Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 65 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE DOS

INTRODUCCIÓN

Colosenses 1:1-8 constituye la introducción de esta epístola, donde se nos presenta el propósito y el tema del libro. El propósito y el tema de Pablo no se mencionan de una forma explícita, sino indirectamente mediante los indicios que nos proporcionan estos versículos.

TRES INDICIOS

El primero de estos indicios es la frase “la esperanza que os está guardada en los cielos” (v. 5). Otro indicio lo encontramos en la expresión “la palabra de la verdad del evangelio” (v. 5). Observemos que aquí Pablo habla de la palabra de la verdad del evangelio, y no simplemente de la palabra del evangelio. El tercer indicio se ve en las palabras “conocisteis la gracia de Dios en verdad” (v. 6). ¿Qué modifica la frase “en verdad”? De acuerdo con muchas versiones, esta frase modifica la palabra gracia, mientras que otras consideran dicha frase un adverbio que modifica el predicado “conocisteis”. Pero si entendemos que aquí la palabra verdad significa realidad, y no simplemente sinceridad, entonces es correcto deducir que la frase “en verdad” modifica el predicado “conocisteis”. Conforme a este entendimiento, Pablo está diciendo que debemos conocer la gracia de Dios en su realidad.

LA ESPERANZA QUE NOS ESTÁ GUARDADA

Examinemos ahora la esperanza mencionada en el versículo 5. La esperanza, la fe y el amor mencionados en los versículos 4 y 5, son las mismas tres cosas que el apóstol recalcó en 1 Corintios 13:13. Allí, debido a la situación de los corintios, se dio énfasis al amor; aquí se da énfasis a la esperanza, la cual, hablando con propiedad, es Cristo mismo (v. 27), a fin de que Él sea revelado como el todo para nosotros. Algunos piensan que la esperanza que nos está guardada en los cielos se refiere a alguna bendición particular o a cierta clase de goce glorioso. Cuando era joven, se me dijo que, conforme a Juan 14, el Señor Jesús nos estaba preparando una mansión maravillosa en los cielos y que ésa era la esperanza que nos estaba guardada. ¡Qué error más grave! Nuestra esperanza es Cristo mismo. Según el versículo 27, Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Por un lado, Él está en los cielos, pero por otro, Él está en nosotros con el fin de ser nuestra esperanza.

LA FE Y EL AMOR

Si queremos entender esto plenamente, tenemos que examinar la fe y el amor mencionados en el versículo 4. En este versículo Pablo dice: “Habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos”. Tener fe es tocar la realidad de lo que está en Cristo y recibirla; amar es experimentar y disfrutar lo que hemos recibido de Cristo; y tener esperanza es aguardar con certeza la glorificación en Cristo. Todo verdadero cristiano tiene fe en el Señor Jesús y amor para con todos los santos. Éstas son dos señales que distinguen a los verdaderos cristianos. Supongamos que yo me acercara a cierta persona y le dijera que creo en el Señor Jesús. Si esa persona no me responde en amor, es posible que no sea un verdadero creyente. El amor hacia los hermanos debe acompañar siempre a la fe en el Señor Jesús. El amor y la fe no pueden divorciarse.

Desde el primer momento en que creímos en Cristo, sentimos espontáneamente amor por los demás creyentes, sin importar su nacionalidad. Conforme a mi naturaleza y mi trasfondo, jamás podría amar a los japoneses. De joven, incluso llegué a odiarlos por el daño que Japón le había causado a China. Sin embargo, después de que fui salvo y empecé a participar en el ministerio del Señor, fui invitado a Manchuria por algunos hermanos japoneses. Asistí a una pequeña reunión que se llevó a cabo en el hogar de un creyente japonés. En el momento en que entré en aquel cuarto, espontáneamente brotó en mí un amor hacia aquellos hermanos, y mi odio por los japoneses se desvaneció. Aquellos hermanos creían en el Señor Jesús, y yo también. Por lo tanto, nos podíamos amar mutuamente como creyentes de Cristo. Éste no es un amor natural, sino un amor que procede de nuestra fe en el Señor Jesús. Debemos amar a todos los santos, al igual que los colosenses, quienes no tuvieron en cuenta tanto la nacionalidad de ellos como el que fueran judíos o gentiles.

En el recobro del Señor hay hermanos de diversas nacionalidades. Humanamente, es imposible ser uno. Pero alabamos al Señor porque sin importar cuál sea nuestra nacionalidad, nos amamos unos a otros debido a que todos tenemos fe en el Señor Jesús. Así, cuando me encuentro con hermanos de Japón, no siento que ellos sean japoneses y que yo sea un hermano chino. Por el contrario, lo único que siento es que todos somos hermanos santos en Cristo.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top