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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 72 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE QUINCE

LA PROMULGACION
DE LA CONSTITUCION DEL REINO

(3)

Una nación, o un reino, necesita buenas personas para ser una buena nación. Una nación apropiada requiere personas apropiadas. Por lo tanto, en la constitución del reino celestial, el Señor Jesús primero revela la clase de personas que vive en el reino de los cielos.

EL SER INTERIOR DEL PUEBLO DEL REINO

Las nueve bienaventuranzas halladas en Mateo 5:3-12 están relacionadas con la naturaleza del pueblo del reino. La clase de personas que somos depende de nuestra naturaleza. Todos los aspectos de estas bendiciones tienen que ver principalmente con nuestro ser interior y no con las cosas externas y físicas. Además de nuestro ser interior, estos versículos también tocan algo de la expresión externa. Tomemos por ejemplo la justicia. Al leer cuidadosamente los versículos, vemos que la justicia mencionada aquí no es simplemente un asunto de la conducta exterior. Más bien, es lo que fluye de nuestro ser interior; es la expresión de lo que somos por dentro. Por eso, la primera sección de la constitución (5:1-12) trata del ser interior del pueblo del reino.

NUEVE EXPRESIONES CRUCIALES

Al considerar la naturaleza del pueblo del reino según se revela en estos versículos, es necesario recordar las nueve expresiones cruciales, una para cada bienaventuranza: “pobre en espíritu”, “llorar”, “manso”, “tener hambre y sed de justicia”, “misericordioso”, “puro”, “pacífico”, “persecución” y “vituperio”. Estas palabras revelan cómo deben ser las personas del reino. Siempre deben ser pobres en espíritu, deben llorar por la situación actual, deben ser mansos para con la oposición, justos para consigo mismos, misericordiosos para con los demás, puros para con Dios, pacíficos para con todos los hombres, perseguidos por causa de la justicia, y vituperados por causa de Cristo. La totalidad de las nueve expresiones muestra la naturaleza del pueblo del reino.

SER POBRES EN ESPIRITU Y LLORAR

La secuencia de los versículos reviste mucha importancia. Primero, debemos ser pobres en espíritu, y luego podemos llorar. Si no somos pobres en espíritu, no somos receptores aptos para que el Señor entre y establezca Su reino en nuestro ser. Si no tenemos el reino celestial establecido dentro de nosotros, no podremos darnos cuenta de cuán negativa y lamentable es la situación del mundo. No obstante, cuando el Señor Jesús tenga la manera de establecer Su reino en nosotros y cuando toda la capacidad de nuestro ser, aun lo más recóndito de nuestro ser, es decir, nuestro espíritu, esté a la disposición del Señor, comprenderemos que la tierra es corrupta y está llena de tinieblas y pecado. Espontáneamente lloraremos por causa de una situación tan triste. Es por esto que el Señor Jesús no habló primero del llanto y luego de ser pobre en espíritu. El mencionó primero lo de ser pobre en espíritu. Sólo cuando somos pobres en espíritu podemos llorar.

EL LLANTO Y LA MANSEDUMBRE

Si somos pobres en espíritu y lloramos por la situación lastimosa de otros, espontáneamente seremos mansos. Es posible que la suegra de uno esté en una condición lamentable, pero no debe decírselo. Incluso la condición de la amada esposa tal vez no sea muy positiva delante del Señor. Si el corazón de ella no está entregado al Señor y no se ocupa del Señor, ni de Su reino, su situación es de lamentar. Uno puede tener al Señor Jesús y Su reino celestial en su espíritu, ¿pero qué diremos de la esposa? Uno puede estar en el cielo más alto, pero tal vez ella esté en el infierno más bajo. Además, debemos considerar a los hijos. Es posible amar al Señor por completo, pero tal vez ellos no lo amen ni un poquito. Por lo tanto, es necesario llorar por la suegra, la esposa y los hijos. También es preciso lamentarse por los parientes, los colegas y los vecinos. ¿Dónde estará el que verdaderamente ama al Señor y se ocupa de Sus intereses? Miremos la condición deplorable del mundo hoy, incluyendo la del cristianismo. Los comerciantes sólo se preocupan por el dinero; los estudiantes, por su educación; y los obreros, por sus promociones y puestos. Cuando seamos pobres en espíritu, ciertamente lloraremos por causa de la situación entera. Nos lamentaremos por nuestro medio ambiente y por los que nos rodean.

Debido a que lloramos por otros, nunca pelearemos con ellos. En vez de pelear con ellos, espontáneamente seremos mansos para con ellos. Si usted todavía no es manso para con su esposa, esto revela que el reino de los cielos todavía no le posee a usted, lo cual indica que otras cosas siguen ocupándole. Si el reino de los cielos ocupa todo su ser interior, llorará por su esposa y será manso para con ella. Usted será manso para con todas las personas que se hallan en condiciones lamentables. Si usted es estudiante, será manso para con sus profesores y compañeros de clase. Será manso para con otros porque siente algo muy profundo con respecto a su situación miserable. Debido a que usted ha orado por ellos llorando, cada vez que tenga contacto con ellos, será manso.


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