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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 10 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE DIEZ

EL CAPITÁN DE LA SALVACIÓN
(2)

Necesitamos dedicar otro mensaje al tema, el Capitán de la Salvación. Éste es un tema muy importante, ya que el Capitán de la salvación es quien nos lleva a la gloria. Creo que no tenemos ningún problema en entender lo que significa el Capitán, pero sí nos cuesta entender lo que significa la gloria. Aunque ya hablamos de la gloria en el mensaje anterior, debido a que muchos de nosotros aún no entendemos el verdadero significado de la palabra gloria según la Biblia, en este mensaje todavía siento la carga de compartir algo básico sobre este tema.

LA GLORIA ES DIOS EXPRESADO

En la Biblia la gloria es Dios expresado. Siempre que Dios es expresado, eso es gloria; pero cuando Dios está escondido, no hay gloria. Cuando Dios es visto, ahí está la gloria. Usted nunca podrá ver a Dios sin ver Su gloria. El Dios escondido es simplemente Dios, pero cuando se manifiesta, es gloria. La gloria podía ser vista mientras los hijos de Israel peregrinaban de Egipto a la buena tierra (Éx. 13:21). Durante el día, Dios era visto como una nube y durante la noche, era visto como una columna de fuego; esto era la gloria. En el Evangelio de Juan leemos que el Verbo era Dios, que el Verbo se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, y que todos contemplamos Su gloria (Jn. 1:1, 14). Juan 1:18 dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”. La gloria está presente cuando Dios es declarado. Cuando vemos a Dios, vemos la gloria.

LA EXPRESIÓN CORPORATIVA DE DIOS

Basándonos en este entendimiento de la gloria, podemos preguntarnos: “¿Cuál es el propósito eterno de Dios?”. El propósito eterno de Dios consiste en expresarse de una manera corporativa. Si ustedes leen detenidamente Apocalipsis, verán que la ciudad de la Nueva Jerusalén en su totalidad tiene la gloria de Dios (Ap. 21:10-11). Esto quiere decir que la ciudad entera será la expresión corporativa de Dios. En la Nueva Jerusalén, Dios está en el Cordero y el Cordero es la lámpara en quien y por medio de quien Dios resplandece como luz (Ap. 21:23, gr.). Finalmente, esta luz resplandecerá a través del muro de la ciudad, un muro de jaspe tan transparente como el cristal, el cual expresa la imagen de Dios. Si me preguntan qué es la gloria, yo les diría que eso es gloria. Así pues, ser conducidos a la gloria simplemente significa ser introducidos en esa expresión gloriosa de Dios.

Ya que tal vez muchos nuevos creyentes no están familiarizados con este tema, vamos entonces a examinar con mayor detenimiento estos versículos de Apocalipsis. Apocalipsis 21:11, al describir la Nueva Jerusalén, dice: “Teniendo la gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. El versículo 18 del mismo capítulo dice: “El material de su muro era de jaspe”. Todo el muro de la ciudad es de jaspe y expresa la imagen misma de Dios. Si leen Apocalipsis 4:3, pueden ver que el aspecto de Dios, quien está en el trono, es semejante al jaspe; leamos: “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe”. El aspecto de Dios es como el jaspe, y el muro de la ciudad es de jaspe, es decir, expresa la imagen de Dios. Ésta es la gloria que la ciudad tiene. Tal gloria no es un resplandor o brillo externo; la gloria aquí se refiere a la expresión de la realidad divina. La realidad divina, expresada por medio del Cuerpo de forma corporativa, es la gloria. Ésta es la gloria a la que vamos a entrar. La gloria en la que hemos de entrar no es un resplandor o brillo externo, sino que es Dios mismo quien resplandece desde nosotros, a través de nosotros y que procede de nosotros.

¿Dónde se encuentra la gloria en la Nueva Jerusalén? Ella está en su centro mismo, en el corazón de la ciudad, pues Dios, quien es la fuente de la gloria, está en el trono en el centro de la Nueva Jerusalén. Dios, quien está en el trono, es la sustancia, la esencia y el elemento de la gloria. En Apocalipsis 21 a aquella gloria se le llama luz (Ap. 21:23). Esta luz no es una luz natural, como la del sol, la luna y las estrellas; tampoco es una luz artificial, como la de una lámpara. No, se trata de la luz divina, es decir, de Dios mismo. Ésta es la fuente de la gloria. Dios como luz resplandece en el Cordero y por medio de Él, quien es la lámpara, y finalmente resplandece a través de toda la ciudad, de modo que ésta tiene la apariencia de Dios mismo. Así pues, cuando contemplamos la Nueva Jerusalén, lo que vemos es la expresión de la apariencia de Dios, la luz en la lámpara resplandeciendo a través del jaspe. Esto es la gloria. La gloria es Dios expresado a través de Su pueblo redimido. ¡Oh, cuánto necesitamos ver todos lo que realmente es esta gloria!

En estos mensajes hemos hablado mucho acerca de la necesidad de cruzar ríos. Debemos cruzar el río e ir al lado de la gloria, a la región de la gloria. Sin embargo, esto no significa entrar en la gloria en un sentido físico y andar por calles de oro. No, todo lo concerniente a Dios y a Su propósito eterno es misterioso, espiritual y divino, y no se puede describir adecuadamente con palabras humanas ni se pueden comprender debidamente con la mente humana. Es por eso que la Biblia se vale de símbolos que representan las realidades divinas. Así pues, cuando la Biblia afirma que Cristo es el Cordero, por supuesto no quiere decir que Él sea literalmente un cordero de cuatro patas y un rabo. Cuando la Biblia dice que Cristo es el Cordero de Dios (Jn. 1:29), está refiriéndose a la redención divina.

La Biblia en su totalidad revela que el Ser Divino, el Dios todopoderoso y misterioso, desea obtener una expresión plena a través de un pueblo corporativo. Es con este propósito que Él creó el universo, incluyendo los cielos y la tierra. Es para esto que Él, específica y particularmente, creó al hombre como una entidad corporativa que pueda ser llena de Él, contenerle a Él, vivir por Él y tener su ser en Él a fin de expresarle. Finalmente, este hombre corporativo vendrá a ser la Nueva Jerusalén como la expresión corporativa de Dios. Dios será el centro, la esencia, la sustancia, el contenido, la vida y el todo de este hombre corporativo. Allí Dios resplandecerá. Él resplandecerá desde el interior de este hombre corporativo y por medio de él. La gloria de Dios estará allí, y todos los miembros de este hombre corporativo serán introducidos en esta gloria.

Ahora podemos entender en qué consiste la gloria a la cual estamos siendo conducidos. Esta gloria no es un mero resplandor externo, sino que es Dios mismo expresado. Cuando Dios mismo entra en nosotros, Él es vida; cuando Él opera en nosotros, Él es luz; y cuando Él se expresa en nosotros, Él es gloria. Ésta es la meta eterna de Dios a la cual Él nos está conduciendo. Dios ahora nos está llevando a la región de la gloria, la cual es Dios mismo expresado.


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