Información del libro

Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 41 de 46 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CUARENTA Y UNO

ANDAR POR EL ESPIRITU
PARA VIVIR A CRISTO

Lectura bíblica: Gá. 1:13-15a, 16a; 2:19-20; 3:2, 5, 26-27; 4:6, 19, 29; 5:16, 18, 22-23; 6:18

En el libro de Gálatas se abarca de manera completa las dos economías de Dios, la del Nuevo Testamento y la del Antiguo Testamento. Con respecto a cada una de estas economías, la Biblia usa una palabra en particular. La palabra relacionada con la economía de Dios en el Antiguo Testamento es ley, y la palabra relacionada con Su economía del Nuevo Testamento es Cristo. ¿Qué prefiere usted, la ley o Cristo? En contraste con los judíos, quienes aman la ley, los que creemos en Cristo debemos decir que preferimos a Cristo en lugar de la ley. En verdad es posible que por un lado amemos a Cristo y que por otro todavía abracemos la ley. En la verdadera experiencia, tal vez abracemos la ley más de lo que abrazamos a Cristo.

UN ESCONDIDO AMOR POR LA LEY

La mayoría de los cristianos que aman al Señor y que le buscan a El, tienen un escondido amor por la ley. Al escuchar decir esto, tal vez algunos digan: “No queremos la ley. Amamos a Cristo y todo lo que queremos es El”. Quizá esta sea la situación por encima, pero muy a fondo, inconscientemente, la mayoría de los cristianos todavía aman la ley. Aunque no se den cuenta de ello, hay cierta clase de ley escondida en su interior, como un cáncer que crece en los órganos vitales de una persona. Quizá tal persona se vea saludable por fuera, pero por dentro tiene una enfermedad grave. Sólo cuando se lleva a cabo una cirugía se llega a saber la extensión de esta enfermedad. Podemos ser buenos cristianos que aman al Señor y le buscan; con todo, es posible que no estemos conscientes del hecho de que todavía mantenemos la ley escondida dentro de nosotros.

No son muchos los cristianos que andan diariamente según Cristo. ¿Puede usted decir que hoy ha andado según Cristo? En tiempos de oración es posible que nuestra vida y nuestro ser sean conforme a Cristo. Pero después de orar, nuestra vida y nuestro ser tal vez sean conforme a alguna otra cosa que no sea Cristo. Siempre que no vivamos según Cristo, vivimos conforme a la ley. Esta es la razón por la cual digo que aunque amemos a Cristo, todavía recurrimos a la ley.

Nuestra situación puede compararse con la de Abraham, quien amaba a Sara, su esposa, pero también se vio envuelto con Agar, su concubina, quien representa a la ley. En 4:24 y 25 Pablo compara a Agar con el monte Sinaí, el lugar donde la ley fue dada. En tipología, Agar, la esclava, representa la ley. En un sentido muy real, Agar, la ley, está dentro de nosotros y nosotros la amamos. Esta ley tal vez no sea la ley de Moisés. Por el contrario, tal vez sea una ley que nosotros mismos hemos hecho.

Como cristianos que buscamos a Cristo, es posible que día a día andemos conforme a la ley que está escondida dentro de nosotros, en vez de andar según Cristo. Supongamos, por ejemplo, que una hermana se ve sometida a muchos asuntos irritantes, pero no se enoja ni pierde la paciencia. Su conducta es muy buena. Sin embargo, debemos preguntarnos por qué no pierde la paciencia. ¿Será porque está viviendo según Cristo, o porque anda conforme a ciertas normas y reglas? Supongamos, como otro ejemplo, que siempre que hermano se ve tentado a decir una mentira, se propone hablar la verdad. Pero, ¿por qué dice la verdad en vez de decir una mentira? Dice la verdad según Cristo o según alguna clase de norma o regla? En otras palabras, en el asunto de decir la verdad, ¿vive él conforme a Cristo o conforme a la ley? Es muy posible que en asuntos como estos vivamos no según Cristo, sino según la ley.

CUATRO CLASES DE LEYES

Por mi experiencia he aprendido que es muy fácil que los cristianos vivan conforme a varias clases de leyes en vez de vivir según Cristo. Es posible que vivamos por enseñanzas éticas que hemos asimilado de nuestra cultura, o por principios bíblicos aprendidos mediante el estudio de las Escrituras. Más aún, tal vez vivamos conforme a las leyes que nosotros mismos hemos hecho. ¡Qué fácil nos resulta hacer leyes para nosotros mismos! Aunque fácilmente hacemos leyes, nos es muy difícil cambiarlas. Además de vivir mediante enseñanzas o principios éticos o mediante las leyes que nosotros mismos hemos hecho, también es posible que vivamos conforme a lo que podemos llamar “la ley de la vida interior”. Cuando vivimos mediante esta ley, podemos intentar, sin Cristo, hacerle frente a la carne o tratar de negar el “yo”. En vez de vivir según Cristo, es posible que vivamos para estas cuatro diferentes clases de ley: las leyes de la ética social, las leyes de los principios éticos bíblicos, las leyes hechas por nosotros mismos y la ley de la vida interior.

Recientemente he sido iluminado por el Señor y también reprendido por El respecto a cuán poco en realidad vivo a Cristo día a día. He tenido que confesarle al Señor que sólo una pequeña parte de mi tiempo diario ha sido dedicada a vivir Cristo. La mayor parte del tiempo, de manera inconsciente y automática, vivo conforme a la ética, conforme a alguna clase de ley o conforme a ciertos hábitos que yo he establecido. En vez de tener a Cristo como el único elemento que constituye mi andar diario, tengo ética, principios, leyes que yo mismo he hecho y hasta la ley de la vida interior como elementos que me constituyen. Como resultado, buena parte del tiempo vivo por medio de la ética natural, de la ética bíblica, de leyes que yo mismo he hecho o de la ley de la vida interior, en vez de vivir según Cristo.

Para vivir por medio de estas cuatro clases de leyes no se requiere que oremos, confiemos en el Señor ni que dependamos de El. Nuestra actitud tal vez sea que el Señor puede estar en el trono en el cielo, pero que nosotros no necesitamos que El nos ayude a vivir en la tierra. Podemos pensar que somos muy capaces de vivir apropiadamente. Podemos ser éticos y hasta “espirituales” sin Cristo y sin el espíritu. Hasta podemos tener éxito en “llevar la cruz” y en “crucificarnos”, también sin Cristo. No obstante, al hacer todo esto, no estamos viviendo según Cristo, sino según alguna de las leyes que he mencionado.


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