Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 49 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUARENTA Y NUEVE

CONOCER LA GRACIA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA CIRCUNCISION QUE CUMPLE
EL PROPOSITO DE DIOS

En el libro de Génesis están sembradas a modo de semillas casi todas las verdades divinas. En este mensaje llegamos a una verdad importante y fundamental de la Palabra santa, una verdad sembrada en Génesis 17: la circuncisión.

Si queremos entender la circuncisión, debemos ver los dos puntos principales de la revelación divina presentada en la Biblia. El primero es que el propósito eterno de Dios consiste en que El sea expresado y representado por el hombre en la tierra. Toda la Biblia revela este asunto, desde el primer capítulo de Génesis hasta el último capítulo de Apocalipsis. El segundo punto se relaciona con la manera en que Dios cumple Su propósito, la cual consiste en forjarse en el hombre como vida y como el todo para el hombre a fin de que éste sea Su expresión y representación. El cumplimiento del propósito de Dios no depende de lo que nosotros podamos hacer, sino de que Dios se forje en nosotros. Si vemos estos dos aspectos, entonces podremos entender las verdades fundamentales de la Biblia.

Dios, con miras al cumplimiento de Su propósito eterno, llamó a Abraham a salir de Caldea, un país de demonios y de idolatría. Como ya vimos, Abraham no respondió de inmediato al llamado de Dios, sino que vaciló deteniéndose en el lodo y el agua. Su padre lo trajo a Harán, un lugar ubicado a medio camino. Por la misericordia de Dios, Abraham respondió a casi todo el llamado de Dios en Harán, atravesó el gran río, y llegó al lugar donde Dios lo quería. Ese lugar estaba cerca de la ciudad pecaminosa de Sodoma. No le resultó fácil a Abraham permanecer en el lugar donde Dios lo quería, y poco tiempo después descendió a Egipto. Sin embargo, por la soberanía de Dios, este Abraham, que salió de la Caldea demoníaca, que abandonó a Harán, ubicado a medio camino, y que venció la Sodoma pecaminosa, fue liberado del Egipto mundano y devuelto al lugar que Dios había escogido.

Debemos recordar los nombres de tres personas muy importantes relacionadas con Abraham: Lot, Eliezer y Agar. Abraham tomó a Lot consigo cuando salió de Harán, y probablemente consiguió a Eliezer en Damasco y a Agar en Egipto. Ninguno de estos tres ayudó a Abraham; cada uno de ellos fue un problema. Dios rechazó a estas tres personas. Abraham usó su fuerza natural para producir, con la colaboración de Agar, su obra maestra: Ismael. Sin embargo, Ismael fue rotundamente rechazado por Dios.

6) La circuncisión cumple el propósito de Dios

Con este antecedente, llegamos ahora a la circuncisión (17:9-14). Por la época de Génesis 17, Abraham había sido privado de todos los lugares donde había estado y de todas las personas importantes que había adquirido. Caldea y Harán formaban parte del pasado, y no tenían nada que ver con Egipto. El estaba en la tierra que Dios le había prometido, aunque todavía no le había sido entregada. Por consiguiente, Abraham no tenía a Caldea, ni a Harán, ni a Egipto, ni a Sodoma, y tampoco tenía una parcela en la tierra prometida. Además, Lot se había apartado de él, y tanto Eliezer como Ismael habían sido rechazados por Dios. Abraham había quedado solo con Sara. Eran dos personas entradas en años que no habían ganado nada ni podían hacer nada. Tal vez Abraham haya mirado a Sara y le haya dicho: “¿Qué haremos? No tenemos nada y no podemos hacer nada”. En ese momento, Dios se reveló a Abraham como El-Shaddai, el Poderoso que todo lo provee. Entonces Dios le dijo a Abram que su nombre debía ser cambiado por Abraham y que el nombre de su esposa debía cambiarse de Sarai a Sara. Después, Dios le dijo a Abraham que debía circuncidarse. Abraham había sido despojado de todos los lugares y de todas las personas. Lo único que le quedaba era él mismo. Dios vino para poner fin al ego de Abraham, su carne, su fuerza natural y su capacidad natural. Este ego, la carne y la fuerza natural, habían de ser cortados, circuncidados. Si fuésemos Abraham, probablemente habríamos dicho: “Dios, ¿no ves que me has privado de muchas cosas? A nadie le ha sucedido eso en toda la tierra. Todos tienen un lugar propio, pero yo no tengo nada. ¿Qué harás ahora: quitarme la vida?”. Dios quizás haya contestado: “Abraham, tienes razón. Te he quitado a Caldea, a Harán, a Egipto, a Lot, a Eliezer, a Agar y a Ismael. Ya no te destituiré más, pero sí te cortaré a ti. Lo que has conseguido por ti mismo te ha sido quitado, y lo que eres debe ser cortado ahora”. Esta es la circuncisión.

¿Por qué es necesaria la circuncisión? Por una parte, Dios necesita al hombre para cumplir Su propósito; y por otra, no quiere nada del hombre. No obstante, ninguno de los llamados diría: “Dios, quiero entregarme incondicionalmente a Ti, pero no deseo que nada mío interfiera. Estoy dispuesto a que tomes todo lo que tengo y le pongas fin a todo lo que soy”. Por el contrario, todos dicen: “Alabado sea el Señor porque me llamó. De ahora en adelante, todo lo que tengo y lo que soy será para El”. Considere el ejemplo de Pedro. Durante tres años y medio, el Señor dijo a Sus discípulos que debían amarle a El y seguirle. Sin embargo, ninguno de los discípulos entendía que el Señor no quería nada de ellos. Cuando el Señor dijo a los discípulos que todos tropezarían a causa de El, Pedro contestó: “Aunque todos tropiecen por causa de Ti, yo nunca tropezaré”, y “Aunque me sea necesario morir contigo, de ninguna manera te negaré” (Mt. 26:33, 35). Mas el Señor le dijo a Pedro: “De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mt. 26:34). Aparentemente el Señor le decía a Pedro: “Pedro, no te jactes. No tienes por qué jactarte. Esta noche me negarás tres veces”. Efectivamente, Pedro negó al Señor tres veces, y estas negaciones en realidad fueron una circuncisión práctica. El Pedro orgulloso y seguro de sí mismo fue despedazado por el cuchillo de la circuncisión que constituyó su acción de negar al Señor.

Todos debemos ver que Dios nos necesita para Su recobro, y que El no quiere nada de nosotros. Nos resulta difícil entender eso. O bien nos apartamos del Señor, o bien nos presentamos delante de El con todo lo que tenemos. Un hermano japonés podría decir: “Nosotros los japoneses somos las personas más pacientes del mundo. Serviré al Señor con mi paciencia japonesa”. Pero el Señor no necesita esta clase de paciencia. Algunas hermanas podrían decir: “El Señor ciertamente nos necesita a nosotras las hermanas, y estamos dispuestas a darnos incondicionalmente a El. Nosotras las hermanas no somos tan toscas como los hermanos; somos bastante refinadas. En la vida de iglesia entregamos nuestro refinamiento al Señor”. Hermanas, ustedes tienen toda la razón al darse incondicionalmente al Señor, pero están totalmente equivocadas a entregarle a El algo de ustedes. Todos debemos ser circuncidados porque Dios no quiere nada nuestro.

La semilla de la circuncisión no fue sembrada en Génesis 12 ni 15, sino en Génesis 17, después de que Abraham fue privado de muchas cosas. Luego Dios volvió a aparecérsele, se le reveló como el Todopoderoso que lo provee todo y que tiene ubre, y le cambió el nombre por Abraham. Abraham debía pasar por un cambio radical. Dios parecía decir: “Abraham, ahora debes ser circuncidado. Si no te circuncidas, no podré cumplir Mi propósito por medio de ti. Para tener un pueblo que cumpla Mi propósito, debe existir la simiente. De esta simiente brotará el pueblo y éste poseerá la tierra en la cual tendré dominio, edificaré Mi templo para Mi expresión, y encontraré reposo. Este es Mi plan. Para cumplir Mi propósito, no necesito nada que provenga de ti. Lo haré todo para ti y seré tu todo. Esta es la razón por la cual te he privado de todo lugar y de toda persona. Ahora te pido que te amoldes a mi voluntad y cooperes conmigo para desechar todo lo tuyo. Quiero que tu carne sea cortada, pero no quiero hacerlo directamente. Quiero que tú lo hagas por Mí. Quiero que cortes tu carne. ¿Estás dispuesto a cooperar conmigo?”. No debemos tomar esto como doctrina ni como una explicación de los relatos bíblicos. Todos debemos entender que hoy necesitamos ser circuncidados.

Estoy muy agradecido con el Señor porque muchos de nosotros hemos salido de Caldea y de Harán y no nos interesan Sodoma ni Egipto, sino que permanecemos en el lugar en el cual se halla el recobro del Señor. Ahora bien, ¿cómo puede el Señor obtener la simiente? ¿Cómo puede tomar posesión de la tierra para tener la vida de iglesia apropiada para Su morada, Su dominio, Su satisfacción y Su descanso? No lo puede lograr con lo que nosotros hacemos por El. Sólo lo conseguirá al privarnos de muchas cosas. Nuestra inteligencia, nuestra sabiduría, nuestra capacidad natural, nuestra fuerza natural y todo lo que somos en nuestro ser natural debe ser quitado por el Señor. ¿Está usted de acuerdo con eso? Si tal es el caso, deberá tomar el cuchillo de circuncisión y extirpar su carne, su ser natural. No se trata de vencer el pecado ni el mundo, sino de ponerse fin a sí mismo para que el que todo lo provee tenga la posibilidad de entrar y de ser la vida de usted, su todo y su mismo ser. Esta es la circuncisión. ¡Que el Espíritu nos revele esto a todos!

El mayor obstáculo para el mover del Señor al recobrar El la vida de iglesia es nuestra capacidad natural. Lo que estorba el mover del Señor no es lo que no podemos hacer, sino lo que podemos hacer. Al usar Abraham su fuerza natural, alejó a Dios durante trece años. ¡Qué obstáculo más grande! Abraham fue despojado sobremanera, pero todavía tenía su carne, su capacidad natural y su fuerza natural. El produjo a Ismael con la colaboración de Agar, por su carne. En Génesis 17 ya había llegado el momento para que Dios tocase el elemento entorpecedor de la carne de Abraham. Dios parecía decir: “Abraham, te he quitado tanto. Queda una sola cosa que dificulta Mi obra de gracia en ti: tu carne. Deseo quitarte eso, pero al tratarse de algo tan subjetivo en tu ser, no te obligaré a hacerlo. Deseo que cooperes conmigo y te despojes tú de esto, y te circuncides para Mí. Abraham, nada de lo que tú puedas hacer por ti mismo me complacerá jamás. Sólo me ofenderá y me insultará. Mientras permanezca tu fuerza natural, no podré entrar en ti para producir a Isaac. Abraham, tu fuerza natural, tu carne, debe ser cortada”. Este asunto de la circuncisión mencionada en Génesis 17 es algo muy crítico.

¿Qué significa la circuncisión? Significa despojarse de sí mismo. Dios tiene un propósito y tiene a los llamados, pero algo impide que produzca la simiente: nuestra carne. Entre nosotros muchos han llegado al punto crucial de anular la carne. En el transcurso de los años, nos hemos privado de muchas cosas, pero nuestra carne, nuestra fuerza natural y nuestra capacidad natural quizás permanezcan todavía. Si seguimos usando nuestra carne, no podremos producir a Isaac, ni siquiera podremos concebirlo. Así que nuestra necesidad consiste en ser circuncidados y en poner fin al ego, a la carne. Esto es lo que la Biblia llama circuncisión.


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