Información del libro

Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 50 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CINCUENTA

LA CARNE Y EL ESPÍRITU

En los mensajes anteriores hemos visto que debemos reinar en vida sobre el pecado, la muerte y Satanás, que son nuestros enemigos principales. Siendo el evangelio de Dios, el libro de Romanos se ocupa de estas tres entidades negativas. En los capítulos del 5 al 8 se tratan cabalmente el pecado y la muerte. Donde está el pecado, está también la muerte, porque el pecado introduce la muerte. En Romanos 16:20 Pablo habla acerca de Satanás, diciendo que el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo nuestros pies. Pablo no menciona el nombre de Satanás sino hasta el final del libro porque enfrentar a Satanás no es un asunto individual, sino corporativo. Si uno intenta por su propia cuenta subyugar a Satanás, será derrotado. Sólo el Cuerpo vence a Satanás, el enemigo. Por lo tanto, mediante las iglesias locales como expresión práctica del Cuerpo de Cristo es posible enfrentar a Satanás. Pablo menciona que Satanás será aplastado sólo después que enfoca de manera práctica el tema de la iglesia en los capítulos 15 y 16, indicando con esto que Satanás será aplastado bajo los pies de las iglesias locales.

SATANÁS, EL PECADO Y LA MUERTE
SE CONCENTRAN EN NUESTRA CARNE

En este mensaje quiero señalar que los tres enemigos principales —el pecado, la muerte y Satanás— se encuentran concentrados en la carne del hombre. Nuestra carne es el “lugar de reunión” donde se concentran el pecado, la muerte y Satanás; estos elementos negativos están siempre juntos. Hay un lugar en nuestra constitución donde los tres enemigos se reúnen, a saber: nuestra carne. Desde el momento de la caída del hombre, ellos se han estado reuniendo continuamente en la carne del mismo.

Durante toda mi vida cristiana, nada me ha perturbado más que la carne. No deberíamos condenar al pecado, la muerte ni a Satanás, sin darnos cuenta de que el centro mismo del problema es la carne. Simplemente no podemos escapar de la carne; somos incapaces de alejarnos de ella de la misma forma en que podemos salir y alejarnos de un edificio. La razón por la que no podemos escapar de la carne es que ésta ha llegado a formar parte de nuestro ser. En repetidas ocasiones le he dicho al Señor: “Señor, Tú eres maravilloso y has hecho tanto por nosotros. Señor, ¿por qué no quitas la carne de nosotros?”. De acuerdo con mi economía, sería mucho mejor si la carne fuera quitada de nosotros.

Tal vez a usted le perturbe su mal genio, pero la carne es la fuente del mismo. Todos nuestros problemas se originan en la carne. Si no fuera por ella, no tendríamos la molestia de nuestro carácter enojón. Por tanto, quisiéramos que el Señor quitara de una vez por todas nuestra carne. Tal vez pensemos que si la carne fuera quitada de nosotros, espontáneamente nos volveríamos muy espirituales.

NUESTRO PROBLEMA BÁSICO

Sin embargo, debemos saber que el Señor no actúa de la misma manera que nosotros. Reflexionemos sobre la condición de Adán cuando estaba en el huerto de Edén antes de la caída. En aquel tiempo, no tenía la carne, porque el pecado aún no había entrado en el cuerpo de Adán y, por eso, su cuerpo no se había transmutado en la carne todavía. Un día el Señor me mostró que no sería adecuado ser como Adán en el huerto, sin tener ningún problema con la carne. Me di cuenta de que mi problema principal no residía en la carne, sino en la escasez de Espíritu. Es verdad que en el huerto de Edén Adán no tenía la carne, pero tampoco tenía al Espíritu de Dios en su interior. Ciertamente él era inocente, pero también es verdad que estaba vacío. Este vacío le dio oportunidad al enemigo para que entrara en el hombre. Si el Señor quitara nuestra carne y nos dejara vacíos, no seríamos capaces de mantenernos puros por mucho tiempo, y Satanás, el sutil, tarde o temprano se infiltraría en nosotros. Por lo tanto, necesitamos darnos cuenta de que el problema básico es la falta de Espíritu, y no la presencia de la carne.


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