Información del libro

Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 12 de 53 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE DOCE

CONFORMAN UN EJÉRCITO

(11)

Lectura bíblica: Nm. 7:1-10, 84-89

En este mensaje llegamos a una nueva sección de Números, el capítulo 7. Este capítulo abarca las ofrendas que presentaron los hijos de Israel.

IX. LAS OFRENDAS

Después de las medidas tomadas con respecto a la contaminación, la prueba en cuanto a la sospecha, el voto del nazareato y la bendición del Dios Triuno, la relación entre Dios e Israel entró en una nueva etapa. Con respecto al pueblo, todo estaba listo. Ellos conformaban un ejército y acampaban en orden. Con respecto a Dios, el tabernáculo había sido edificado y erigido, y estaba sobre la tierra, con lo cual se declaraba que el Dios de los cielos ahora tenía una morada en la tierra, incluso en el desierto.

Desde una perspectiva general, podemos ver dos ítems: el tabernáculo y el altar. El tabernáculo representa la corporificación de Dios en la tierra. Esta corporificación es la morada de Dios, donde Dios puede morar en medio de los hombres y mediante la cual el hombre no sólo puede tener contacto con Dios, sino también entrar en Él para participar de todo lo que Él es en Sus elementos y atributos. Estos elementos y atributos están representados por el pan de la Presencia, el candelero, el altar del incienso y el Arca. El hombre puede entrar en Dios. ¡Cuán maravilloso es esto!

Anteriormente, Dios no tenía un hogar en la tierra. En lo que a la tierra se refiere, Dios no tenía un hogar. Él no tenía adónde ir, dónde quedarse ni dónde establecerse. Abraham era un íntimo amigo Suyo y lo trató muy bien. Dios estimaba mucho a Abraham como íntimo amigo, pero lo único que podía hacer era venir a visitarlo, quedarse en la tienda de Su amigo por algunas horas y después marcharse. Dios no tenía un lugar donde establecerse y reposar. Cuando los hijos de Israel descendieron a Egipto, ellos fueron usurpados y esclavizados por Faraón, quien los usó como esclavos. Dios no podía hacer nada. En ese entonces sólo se le podía considerar como el Dios de los cielos, mas no todavía como el Dios de la tierra.

En el libro de Números la situación había cambiado completamente. Ahora, en el desierto, en medio de casi dos millones de los hijos de Israel, Dios tenía un hogar, una morada, y podía establecerse plenamente y reposar. Además, Su pueblo conformaba un ejército que, en la manera que acampaba, exhibía un hermoso orden, lo cual le declaraba algo al enemigo de Dios. Además, el pueblo escogido por Dios tenía el derecho, por medio del altar (o sea, la redención), por medio del derramamiento de la sangre de los sacrificios, lo cual apuntaba a Cristo, no sólo para tener contacto con Dios sino también para entrar en Él. En esta etapa del libro de Números, Dios ya no estaba únicamente en los cielos; Él era el Dios de los cielos y de la tierra. Por tanto, Dios ahora tiene dos lugares de residencia: los cielos y la tierra. Y el lugar de residencia que Él prefiere es la tierra.

El tabernáculo con todos sus enseres describe y tipifica plenamente al Dios Triuno corporificado, al Dios Triuno procesado. Estar en el tabernáculo equivale a estar en el Dios Triuno procesado y corporificado. Una vez que estamos en el tabernáculo, podemos hacer un recorrido dentro de él y ver todo su contenido.

La vida cristiana es una vida en la que hacemos recorridos; es una vida en la que cada día hacemos un recorrido por el tabernáculo, el cual tipifica al Dios Triuno. Esto significa que cuando entramos en el tabernáculo, podemos hacer un recorrido para ver los atributos y elementos de Dios. En este recorrido, vemos el pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso, cada uno de los cuales tipifica a Cristo. Dios es vida; la mesa del pan de la Presencia despliega el pan de vida. Dios es luz; el candelero resplandece sobre nosotros y, debido a ello, nos encontramos en la luz. Dios recibe a los pecadores arrepentidos y redimidos, y el altar del incienso representa la bienvenida que Dios nos da.

¿Ha hecho usted un recorrido por el tabernáculo hoy? Después que se levantó esta mañana, ¿invocó “Oh Señor Jesús”, y entró en la morada de Dios? En la morada de Dios vemos la vida, la luz, el incienso por el cual somos aceptados y el Arca. Después de pasar tiempo en el altar, donde tomamos medidas con respecto a nuestros pecados, podemos entrar en el tabernáculo y hacer un recorrido en el cual vemos la mesa del pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso. Luego, podemos entrar en el Lugar Santísimo y reflexionar sobre el Arca. Incluso podemos abrir el Arca para ver la ley del Testimonio, la vara que reverdeció y el maná escondido. La vida cristiana es una vida en la que visitamos “sitios de interés”, una vida en la que hacemos recorridos diarios por el tabernáculo.


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