Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 39 de 62 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE TREINTA Y NUEVE

PARTICIPAR DE LA ABUNDANTE SUMINISTRACION DEL ESPIRITU Y DISFRUTAR DE LAS RIQUEZAS
DE CRISTO AL RECIBIR LA PALABRA DE DIOS

(1)

Lectura bíblica: Fil. 1:19-21; 2:12-16; Col. 3:16; Ef. 5:18-19, 6:17-18

Conforme a la economía de Dios revelada en el Nuevo Testamento, la meta de la vida cristiana consiste en vivir a Cristo. Cuando era joven me enseñaron que el pensamiento central de la Biblia estaba relacionado con Cristo. Pero hoy puedo comprender que el dicho pensamiento no es simplemente Cristo, sino vivir a Cristo.

NO ES LO MISMO QUE CRISTO
PERMANEZCA EN NOSOTROS
A QUE EL VIVA EN NOSOTROS

Decir que Cristo es el pensamiento central de la Biblia es muy objetivo; por tanto, debemos proseguir y experimentarlo subjetivamente. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4). Aunque esta es una expresión sencilla, tiene un significado muy profundo. ¿Cómo podemos permanecer en otra persona y en qué forma ésta puede permanecer en nosotros? Es imposible que los seres humanos puedan morar el uno en el otro. No obstante, la vida humana sí puede morar en la vida divina, y la vida divina, en la humana. Esto significa que Dios puede morar en nosotros y nosotros en El.

Tal vez algunos pregunten cómo nosotros, siendo seres humanos insignificantes, podemos morar en Dios, y cómo El, siendo tan infinitamente grande y poderoso, puede morar en nosotros. Hace poco, algunas personas argumentaron diciendo que es imposible que Dios more en nosotros puesto que El es inmensamente grande, y nosotros, seres muy pequeños. Ellos preguntaron cómo un recipiente tan pequeño podría contener algo tan grande. Esto indica que tales personas no creen en lo que el Señor declaró en Juan 15. Por eso, nos tacharon de herejes, diciendo por un lado, que estábamos reduciendo Dios a nuestro nivel y por otro, que estábamos enseñando que podemos evolucionar hasta convertirnos en Dios, y de hecho, a ser Dios mismo. Cuando les preguntamos qué quiso decir el Señor al declarar: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”, contestaron que esto se refería únicamente a tener una relación o una comunión íntima con El. Esto demuestra que la mente natural humana no cree que verdaderamente podamos permanecer en Cristo y El en nosotros. No obstante, nosotros debemos creer las palabras del Señor: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”, y simplemente debemos decir “amén” a Sus palabras.

En Gálatas 2:20 Pablo declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Afirmar que Cristo vive en nosotros es aun más enfático que declarar que El permanece en nosotros. Cuando voy de visita a otra localidad, por lo general me hospedo en la casa de algún hermano. Sin embargo, no puedo decir que vivo allí, sino sólo que permanezco allí temporalmente, con ciertas limitaciones. En cambio, cuando regreso a mi casa, puedo afirmar que vivo allí. Cuando decimos que vivimos en un cierto lugar, queremos decir que tenemos plena libertad. ¿Permanece usted en su casa o vive allí? Por supuesto, puede declarar que vive en su casa; en cambio, no diría lo mismo de un hotel. Declarar que Cristo vive en nosotros implica que El tiene plena libertad de hablar, actuar y expresarse. El puede hacer en nosotros lo que le plazca, debido a que El nos redimió y nos hizo Su morada.

CRISTO HACE SU HOGAR EN NOSOTROS
Y ES FORMADO EN NUESTRO SER

Según Efesios 3 Pablo pidió al Padre que nos fortaleciera por medio del Espíritu en nuestro hombre interior, a fin de que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones. Primero, Cristo permanece en nosotros; después vive en nosotros y, finalmente, se establece permanentemente, haciendo Su hogar en todo nuestro ser. Por un lado, Cristo vive en nuestro espíritu, pero por otro, quizás no le demos mucho lugar para que viva en nuestra mente, en nuestra voluntad y en nuestra parte emotiva. Muchas veces, en nuestra experiencia, limitamos a Cristo sólo a nuestro espíritu. Si El intenta extenderse de nuestro espíritu a nuestra parte emotiva, tal vez no le permitamos hacerlo. Por ejemplo, un hermano puede orar al Señor por la mañana y declarar rebozando de disfrute: “¡Aleluya, el Señor Jesús vive en mi espíritu!” Sin embargo, es posible que durante el día sea tentado a hacer algo en sus emociones. Aun cuando el Señor no está de acuerdo con ello, tal vez este hermano insista en vivir de acuerdo con sus emociones. Así que, él razona con el Señor, tratando de mantenerlo confinado en su espíritu, y así tener la libertad de vivir en sus emociones. Incluso puede prometerle al Señor que al día siguiente le dará la libertad de extenderse a su parte emotiva, pero después se olvida de su promesa. Por consiguiente, no le da al Señor la libertad de establecerse en su parte emotiva.

No es fácil darle al Señor la oportunidad de hacer Su hogar en nuestro corazón. Esa fue la razón por la que Pablo tuvo que pedirle al Padre que nos fortaleciera en nuestro hombre interior mediante el Espíritu, para que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones. La Biblia revela que el corazón se compone de la mente, la voluntad, la parte emotiva y la conciencia. El corazón contiene al espíritu y abarca más que éste. Cuando recibimos al Señor Jesús, El vino a nuestro espíritu, y ahora El vive allí. Al principio, quizás no le dábamos la oportunidad de vivir libremente en nuestro espíritu, y sólo le permitíamos permanecer allí con ciertas restricciones. Pero gradualmente, le dimos la oportunidad de vivir en nuestro espíritu libremente. Aun así, todavía nos resistimos a abrirle todo nuestro ser. Esta es la razón por la que necesitamos que nuestro hombre interior, nuestro espíritu regenerado, sea fortalecido. Entonces Cristo podrá hacer Su hogar en nuestro corazón. No sólo permanecerá y vivirá en nosotros, sino que se extenderá a cada parte de nuestro ser y se establecerá allí.

Aunque he tenido muchas experiencias del Señor a través de los años, aún no puedo declarar que Cristo se haya establecido plenamente en mi interior. Tal vez le haya concedido la plena libertad de ocupar mi mente o mi parte emotiva, pero quizás siga reservando una parte de mi voluntad para mí mismo.

Es importante entender que Cristo debe ser aplicado a nuestra experiencia. El permanece en nosotros, vive en nosotros y desea hacer Su hogar en nuestro interior.

En Gálatas 4:19 Pablo declara: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. El hecho de que Cristo sea formado en nosotros significa que El permanece en nuestro interior, que vive y se establece en nosotros, saturando cada parte de nuestro ser.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top