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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 36 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE TREINTA Y SEIS

LA PROPAGACION
EN ASIA MENOR Y EUROPA MEDIANTE
EL MINISTERIO DE LA COMPAÑIA DE PABLO

(2)

Lectura bíblica: Hch. 13:1-12

En este mensaje, seguiremos estudiando Hechos 13:1-12. En 13:1-4a vemos que el Espíritu Santo aparta y envía a Bernabé y a Pablo. Hechos 13:4b-12 describe el viaje que ellos hicieron a Pafos de Chipre.

EL ESPIRITU SANTO LOS APARTA Y LOS ENVIA

Ministran al Señor

Leamos Hechos 13:1 y 2: “Había entonces en Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el hermano de crianza de Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. En estos versículos no dice que los profetas y maestros conferenciaban con los hombres ni que se organizaban, sino que ministraban al Señor y ayunaban.

Estos cinco hermanos ministraban directamente al Señor. En términos espirituales, esto significa que ellos no estaban en el atrio frente al altar, sino ante el altar del incienso, en el Lugar Santo. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes ministraban en dos lugares. Cuando servían al pueblo, ministraban en el altar, que estaba en el atrio, en donde ofrecían sacrificios a Dios por el pueblo; pero cuando servían directamente al Señor, estaban en otro lugar, ante el altar del Lugar Santo, en donde quemaban el incienso. Esto indica que los cinco hermanos de Antioquía se encontraban frente al altar del incienso, en el Lugar Santo, ministrando directamente al Señor por medio de sus oraciones.

Les habla el Espíritu quien es el Señor mismo

Mientras ellos ministraban al Señor de esta manera, El Señor vino como Espíritu y les habló, diciendo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo”. Esto indica que el Espíritu Santo es el Señor.

Sin embargo, muchos cristianos piensan que el Espíritu y el Señor no son lo mismo. Algunos incluso afirman que el Espíritu es el agente o el representante del Señor. Si este fuese el caso, entonces el Espíritu Santo no habría dicho en 13:2: “Apartadme a Bernabé y a Saulo”, sino que más bien habría dicho: “Yo, el Espíritu, soy un agente del Señor. Represento al Señor y laboro para El. Por eso no les pido que aparten estos hermanos para Mí, sino para el Señor, para quien Yo laboro”.

En 13:2, vemos que el Espíritu Santo, quien es el Señor mismo, dijo “apartadme”. ¿Quién hablaba en este versículo? ¿Era solamente el Espíritu Santo y no el Señor? Sin duda alguna quien hablaba era el Señor.

Mientras los cinco profetas y maestros ministraban al Señor, el Espíritu Santo, quien es en realidad el Señor, les habló. Este pasaje concuerda con las palabras de Pablo: “Y el Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17). Por esta razón, el Espíritu podía decirles: “Apartadme”. Quien hablaba en 13:2 era el Señor y a la vez el Espíritu Santo. Por tanto, no debemos pensar que el Espíritu Santo y el Señor sean dos personas distintas. No, el Espíritu Santo es el mismo Señor a quien ministramos. Cuando ministramos, ministramos al Señor, pero cuando el Señor nos responde, El es el Espíritu Santo. Ya que el Espíritu Santo era el Señor mismo, podía decir: “Apartadme a Bernabé y a Saulo”.

El Señor da un gran paso para
extender el evangelio al mundo gentil

En 13:2, el Espíritu Santo, quien es el Cristo neumático, la Cabeza del Cuerpo, dijo a los cinco que apartaran a Bernabé y a Saulo para la obra a que El los había llamado. Este fue un gran paso que el Señor dio a fin de extender el evangelio de Su reino al mundo gentil. Dicho paso comenzó desde Antioquía, un centro gentil de Siria, sin haberse organizado ninguna misión, sin recaudar fondos, sin nombrar ministros y sin contar con ningún plan ni métodos humanos. Todo fue iniciado por cinco fieles y diligentes miembros del Cuerpo, quienes ministrando y ayunando, le proporcionaron a la Cabeza del Cuerpo una oportunidad para que El, como el Espíritu, los apartara a fin de que llevaran a cabo la gran comisión de propagar el reino de Dios para el establecimiento de Su iglesia en el mundo gentil mediante la predicación del evangelio.

Este gran paso no tuvo nada que ver con la iglesia en Jerusalén en cuanto a organización, ni fue efectuado bajo la autoridad ni la dirección de Pedro, ni de ninguno de los otros once apóstoles de Jerusalén. Tuvo un comienzo puro en un centro gentil, lejos de la atmósfera e influencia de cualquier antecedente y práctica judíos, y aún de la práctica e influencia de la iglesia en Jerusalén. Fue un mover efectuado absolutamente por el Espíritu, en el Espíritu y con el Espíritu, mediante la coordinación de los miembros fieles y diligentes del Cuerpo de Cristo, que están en la tierra, y la Cabeza, que está en los cielos. Por consiguiente, no fue un movimiento religioso con un programa establecido por el hombre. A partir de Antioquía, el mover del Señor en la tierra tuvo un comienzo totalmente nuevo, con miras a cumplir la economía neotestamentaria de Dios. Aunque el fluir del mover del Señor empezó en Jerusalén el día de Pentecostés, y más tarde llegó a Antioquía, y de allí pasó al mundo gentil, tuvo un comienzo puro por el Espíritu al cambiar su curso en Antioquía.


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