Información del libro

Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 35 de 46 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE TREINTA Y CINCO

SEMBRAR PARA EL ESPIRITU
A FIN DE SEGAR VIDA ETERNA

Lectura bíblica: Gá. 6:7-10

EL PUNTO CENTRAL DE GALATAS

El enfoque del libro de Gálatas es que Cristo reemplaza a la ley. Dios no tiene la intención de mantener a Su pueblo bajo la ley. Su intención es dispensarles Cristo. Por lo tanto, Cristo, como el centro de la economía de Dios, debe remplazar a la ley. Debido a que los judaizantes usaron la ley indebidamente, la epístola a los gálatas fue escrita con el fin de revelar que Cristo es lo que reemplaza a la ley. Es verdad que la ley fue dada con un propósito específico, pero Dios no tenía ninguna intención de que la ley permaneciera. Cristo vino para reemplazar la ley consigo mismo. Este es el punto central de Gálatas.

En el capítulo uno Pablo muestra que a Dios le agrada revelar a Su Hijo, Jesucristo, en nosotros (1:15-16). En el capítulo dos vemos que en nuestra vida debemos expresar a este Cristo, no la ley (2:19-21). Dios no quiere que nos ocupemos en guardar la ley y seamos distraídos de vivir a Cristo. Conforme a lo que satisface Su corazón, El ha revelado a Su Hijo en nosotros para que nosotros le vivamos. Los puntos cruciales de los capítulos uno y dos son que el Hijo de Dios ha sido revelado en nosotros y que nosotros debemos vivirle a El.

EL CONTRASTE ENTRE
LA CARNE Y EL ESPIRITU

En los capítulos tres y cuatro Pablo nos muestra cómo podemos experimentar a Cristo y cómo podemos disfrutarlo. Cristo es Aquel que es revelado como el centro de la economía de Dios. Pero en nuestra experiencia, El es el Espíritu. Esta es la razón de que, a partir del capítulo tres, Pablo hable del Espíritu una y otra vez. En 3:2 él les pregunta a los gálatas si habían recibido el Espíritu por las obras de la ley o por el oír con fe. Después, en cierto tono de reprensión, les pregunta en el versículo siguiente: “¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?” Aquí vemos el contraste entre el Espíritu y la carne. Esto es un poco diferente de 2:20, donde vemos un contraste entre Cristo y el “yo”. El Espíritu mencionado en el capítulo tres es la misma realización del Cristo que se menciona en el capítulo dos y la carne es el “yo” en nuestra experiencia. Desde un punto de vista doctrinal, podemos decir que nuestro problema es el “yo”, el ego, pero en la experiencia, nuestro problema es la carne, la cual es la totalidad de nuestro ser caído. Tal vez nos resulte fácil testificar en las reuniones de la iglesia que no somos nada sino carne. Pero en nuestra vida diaria no es fácil admitir que somos carne. A los ojos de Dios, el hombre caído no es otra cosa que carne. A partir del capítulo tres y continuando hasta el capítulo seis, Pablo hace un contraste entre el Espíritu y la carne.

Gálatas 4:29 dice: “Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora”. En este versículo vemos dos categorías de personas: los que han nacido según la carne, y los que han nacido según el Espíritu. Por ser salvos, pertenecemos a las dos categorías. Por un lado, somos hijos que han nacido según la carne; por otro, somos hijos que han nacido según el Espíritu. Dentro de nosotros tenemos dos elementos, dos naturalezas: el Espíritu y la carne. Estos dos elementos hacen que seamos dos clases de hijos.

El contraste entre la carne y el Espíritu continúa en el capítulo cinco con el contraste entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu (5:19-23). En 5:17 se nos dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne”. El Espíritu y la carne nunca pueden obrar juntos ni estar de acuerdo entre sí.

DOS CLASES DE SIEMBRAS

Por último, en el capítulo seis tenemos el contraste entre dos clases de siembras: el sembrar para la carne y el sembrar para el Espíritu (6:7-8). Por un lado, podemos sembrar para la carne para que se cumpla el propósito de la carne. Por otro lado, podemos sembrar para el Espíritu, tomando el Espíritu como nuestra meta. En el capítulo tres, el Espíritu es principalmente para que tengamos vida eterna. En el capítulo cuatro, el Espíritu es para que nazcamos de Dios. En el capítulo cinco, el Espíritu es para que vivamos y andemos. Aquí, en el capítulo seis, el Espíritu es nuestra meta, nuestro blanco. En los primeros dos capítulos de Gálatas tenemos la revelación con respecto a Cristo como el punto central de la economía de Dios, pero en los últimos cuatro capítulos tenemos el Espíritu en nuestra experiencia. Ya hemos abarcado hasta cierto punto los aspectos del Espíritu para la vida, el nacimiento y el andar. En este mensaje debemos considerar el asunto de que el Espíritu es nuestro blanco. Esto tiene mucho que ver con el sembrar para el Espíritu.

En 6:8 Pablo dice: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Es muy importante que entendamos lo que Pablo quiere decir con la palabra “sembrar”. Por causa de su experiencia en la vida humana y por lo que él había aprendido, y también por causa de la revelación que recibió de Dios, Pablo tenía un entendimiento cabal de la vida humana. Su uso de la palabra sembrar en 6:8 señala el verdadero significado de la vida humana. Conforme a la comprensión de Pablo, la vida humana es un proceso de sembrar. Día tras día estamos sembrando. Sembramos por lo que decimos y por lo que somos.

Sembrar es hacer algo que crecerá y finalmente será cosechado. En nuestra vida diaria constantemente estamos haciendo cosas que crecerán y producirán una cosecha. Hasta lo que decimos contiene semillas que caerán en un terreno particular, crecerán y producirán una cosecha que hemos de segar algún día. No debemos pensar que nuestras palabras o acciones no tendrán fruto o resultado. Por el contrario, todo lo que decimos y hacemos tiene que ver con una siembra de semillas.

¿Se da cuenta de que está usted sembrando todo el día? Usted siembra cuando está contento y también cuando está triste. Cuando está calmado y cuando está enojado, cuando está alabando al Señor y cuando está quejándose. Siempre que usted habla chismes o critica, está usted sembrando. Siembra usted al cantar y también al regañar a sus hijos. La vida humana es una vida de sembrar, una vida de hacer cosas que crecerán y producirán una cosecha.

La gente siembra aunque no se dé cuenta de ello y aunque no tenga la intención de hacerlo. Tal vez usted no tenga la intención de que algo negativo crezca y produzca una cosecha desastrosa. Pero mientras usted siembre, habrá una cosecha. Las personas que no son salvas no se dan cuenta de que su vida de sembrar a la larga hará que cosechen la muerte y el lago de fuego. No importa cual sea la intención de usted, siempre y cuando siembre, cosechará, y segará aquello que ha sembrado. No debe sorprendernos que cosechemos algo, porque esa cosecha proviene de esa particular clase de siembra. Una persona no debe sorprenderse si siembra soya y cosecha soya en vez de maíz. Si tal persona ha sembrado soya, no debe esperar cosechar maíz ni ninguna otra clase de cosecha que no sea soya. Debemos ser impresionados con el hecho serio de que lo que sembremos volverá a nosotros.

Estoy muy preocupado de que muchos creyentes no se dan cuenta de que su vida es una vida de sembrar. Lo que seamos, a donde vayamos y cualquier cosa que digamos o hagamos es una siembra. En particular, sembramos por lo que hablamos. A la larga, seremos los primeros en cosechar las cosas negativas que hayamos sembrado. Incluso al tratar de saber los asuntos de los demás es posible que sembremos semillas de muerte. Como resultado de que hayamos sembrado tales semillas, en nuestras propias vidas y en la iglesia entrará muerte. Primero, nosotros seremos víctimas de esa muerte. Después la muerte se extenderá a otros. Es mejor no conocer los asuntos de otras personas. Cuanto más sepamos, más semillas tendremos para sembrar. Aunque es peligroso recaudar información respecto a otros, algunos santos hasta podrían ser llamados centros de información. Estos santos pueden proveer información tocante a muchas personas y lugares. Poseer tal información abre el camino para sembrar semillas de muerte. Por experiencia propia he aprendido que es mejor no saber demasiado. Aunque estoy en la iglesia en Anaheim, puedo testificar verdaderamente que respecto a la iglesia hay muchas cosas que desconozco y que no quiero conocer. Cuanto menos información poseo, menos semillas tengo para sembrar. Las semillas de información respecto a santos e iglesias no son semillas de vida, sino semillas de muerte. Si usted siembra esta clase de semillas, cosechará la muerte que ha usted sembrado.

La palabra “sembrar” en realidad equivale a vivir. Tener cuidado de cómo sembramos es tener cuidado de cómo vivimos. Repito, sembrar produce un resultado. Esta es la razón de que Pablo nos advirtiera que tuviéramos cuidado de cómo sembramos.

Si sembramos para la carne, de la carne segaremos corrupción, pero si sembramos para el Espíritu, del Espíritu segaremos vida eterna. En 6:8 la carne esta en contraste con el Espíritu y la corrupción está en contraste con la vida eterna. Sólo existen estas dos clases de sembrar y estas dos clases de segar. No hay neutralidad, no existe una tercera clase de cosecha. Sin duda alguna, la corrupción incluye la muerte. Sembrar para la carne siempre producirá una cosecha de corrupción, mientras que sembrar para el Espíritu siempre producirá una cosecha de vida eterna.


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