Información del libro

Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 40 de 46 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CUARENTA

ANDAR POR EL ESPIRITU
COMO LA ESENCIA DE NUESTRA VIDA
Y COMO EL SENDERO DE NUESTRO CAMINO

Lectura bíblica: Gá. 5:16, 18, 22-25

Colosenses y Gálatas son dos libros del Nuevo Testamento que revelan que Cristo es vida y es todo para nosotros. Colosenses trata con la cultura y Gálatas trata con la ley dada por medio de Moisés y con la religión formada conforme a esta ley. Tanto la cultura desarrollada por el hombre como la ley dada por Dios han sido usadas por Satanás para frustrar que el pueblo escogido de Dios experimente y disfrute a Cristo. La intención de Dios es dispensarse como el Dios Triuno, el Padre, el Hijo y el Espíritu, en nuestro ser, a fin de que El y nosotros seamos orgánicamente uno. Si nosotros somos orgánicamente uno con el Dios Triuno, El será nuestra vida y nosotros seremos Su vivir. Así que, la máxima intención de Dios en el universo es dispensarse en Su pueblo para que ellos tengan una sola vida y un solo vivir con El. Debido a que Satanás utiliza la cultura y la ley para evitar que experimentemos al Espíritu como el Dios Triuno hecho realidad, los libros de Colosenses y Gálatas son muy importantes.

EL HIJO DE DIOS
EN CONTRASTE CON
LA RELIGION Y LA TRADICION

El libro de Gálatas está compuesto de una manera muy particular. En el capítulo uno vemos que el Hijo de Dios está en contraste con la misma religión formada y establecida conforme a la ley dada por Dios. En 1:16 Pablo indica que el Hijo de Dios ha sido revelado en nosotros. El Hijo de Dios no es meramente un objeto de nuestra creencia, como si estuviera aparte de nosotros; El es Aquel que ha sido revelado subjetivamente a nosotros y ha llegado a ser uno con nosotros. El querido Hijo de Dios que ha sido revelado en nosotros y quien es ahora uno con nosotros, está en contraste con la religión y con todas las tradiciones que ésta incluye. La intención de Dios es que la religión y la tradición se aparten y que sólo el Hijo de Dios permanezca.

Sin embargo, el judaísmo y el cristianismo de hoy están llenos de religión y tradición. Muy poco del Hijo de Dios puede verse en el catolicismo o en las denominaciones. Nosotros todavía estamos rodeados de religión y tradición. No tengo la confianza de decir que la religión y todas sus tradiciones hayan sido totalmente eliminadas de nosotros que estamos en el recobro del Señor. No piense que debido a que ha estado usted en la vida de la iglesia por cierto tiempo, ya no tiene usted religión ni tradición, sino que sólo tiene a Cristo, el Hijo de Dios. No tengo la certeza de que sólo Cristo esté en nosotros y de que estemos libres de toda religión y tradición.

Cuando Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de la transfiguración del Señor en el monte, Pedro insensatamente sugirió que se edificaran tres enramadas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. De súbito se oyó una voz del cielo, que declaró: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mt. 17:5). Cuando los discípulos alzaron los ojos, “a nadie vieron, sino a Jesús solo” (v. 8). La experiencia de ellos en el monte de la transfiguración sirve de ejemplo a lo que Pablo dice en el primer capítulo de Gálatas. Tal como Moisés y Elías le tuvieron que dar paso a Cristo, el amado Hijo de Dios, así también la religión y la tradición deben ser desechadas, y solamente el Hijo de Dios debe permanecer.

Debido a que la religión está en nuestra médula, es muy difícil deshacerse de ella. Cuando oramos, es posible que estemos bajo la influencia de la tradición. Por ejemplo, tal vez pensemos que la mejor manera de orar es arrodillándose, en vez de sentarse en una silla. Sin embargo, ¿cómo podemos decir que esa es la mejor posición para orar? El sentimiento de que arrodillarse a orar es mejor que sentarse puede provenir de la tradición. Los musulmanes tienen la costumbre de postrarse y orar en tiempos designados. Durante una visita que hice a Jerusalén, observé en una mezquita a varios musulmanes orando de esta manera. Tuve la sensación de que no estaban adorando a Dios verdaderamente. En vez de adorar a Dios en realidad, ellos estaban llevando a cabo su ritual de una manera religiosa y tradicional. Aunque el Señor Jesús y también Pablo el apóstol se arrodillaron a orar, el Señor no dio mandamiento de que nos arrodillásemos a orar o de que nos postrásemos delante de Dios el Padre cuando le adorásemos. El Señor no dio tal mandamiento. Pero en Juan 4:24, El sí dijo que Dios es Espíritu y que quienes le adoran, en espíritu es necesario que le adoren. Esto le fue dicho junto a un pozo a una mujer samaritana. El Señor Jesús le ministró agua viva a esta mujer, y ella bebió del agua viva. Según el contexto de Juan 4, beber del agua viva es adorar a Dios el Padre.

Mientras el Señor Jesús hablaba con la mujer samaritana, los sacerdotes estaban en Jerusalén, adorando a Dios en el templo. ¿Dónde se efectuaba la verdadera adoración, en el templo o junto al pozo? Para contestar adecuadamente esta pregunta debemos darnos cuenta de que Aquel que habló con la mujer samaritana junto al pozo, era en realidad Dios mismo. Dios estaba con la mujer samaritana, no en el templo en Jerusalén. La adoración llevada a cabo por los sacerdotes a la manera ordenada y preestablecida fue en vano. Si usted hubiera estado allí, ¿habría adorado a Dios con los sacerdotes en el templo o con la mujer samaritana, cerca del pozo? Si somos honestos, debemos admitir que probablemente hubiésemos estado con los sacerdotes, adorando conforme a la tradición.

Aunque por años hemos dicho que debemos desechar la tradición, no tengo la certeza de que estemos libres de ella. Muy sutilmente, la tradición sigue minando nuestra experiencia y disfrute de Cristo. En Gálatas 1 debemos ver que la tradición debe ser desechada y que sólo el Hijo de Dios debe ser revelado en nosotros. Este Hijo de Dios que nos ha sido revelado está en contraste con la religión y con todas las tradiciones que ésta incluye.

En Gálatas 1 vemos que el Hijo de Dios reemplaza a la religión y a la tradición de ésta. Ahora en Gálatas 2 vemos que Cristo, el ungido de Dios, reemplaza a la ley. En el versículo 19 Pablo dice que por la ley él ha muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Después, en el versículo 20, él dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Por consiguiente, según el capítulo uno, el Hijo es revelado en nosotros, y según el capítulo dos, Cristo vive en nosotros.


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