Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 66 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SESENTA Y SEIS

LA ELECCION

En este mensaje llegamos al relato de Jacob, una de las personas más interesantes del libro de Génesis. Génesis nos presenta el relato de nueve personas importantes. Los primeros cinco: Adán, Abel, Enós, Enoc y Noé, son considerados cinco personas separadas. Existía una relación espiritual entre ellos, pero de hecho Adán, Abel, Enós, Enoc y Noé no tenían nada que ver entre sí. Pero cuando llegamos a los últimos cuatro: Abraham, Isaac, Jacob y José, vemos que, en cuanto a la experiencia de vida, no deben considerarse cuatro individuos separados. Según dijimos, en Abraham no tenemos la elección. El llamamiento es el primer punto que se menciona en el relato de Abraham. Sin embargo, según la revelación neotestamentaria, uno no empieza a experimentar a Dios al ser llamado, sino al ser elegido por El. Primero, Dios nos eligió; en segundo lugar, nos predestinó; y tercero, nos llamó. Después del llamado de Dios, tenemos el perdón, la redención, la justificación, la regeneración y la plena salvación. Así podemos ver que no es en Abraham donde empezamos a experimentar a Dios. Empezamos a experimentarlo en Jacob, pues en él vemos la elección que Dios realiza. No obstante, en la historia de Jacob no encontramos el llamado de Dios. Pero decimos una vez más que Abraham, Isaac y Jacob, además de José, no son cuatro personas separadas, sino cuatro aspectos de una experiencia completa en vida. Abraham, Isaac y Jacob, junto con José, representan cada uno un aspecto de la experiencia de vida. Como veremos, Jacob representa la vida transformada, y José el aspecto del gobierno, la realeza, de esta vida transformada.

El Nuevo Testamento revela que primero los creyentes fueron escogidos por Dios en la eternidad pasada antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4). En segundo lugar, los creyentes fueron predestinados conforme a la elección que Dios hizo. Esto también se produjo en la eternidad pasada. Luego, en el tiempo, Dios nos llamó. En el llamado de Dios, que sucedió después de Su predestinación, recibimos el perdón, la redención, la justificación, la regeneración y la plena salvación. Aparte de todo eso, debemos ser transformados. Día tras día, nos encontramos bajo el proceso de ser transformados por Dios a fin de ser introducidos no sólo en la plena filiación, sino también en el reinado. Nacimos de Dios, somos Sus hijos en realeza y estamos en el proceso de ser transformados por El a fin de poder ser reyes en el futuro.

No vemos el reinado ni en Abraham ni en Isaac. El reinado se encuentra en José, quien formaba parte de Jacob. Cuando Jacob fue recibido en Egipto, aparentemente el faraón reinaba sobre el mundo. Pero en realidad, el que reinaba era José y no el faraón. Sin embargo, José no luchó por sí mismo, sino que lo hizo por su padre. Por lo tanto, en aquel tiempo, el mundo fue gobernado por Jacob por medio de José.

Todos los santos se encuentran en el proceso de transformación para llegar a ser reyes. Por consiguiente, la experiencia adecuada y completa de Dios va de la elección al reinado. La elección se efectuó en la eternidad pasada, y el reinado se realizará en la eternidad futura. El reinado es nuestro destino. En la eternidad pasada, Dios nos escogió y nos predestinó para que fuésemos reyes en la eternidad futura. En Abraham no vemos ni la elección en la eternidad pasada, ni el reinado en la eternidad futura. En otras palabras, el relato de Abraham no tiene ni el comienzo ni el final de la experiencia que tenemos de Dios, los cuales se hallan en Jacob. En el relato de Jacob, vemos un buen comienzo y también un final apropiado. Jacob, el que agarra el calcañar, el suplantador, fue transformado en un príncipe de Dios. Al final, él llegó a ser Israel y dejó de ser Jacob. Si leemos detenidamente el Nuevo Testamento, veremos que el nombre de Israel aparece en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:12). Israel está en la Nueva Jerusalén, pero no se encuentran allí los nombres de Abraham, ni de Isaac ni de Jacob.

4. El tercer aspecto:
la experiencia de Jacob

Abraham, Isaac y Jacob, junto con José, forman una unidad completa en la experiencia de vida. No debemos considerarlos como cuatro individuos separados, sino como cuatro aspectos diferentes de una experiencia única y completa. Ahora llegamos al tercer aspecto: el de Jacob. En Abraham tenemos el llamado de Dios, la justificación por la fe, el vivir por fe en Dios, y el vivir en comunión con Dios. En Isaac vemos la herencia de la gracia, el descanso y el disfrute. En Isaac no vemos la justificación por la fe, pues es parte de la experiencia de Abraham. No obstante, en Isaac tenemos la herencia y el disfrute de la gracia, los cuales no vemos en el relato de Abraham. Así vemos los distintos aspectos de la experiencia de vida. En Jacob vemos la elección y la obra que lleva a cabo Dios en la persona. A todos nos gusta heredar y disfrutar de la gracia, pero no nos gusta ser corregidos. En Jacob no vemos el aspecto del disfrute; por el contrario, vemos el aspecto de ser quebrantado por Dios. Por suplantar tanto, la mano de Dios siempre estaba sobre Jacob para corregirlo. La suplantación de Jacob trajo la disciplina de Dios. Era como si Dios dijera: “Jacob, tú puedes suplantar, pero Yo puedo quebrantarte. En cada etapa de tu suplantación, estará Mi disciplina”. Este no era el castigo de Dios, sino que El pasaba a Jacob por dificultades para transformarlo.

Mientras meditaba en este mensaje delante del Señor, me reí al observar que Jacob empezó a luchar aun antes de nacer. Rebeca había concebido, y “los hijos luchaban dentro de ella” (25:22). Esta lucha la empezó probablemente Jacob, y no Esaú; Esaú debe de haber estado a la defensiva. Jacob probablemente dijo: “Esaú, no debes salir antes que yo; yo tengo que ser el primero”. Entonces Esaú pudo haber dicho: “No, me encuentro enfrente de ti, debo salir primero”. Los dos hijos estaban luchando, así que la madre, incapaz de tolerarlo, le pidió orientación al Señor (25:22). Bajo la soberanía de Dios, Esaú salió primero, pero Jacob no dejó de luchar. Después de salir, seguía asido del calcañar de Esaú (25:26). Por esta razón, se le dio el nombre de Jacob, que significa, el que toma por el calcañar. Dios tuvo que pasar por pruebas a Jacob, porque éste era un asidor de calcañares. El resultado del toque de Dios fue la transformación. En una edad madura, Jacob dejó de ser Jacob y llegó a ser Israel, un príncipe de Dios. Finalmente, Dios sometió todo el mundo, incluyendo al faraón, a la autoridad de Jacob.

Repito que estas cuatro personas constituyen una unidad completa de la experiencia de Dios. Todos somos Abraham, Isaac y Jacob, junto con José. Ahora seguimos bajo el proceso de ser transformados por Dios. Sin embargo, un día todos llegaremos a ser Israel, príncipes de Dios que gobiernan con “José” a todo el mundo.


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