Información del libro

Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 50 de 68 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE CINCUENTA

LAS SIETE COPAS
(2)

Antes de considerar el derramamiento de las siete copas, quisiera decir algo más acerca del Dios que está en el trono y el Dios que está en el templo. Muchos cristianos, incluyendo a muchos de los que estamos en el recobro del Señor, conocen a Dios solamente como al Dios que está en el trono. Saben muy poco de Dios como el Dios que está en el templo. No es difícil conocer al Dios que está en el trono, porque esto podemos comprenderlo en nuestro entendimiento natural. Sin embargo, para conocer a Dios como el Dios que está en el templo, necesitamos recibir una visión celestial.

En la Biblia Dios se revela primeramente como el Dios que está en el trono. A lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios gradualmente se dio cuenta que Dios es el Todopoderoso que está en el trono. El trono de Dios está relacionado con Su dominio. Finalmente, la revelación que contiene la Biblia nos conduce del trono, el gobierno de Dios, al templo, la expresión de Dios. En el Antiguo Testamento vemos a Dios en Su templo. En el Nuevo Testamento vemos a Dios en Su casa, Su templo, la iglesia. Al final, en la consumación de la Biblia, en el libro de Apocalipsis, están combinados el trono y el templo (16:17). En Apocalipsis vemos a Dios sentado en el trono en la Nueva Jerusalén (22:1).

La mayoría de los cristianos conoce hoy a Cristo solamente como el Dios del trono. En sus oraciones y alabanzas consideran a Dios como Aquel que está sentado en Su trono. Tienen la certeza de que si el mundo entero se inundara, Dios continuaría en el trono. Aunque hemos oído frecuentemente oraciones dirigidas al Dios que está en el trono y aunque tenemos himnos que dicen que Dios está en el trono, es difícil encontrar un himno que diga que Dios no sólo está en el trono, sino también en el templo. Pocos cristianos tienen la visión de que Dios está en el templo.

Dios está en el trono para llevar a cabo Su administración, pero El está en el templo para expresarse. El eterno propósito de Dios no es estar en el trono, sino en el templo. No es necesario edificar el trono de Dios, puesto que está establecido para siempre y existe de eternidad a eternidad (Sal. 45:6). Sin embargo, el templo de Dios requiere mucha edificación. El deseo de Dios no es simplemente estar en el trono; El ha estado en el trono desde la eternidad. Dios desea un templo, una expresión. Aunque todos los cristianos saben que Dios es el Todopoderoso que está en el trono, pocos se dan cuenta de que Dios necesita un templo, la iglesia, el edificio, que lo exprese. Hemos estado proclamando este asunto en este país por más de catorce años. Sin embargo, aun entre nosotros, pocos hablan en sus alabanzas del Dios que está en Su templo. Alaban al Dios que está en el trono. ¿Ha alabado usted alguna vez a Dios estando consciente de que El desea obtener el templo?

Repito, la Biblia entera primero revela al Dios que está en el trono. Gradualmente revela el deseo de Dios de obtener el templo. El templo consumado y final será la Nueva Jerusalén. Como ya hicimos notar, la Nueva Jerusalén no solamente será el templo de Dios, sino también el Lugar Santísimo. Por la eternidad en la Nueva Jerusalén, Dios estará en el Cordero sobre el trono. El será el Dios que está sobre el trono en Su templo, y Su dominio tendrá Su expresión plena por la eternidad. Todo lo que Dios está haciendo hoy tiene este único fin. Esta es la razón por la cual decimos que no estamos interesados simplemente en la salvación individual, sino en la edificación corporativa de la iglesia. Otra vez digo que la intención de Dios es obtener este templo. El trono de Dios se relaciona con Su templo; esto es, Su administración conduce a Su expresión. Finalmente, en la Nueva Jerusalén el río de agua de vida fluirá del trono de Dios para abastecer a la ciudad entera. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén será la consumación del fluir de Dios desde el trono.

III. SON DERRAMADAS LAS SIETE COPAS

A. La primera copa

Apocalipsis 16:2 dice: “Fue el primero, y derramó su copa en la tierra, y vino una úlcera maligna y dañina sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen”. Dios en Su última expresión de ira marcará a los rebeldes con una úlcera en la piel porque ellos llevan la marca de la bestia. Esta marca será semejante a un cáncer. En esa circunstancia Dios parece estar diciendo: “Ya que llevas la marca de Mi enemigo, la bestia, pondré una marca sobre ti”. Creo que esta úlcera no vendrá sobre los estadounidenses, sino sobre los ciudadanos del Imperio Romano regido por el anticristo, quienes llevan el nombre de éste o el número de su nombre.


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