Información del libro

Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 48 de 70 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

LA MUERTE Y LA RESURRECCION
QUE EL SALVADOR-ESCLAVO EXPERIMENTO
PARA CUMPLIR LA OBRA REDENTORA DE DIOS

(3)

Lectura bíblica: Mr. 15:16-41

Ya vimos que el Señor Jesús estuvo en la cruz por seis horas, desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde. Durante las primeras tres horas sufrió la persecución del hombre, y en las últimas tres Dios lo juzgó en nuestro lugar por causa de nuestros pecados. Marcos 15:33 dice que llegada la hora sexta, al mediodía, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. En el versículo 34 añade: “Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has desamparado?” En este mensaje debemos prestar especial atención al versículo 34.

DIOS DESAMPARA AL CRISTO CRUCIFICADO

Al reflexionar sobre el clamor que el Señor profirió en el versículo 34, debemos hacernos una pregunta importante: ¿Será que Dios abandonó a Cristo? El Señor dijo que Dios le desamparó, y desamparar significa abandonar. Así que, de alguna manera Dios lo dejó.

En Juan 5:43 el Señor Jesús dijo que había venido en nombre del Padre: “Yo he venido en nombre de Mi Padre”. Además, el Padre siempre estaba con El: “El que me envió, conmigo está” (Jn. 8:29). El Señor, poco antes de morir, dijo de nuevo: “No estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn. 16:32). El Padre no sólo estaba con el Señor Jesús, sino también en El, y el Señor estaba en el Padre: “¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí? ... Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí” (Jn. 14:10a, 11a). Hablando de Su relación con el Padre, el Señor también dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). El Señor Jesús y el Padre siempre eran uno. Además, siempre que alguien veía al Señor, veía al Padre. Por esta razón el Señor Jesús podía decir: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9).

Por medio de estos versículos vemos que el Señor vino en nombre del Padre, el Padre estaba con El, El estaba en el Padre y el Padre en El, El y el Padre eran uno, y cuando alguien lo veía a El, veía al Padre. Estos versículos muestran que el Señor nunca estuvo separado de Dios el Padre. No obstante, a la hora novena, el Señor Jesús clamó a gran voz: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has desamparado?” Sin duda, esto indica que Dios lo abandonó. Pero ¿de qué manera abandonó Dios al Señor Jesús? ¿Cómo hemos de entender este asunto, considerando que presenta un serio problema con relación a la Trinidad?

En cuanto a que Dios abandonara a Cristo, ¿significa esto que el que permanecía en la cruz quedaba ahí simplemente como un hombre y que ya no poseía la naturaleza divina? Si este fuera el caso, el poder redentor del Señor no sería eterno, pues estaría desprovisto del elemento divino, el elemento eterno. Así que, debemos tener mucho cuidado al contestar la pregunta en cuanto a lo que significa que Dios abandonara al Cristo crucificado.

Es muy difícil explicar el hecho de que Dios abandonara al Señor Jesús. Si queremos entenderlo debidamente, debemos examinar lo que dicen las Escrituras en cuanto a la Trinidad.

CONCEBIDO POR OBRA DEL ESPIRITU SANTO

El Señor Jesús fue concebido en una virgen por obra del Espíritu Santo (Mt. 1:20). Su concepción fue un acto divino en el que participó el Espíritu Santo, quien es Dios. En esta maravillosa concepción, Dios fue concebido en el hombre. Fue una concepción que incluyó tanto lo divino como lo humano.

A diferencia del Señor Jesús, todos nosotros fuimos concebidos en nuestra madre por medio de nuestro padre. Lo único que se necesitó fue simple y sencillamente la parte humana. Pero en la concepción del Señor Jesús, Dios fue concebido en una virgen; fue una concepción que requirió tanto lo divino como lo humano. Así que, el Señor Jesús nació como un hombre de dos naturalezas: la humana y la divina. Esto nos da la base para decir que El era un Dios-hombre. El nació de Dios en el hombre. Por parte de Dios, recibió el elemento divino, y por parte de María, el humano. Estos dos elementos —la divinidad y la humanidad— hacen de Jesús un Dios-hombre.

A la edad de treinta años, el Señor Jesús fue bautizado, e inmediatamente después de salir del agua, hubo una voz de los cielos, que decía: “Este es Mi Hijo, el Amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17). En aquel mismo instante el Espíritu de Dios descendió como una paloma y vino sobre El (Mt. 3:16). ¿Acaso el Señor no había nacido del Espíritu? ¿Acaso no era el Espíritu una de las esencias que conformaban Su ser? Antes de que el Señor Jesús fuera bautizado, ¿acaso no tenía ya el Espíritu Santo dentro de El? La respuesta a todas estas preguntas es sí. El Señor había nacido del Espíritu, el Espíritu era una de las esencias de Su ser y El ya tenía al Espíritu Santo dentro de Sí. Puesto que había sido concebido por obra del Espíritu Santo en una virgen, Su ser estaba constituido de dos esencias, la divinidad y la humanidad. Si el Espíritu Santo ya estaba dentro de El, ¿por qué fue necesario que descendiera sobre El? Esta pregunta es crucial.


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