Podemos estar seguros de esto con respecto a nosotros mismos y también con respecto a la iglesia. Al observar nuestra iglesia y nuestra obra, tal vez nos entristezca ver el daño causado por la situación desordenada en que nos encontramos. Mateo 13 nos muestra que esto es inevitable. Pero un día iremos desde Mateo 13 hasta Apocalipsis 21 y 22, donde vemos la Nueva Jerusalén constituida de oro, perlas y piedras preciosas.

Hoy en la presente vida de iglesia es posible que los ancianos experimenten más dolores de cabeza que alegrías. Sin embargo, en vez de desechar la iglesia, ellos deben seguir adelante hasta que hayan salido de Mateo 13 y hayan llegado a la Nueva Jerusalén.

Primero, llegaremos a la Nueva Jerusalén en el reino milenario, durante el cual todavía estaremos en la vieja creación pero en una dispensación avivada. Si somos fieles al Señor en esta vida, estaremos allí en el reino milenario participando de la Nueva Jerusalén antes del cielo nuevo y la tierra nueva. Pero si somos derrotados, Dios nos disciplinará muy severamente por mil años. En el reino milenario, la Nueva Jerusalén (Ap. 3:12) será un premio dado únicamente a los santos que venzan, mientras que en el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será la porción común de todos los redimidos por la eternidad. En el cielo nuevo y la tierra nueva todos los redimidos de Dios habrán sido perfeccionados y completados. Así que, por la eternidad, en la Nueva Jerusalén no habrá más polvo, sino oro, perlas y piedras preciosas.


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