Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Tesalonicensespor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2821-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 21 de 31 Sección 1 de 4

ESTUDIO VIDA DE 1 TESALONICENSES

MENSAJE VEINTIUNO

LA NECESIDAD DE QUE NUESTRO CORAZÓN
SEA AFIRMADO IRREPRENSIBLE EN SANTIDAD

(2)

Lectura bíblica: 1 Ts. 3:6a, 10, 12-13; Pr. 4:23; Jer. 17:9; Sal. 73:1; 78:8; Ez. 36:26; Mt. 5:8; 15:8, 18-19; 12:34-35; 22:37; Hch. 28:27; 2 Co. 3:15-16; Ro. 10:10; He. 4:12; 1 Ti. 1:5; 2 Ti. 2:22

La Biblia nos dice que, como seres humanos, tenemos ciertas partes internas además de los demás miembros y órganos de nuestro cuerpo físico. Estas partes internas son las partes de nuestro ser interior. Según la Biblia, el hombre se compone de espíritu, alma y cuerpo. El cuerpo, la parte física de nuestro ser, es visible. En esto consiste el aspecto externo de nuestro ser. Pero el espíritu y el alma, las partes internas de nuestro ser, son invisibles. El alma incluye la mente, la parte emotiva y la voluntad. Además de todas estas partes internas de nuestro ser, la Biblia también nos habla del corazón y de la conciencia. Podemos decir que la Biblia es un libro que trata sobre la verdadera psicología, ya que examina de manera exhaustiva las siete partes internas del hombre: el espíritu, el alma, el corazón, la mente, la voluntad, la parte emotiva y la conciencia. Estas partes internas son los componentes de nuestro ser interior.

LA POSICIÓN QUE OCUPA NUESTRO CORAZÓN

Ahora, quisiera hacer dos preguntas. La primera es: ¿cuál es la posición que ocupa nuestro corazón en nuestro ser interior? Y, la segunda: ¿cuál es la función que cumple nuestro corazón? En nuestro estudio de 1 Tesalonicenses es importante que demos respuesta a estas preguntas. En este libro básico para nuevos creyentes, Pablo les dice en el capítulo tres que necesitan ser perfeccionados en su fe, y crecer y abundar en amor, para que el Señor pueda afirmar sus corazones. Lo que dice Pablo acerca del corazón en 3:13 nos muestra algo muy crucial. ¿Por qué Pablo no dijo que el Señor afirmaría su conciencia, o que afirmaría su mente, voluntad o parte emotiva? Es muy importante que aquí Pablo dice que el Señor afirma el corazón.

A lo largo de los años hemos hecho hincapié en el espíritu y en la importancia de volvernos a nuestro espíritu. Aunque hemos dado varios mensajes que tratan del corazón, no hemos recalcado el asunto del corazón tanto como hemos recalcado el asunto del espíritu. Ahora quisiéramos preguntar por qué en 3:13 Pablo no dice que el Señor afirma nuestro espíritu o nuestra alma, sino nuestro corazón.

Como sabemos, nuestro ser se compone de tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Sin embargo, en 3:13, donde concluye la primera sección de 1 Tesalonicenses, Pablo dice: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos”, mientras que al final de la segunda sección, compuesta por los capítulos cuatro y cinco, él dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (5:23). ¿Por qué al final de esta epístola Pablo no menciona en absoluto el corazón? ¿A qué se debe esto? ¿Qué relación existe entre el corazón y las tres partes de nuestro ser? Para contestar a esta pregunta, examinemos algunos versículos que hacen alusión a la estrecha relación que tiene el corazón con el espíritu y el alma.

Hebreos 4:12 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. En este versículo se mencionan el espíritu, el alma y el corazón. Una vez que se separa el alma del espíritu, somos capaces de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Los pensamientos, por supuesto, tienen que ver con nuestra mente, y las intenciones, con nuestra voluntad. Según este versículo, la mente y la voluntad están relacionadas con el corazón, ya que los pensamientos y las intenciones se originan en el corazón. Por lo tanto, el corazón incluye la mente, con la cual pensamos, y la voluntad, con la cual tomamos decisiones. Por consiguiente, este versículo nos muestra que el corazón está estrechamente relacionado con el alma y el espíritu.

Salmos 78:8 dice: “Y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu”. En este versículo vemos que cuando los padres de Israel fueron contumaces y rebeldes, no dispusieron su corazón ni fue fiel su espíritu. Siempre que el corazón no está dispuesto, el espíritu deja de ser fiel. Este versículo nos muestra cuán estrecha es la relación entre el corazón y el espíritu.

Mateo 5:3 habla del espíritu, y 5:8, del corazón. El versículo 3 dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de Dios”, y el versículo 8 dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”. En estos versículos vemos que necesitamos ser pobres en espíritu y puros de corazón. Todos estos versículos nos muestran que nuestro corazón está estrechamente relacionado con nuestro espíritu y también con nuestra alma.

En el pasado hemos hecho notar en muchas ocasiones que nuestro corazón se halla compuesto por todas las partes de nuestra alma: la mente, la parte emotiva y la voluntad, y una parte de nuestro espíritu, la conciencia. Por consiguiente, el corazón es una entidad compuesta por todas las partes del alma y una del espíritu. Nuestra alma es nuestra personalidad, nuestra persona, nuestro yo. La palabra “psicología” se deriva de la palabra griega psujé, que se traduce alma. El alma es la base de todos los asuntos psicológicos. El psujé, el alma, es el “yo”, y denota nuestro ser como humanos, o sea, nuestra personalidad. Es por ello que en la Biblia se habla del número de almas para referirse al número de personas. Por ejemplo, se nos dice que setenta almas de la casa de Jacob descendieron a Egipto (Éx. 1:5, lit.). Esto indica que una persona es un alma, debido a que el alma representa nuestra persona.

Como seres humanos, tenemos un órgano externo, el cuerpo, con el cual tenemos contacto con el mundo físico y visible. También tenemos un órgano interno, el espíritu, con el cual tenemos contacto con Dios y el mundo espiritual. El alma, ubicada entre estos dos órganos, es nuestra persona, nuestro yo.


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