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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 33 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE TREINTA Y TRES

MAGNIFICAR A CRISTO MEDIANTE LA
ABUNDANTE SUMINISTRACION DEL
ESPIRITU DE JESUCRISTO

Lectura bíblica: Fil. 1:19-20; Ex. 30:23-30

En el mensaje anterior estudiamos cuatro palabras importantes: la gracia, la salvación, el Espíritu y Cristo. En este mensaje, hablaremos de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, que tiene como fin magnificar a Cristo.

Ya mencionamos que muchos cristianos tienen la costumbre, tal vez de manera inconsciente, de dar por sentado lo que leen en la Biblia. Debido a que muchas de las palabras que leen les son muy familiares, asumen que las entienden y las dan por hecho. Muy pocos son los creyentes que tienen la costumbre de investigar el significado de las diferentes palabras, términos y frases. Por ejemplo, al leer una expresión como: “participantes conmigo de mi gracia”, deberíamos preguntarle al Señor lo que significa. Del mismo modo, cuando leemos Filipenses 1:19, deberíamos preguntarnos por qué Pablo menciona al Espíritu de Jesucristo y no al Espíritu Santo ni al Espíritu de Dios. ¿Por qué habla aquí de la abundante suministración de el Espíritu? El hecho de que se use el artículo definido es muy significativo. Comúnmente los cristianos hablan del Espíritu Santo o del Espíritu de Dios, pero casi no hablan del Espíritu de Jesucristo. No debemos pasar por alto Filipenses 1:19; más bien, debemos preguntarnos por qué Pablo usó este título para referirse al Espíritu.

Por otra parte, al leer el versículo 20 deberíamos preguntarnos por qué Pablo usa la palabra magnificar. ¿Por qué no escribió: “Cristo será expresado”? ¿Y por qué dijo: “será magnificado” en vez de: “será manifestado”? Deberíamos adquirir el hábito de hacernos este tipo de preguntas cuando leemos la Palabra.

Si desarrollamos este hábito nos preguntaremos por qué en 1:21 Pablo declara: “...el vivir es Cristo”. ¿Por qué no dijo: “...el comportarse bien es Cristo”, o “...el andar es Cristo”? ¿Por qué usa la palabra vivir? En vez de dar todo esto por sentado, debemos hacernos este tipo de preguntas.

UNA SALVACION DIARIA

Filipenses 1:18-21 forma una frase larga. En esta frase, los puntos cruciales se hallan en los versículos 19 y 20, donde Pablo declara que en nada sería avergonzado, sino que Cristo sería magnificado en su cuerpo. El sabía que su situación resultaría en una salvación particular, en una salvación diaria y personal, que podía aplicar a cualquier situación y en cualquier momento. Al igual que Pablo, nosotros recibimos una salvación eterna. Pero además de esta salvación, necesitamos también una salvación diaria, una salvación que podamos experimentar momento a momento. Por ejemplo, puede ser que en un momento dado un hermano se porte muy amablemente con su esposa, y que minutos después, la trate mal, e incluso de manera diabólica. Por experiencia sabemos que es posible comportarnos como verdaderos santos en un momento dado, e inmediatamente después, como demonios. Esto indica que por un momento hemos perdido la salvación práctica. No obstante, también podemos volvernos al Señor rápidamente y continuar experimentando Su salvación momento a momento.

En 1:19 Pablo no habla de la salvación eterna, ni de la salvación del juicio de Dios o del infierno, sino de la salvación diaria y continua, la cual nos libra en situaciones específicas. Pablo confiaba que mientras que experimentara esta salvación, no sería avergonzado en nada, sin importar cuáles fueran sus circunstancias, su ambiente o sus sufrimientos, y que, por el contrario, Cristo sería magnificado en él.

Supongamos que en una reunión, cierto hermano ora fervientemente acerca de vivir y magnificar a Cristo, y que después invita a algunos hermanos a cenar a su casa, y se muestra enojado con su esposa en presencia de ellos. Esto significaría una vergüenza para él, pues los demás no verían en su rostro a Cristo magnificado. Pero supongamos que sin importar cuál sea la situación en su casa, vemos que el rostro de este hermano resplandece con la presencia del Señor. Esto ciertamente sería glorioso, pues sería una verdadera ocasión en la que Cristo se vería magnificado en él.

Cada vez que fracasamos en vivir y magnificar a Cristo, somos avergonzados. En Filipenses 1, vemos que Pablo confiaba en que las circunstancias que lo rodeaban resultarían en su salvación, de tal forma que en nada fuera avergonzado, sino que Cristo fuera magnificado en él. Esta es la salvación a la que Pablo se refería.

Pablo, un judío típico, se encontraba encarcelado por los imperialistas romanos. Todos los días y durante cierto tiempo él era encadenado a un guardia. Además, debido a su encarcelamiento, no podía laborar para el Señor. En tales circunstancias, sería difícil para cualquier persona mantener un rostro resplandeciente. Habría sido muy normal que Pablo expresara tristeza o desánimo; sin embargo, si hubiera expresado tristeza, habría sido avergonzado. No obstante, él no quería ser avergonzado en nada. Antes bien, cuanto más lo maltrataban, más resplandecía el Señor en su rostro. Así, en vez de ser avergonzado, él magnificaba a Cristo en su cuerpo. Esta era la salvación que él deseaba experimentar en la cárcel.

En ocasiones, he sido invitado a comer a la casa de un hermano y he sentido vergüenza al ver al hermano perder la calma con su esposa. Esto muestra que a dicho hermano le faltó experimentar más la salvación práctica en su situación. Por lo tanto, en lugar de salvación hubo un sentir de vergüenza.

En este caso podemos ver claramente que hay una carencia de Cristo. En realidad, lo que le falta es la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Si tenemos la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, experimentaremos la salvación constantemente y en cualquier situación, y no seremos avergonzados en nada, sino que en todo magnificaremos a Cristo.

Ser avergonzado significa ser derrotado. Si Pablo hubiera estado desanimado o triste, eso habría sido una señal de que había sido derrotado por los guardias, la persecución, la burla y el sufrimiento. Si éste hubiera sido el caso, habría sido avergonzado. Sin embargo, deseo hacer notar una vez más que Pablo declaró que su situación resultaría en su salvación, y que en nada sería avergonzado, sino que Cristo sería magnificado en él.


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