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Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemónpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2769-X
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 28 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO

MENSAJE TRES

LA ORACIÓN QUE CUMPLE EL DESEO DE DIOS
DE QUE LOS HOMBRES SEAN SALVOS

Lectura bíblica: 1 Ti. 2:1-7

UNA VIDA DE ORACIÓN APROPIADA
QUE REDUNDA EN UNA VIDA DE IGLESIA APROPIADA

En el primer capítulo de 1 Timoteo, Pablo pone un buen fundamento al hablar de la vida de iglesia de una manera positiva. En 2:1, él añade: “Exhorto ante todo, a que se hagan peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres”. Si queremos llevar una vida de iglesia apropiada, es preciso que primero llevemos una vida de oración. Aquellos que toman la delantera en las iglesias, en particular aquellos que ministran la Palabra en la iglesia, deben ser los primeros en llevar una vida de oración. Tener un ministerio de oración es el requisito indispensable para administrar y pastorear una iglesia local. Por esta razón, Pablo exhorta a Timoteo a que se hagan peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres. Éstas son las primeras palabras que Pablo profiere con respecto al aspecto positivo de la vida de iglesia, después de haber hablado de la economía de Dios y de haber encargado a Timoteo que milite la buena milicia por causa de la economía de Dios. Timoteo debía ser el primero en llevar una vida de oración.

Llevar una vida de oración es un requisito necesario para tener una vida de iglesia apropiada en el recobro del Señor hoy. Una iglesia apropiada es una iglesia que ora. Una iglesia que no ora, se encuentra en una condición lamentable. La falta de oración es un pecado. En el recobro del Señor, todos debemos guardar una actitud de oración y oponernos al pecado de no orar. Los ancianos en todas las iglesias deben recibir la exhortación de Pablo de “ante todo” orar.

De las catorce epístolas que escribió Pablo, diez se escribieron a iglesias y cuatro a personas en particular. La Epístola a los Romanos fue escrita a todos los creyentes de Roma, y la de Hebreos fue escrita, no a ningún individuo en particular, sino a los creyentes hebreos colectivamente. Efesios, Filipenses, Gálatas, Colosenses, 1 y 2 Corintios y 1 y 2 Tesalonicenses fueron epístolas escritas a iglesias, mientras que las cuatro epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón fueron escritas a individuos en particular. Tal vez algunos piensen que estas epístolas, por haber sido escritas a individuos en particular, no tienen nada que ver con nosotros. No obstante, nosotros debemos ser los “Timoteos”, los “Titos” y los “Filemones” de hoy. En particular, cada santo individualmente debe ser un Timoteo.

Si queremos ser Timoteos, debemos ser ejemplo de aquellos que no argumentan, chismean, ni critican, sino que oran. Cada vez que oigamos noticias, buenas o malas, acerca de alguna iglesia en particular, debemos orar. No comente sobre la situación, no chismee ni critique. ¡Simplemente ore! Asimismo, si usted oye algo acerca de un santo o de un anciano, ore por esa persona. El primer requisito para llevar una vida de iglesia apropiada es orar. ¡Oh, todos debemos poner esto en práctica! Si procuramos llevar una vida de oración, la iglesia será viviente y su condición mejorará. Si algunos aspiran a ser los Timoteos de hoy y toman la iniciativa para orar, otros les seguirán. Un ejemplo de esto es la manera en que un rebaño sigue un pequeño grupo de ovejas que va adelante. Si usted, como Timoteo que es, toma la iniciativa para orar, todos en su localidad le seguirán.

En lugar de hablar tanto y en vez de trabajar tanto, debemos orar más. Si se enterara de que un santo está débil o se ha apartado, no hable de él, ni lo critique. Aun más, no lo visite inmediatamente; más bien, ore por él. Si lo ha de visitar o no, eso dependerá de cómo el Señor lo dirija. Después de haber orado, si el Señor lo guía a visitarlo, obedezca sencillamente al Señor y visítelo. Pero no actúe con soberbia. Si el Señor no lo ha guiado a visitar a un santo que se ha descarriado, no debería visitarlo por su propia cuenta. Es posible que aun al visitar a los santos estemos procediendo con arrogancia. Créanlo o no, visitar a un santo que se ha apartado es un pecado de soberbia, si es que hacemos esto por iniciativa propia, sin oración y sin la dirección del Señor. No obstante, si al orar el Señor nos indica claramente que debemos ir a visitar a ese hermano, entonces esa visita será eficaz.

También debemos orar cada vez que escuchemos que hay problemas entre los santos. No debemos suponer que tenemos la experiencia y aptitudes necesarias para resolver problemas. Esta actitud no sólo es arrogante sino también blasfema, pues equivale a creernos Dios. Así, pues, si nos enteramos de que hay problemas entre hermanos, debemos presentarle este asunto al Señor en oración.

Lo primero que deben hacer los ancianos al cuidar de la iglesia es orar. No tomen decisiones sin oración. No critiquen ni alaben a nadie sin antes orar por él. Antes de hacer cualquier cosa, debemos orar. Además, no debemos orar a la ligera ni de manera superficial, sino con la debida seriedad. Sólo después de que hayamos orado de esta manera por algún asunto, podremos tomar una decisión, no por nosotros mismos sino en unidad con el Señor y conforme a su dirección. Si los ancianos ponen esto en práctica, la vida de iglesia en nuestra localidad mejorará notablemente y será apropiada.

El hermano Nee solía decirnos que al leer la Biblia, debíamos captar el espíritu del escritor. La letra de la Biblia se puede comparar al cuerpo humano, y el espíritu del escritor, a la vida, al espíritu, del cuerpo. Dentro del “cuerpo” de la Biblia se halla el espíritu del escritor. Si captamos el espíritu de Pablo en 2:1-7, percibiremos que su carga era que los que toman la delantera en la vida de iglesia, deben llevar una vida de oración. En estos versículos, Pablo parecía decirle a Timoteo: “Ya te mostré un cuadro muy claro de la economía de Dios y de cómo ella está en contraste a las enseñanzas diferentes. Además, te conté cómo el Señor, en Su misericordia, hizo de mí un modelo de Su economía. También te encargué solemnemente que militaras la buena milicia por el bien de la economía de Dios. Ahora, en lo profundo de mi espíritu, siento la carga de exhortarte a que ores. Te exhorto a que hagas peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres. No pienses que la enseñanza precede a la oración. No, la oración debe ir primero, y después la enseñanza”.

En 2:1, Pablo menciona peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias. La oración es general, y su esencia es la adoración y la comunión. Las peticiones son especiales y se ofrecen por necesidades específicas. La palabra griega traducida “intercesiones” significa acercarse a Dios con confianza y de manera personal, es decir, significa intervenir o interferir ante Él en los asuntos de otros para el beneficio de ellos. Además, debemos ofrecer acciones de gracias. A menudo, cuando oímos buenas noticias acerca de iglesias, de ancianos o de los santos en particular, los elogiamos en vez de dar gracias a Dios por ellos. Si la condición de cierta iglesia es buena, no se debe a la iglesia, sino a Dios. Asimismo, si a un anciano o a un santo en particular progresa positivamente, eso también se debe a la gracia de Dios. Por consiguiente, en lugar de elogiar a una iglesia o a un hermano, debemos dar gracias a Dios.

Cuando Pablo hablaba de peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, sentía una gran carga en su espíritu con respecto a la importancia de la oración. Él quería que sus queridos hijos espirituales oraran. Una y otra vez yo quisiera recalcarles que sólo podemos tener una vida de iglesia apropiada si llevamos una vida de oración. Puedo testificar que en estos últimos años he orado como nunca antes. También puedo testificar que he recibido respuestas concretas a mis oraciones. Recientemente, me pidieron que cesara mis actividades por algún tiempo para que pudiera descansar y cuidar mi salud. Luego, cuando me enteré de ciertas necesidades, simplemente oré por ellas. Tal vez el Señor me restringió para mostrarme que la oración es más importante que la obra. Que todos aprendamos la lección de que la única forma de tener una buena vida de iglesia es orar. Esto es crucial. Si en lugar de hablar, empezamos a orar más, la iglesia en nuestra localidad será transformada.


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