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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE LA PRIMERA
EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE SEIS

CRISTO NO ESTA DIVIDIDO

Lectura bíblica: 1 Co. 1:10-17

En 1:10 Pablo dice: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer”. Con este versículo el apóstol comenzó a confrontar las divisiones que existían entre los corintios. Primero, les rogó que no hubieran divisiones entre ellos, y lo hizo por medio del nombre de nuestro Señor, el nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:9) y que debe ser el único nombre que alaban todos los creyentes. Sin embargo, los facciosos corintios pusieron los nombres de Pablo, Apolos y Cefas en el mismo nivel que el de Cristo; tal como Pedro, en el monte de la transfiguración, clasificó a Moisés y a Elías en el mismo nivel que a Cristo (Mt. 17:1-8). Para guardar la unidad en el Señor y evitar las divisiones, tenemos que exaltar únicamente el supremo nombre de nuestro Señor, y renunciar a todos los demás nombres.

HABLAR UNA MISMA COSA

En el versículo 10 Pablo exhorta a los creyentes a que hablen una misma cosa para que no haya divisiones entre ellos. En esta epístola el apóstol confronta once problemas que existían entre los creyentes de Corinto, el primero de los cuales era la división. Por lo general, la división es el problema principal, el que trae consigo todos los demás problemas que experimentan los creyentes, y puede considerarse la raíz de todos ellos. Por lo tanto, al hacer frente a los problemas de la iglesia de Corinto, el apóstol pone el hacha a la raíz, es decir, a las divisiones que existían entre los creyentes. La primera virtud de una conducta digna del llamamiento de Dios es guardar la unidad del Espíritu en el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:1-6).

En el versículo 12 Pablo añade: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. En principio, esto es exactamente lo mismo que decir: “Yo soy luterano”, “Yo soy wesleyano”, “Yo soy presbiteriano”, “Yo soy episcopal”, “Yo soy bautista”. Estas designaciones deben ser condenadas y rechazadas, y la única manera de llevarlo a efecto es tomando a Cristo como el centro único de todos los creyentes.

Decir “yo soy de Cristo” con la intención de excluir a los apóstoles y sus enseñanzas y a otros creyentes, es tan faccioso como decir “yo soy de esto o de aquello”.

Estos versículos indican que las divisiones entre los cristianos siempre resultan de exaltar un nombre por encima del nombre del Señor Jesús. Cuando algunos corintios decían: “Yo soy de Apolos”, elevaban automáticamente el nombre de Apolos sobre el nombre de Cristo. A lo largo de los siglos esta tendencia ha sido la causa de las divisiones entre los cristianos. Actualmente los creyentes se auto denominan luteranos, presbiterianos o bautistas sin sentir la más mínima vergüenza. En realidad, es vergonzoso que un cristiano se llame a sí mismo luterano, pues esto significa que pone el nombre de Lutero por encima del nombre de Cristo. Ningún creyente debería hacer semejante cosa.

Es muy significativo que en el versículo 10 Pablo base su exhortación en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Esto indica que nadie debería elevar ningún otro nombre por encima de éste. Los cristianos no deben adoptar ninguna designación. Identificarnos con un nombre significa que ponemos ese nombre por encima del nombre de Cristo y esto trae vergüenza tanto al Señor como a los creyentes. A pesar de esto, hay cristianos que se sienten orgullosos de decir que son de cierta denominación. Además, inscriben el nombre de ella en pancartas para anunciarse. Esto muestra hasta dónde ha llegado el descarrío de los cristianos de hoy. No sienten ni la mínima vergüenza cuando adoptan algún nombre que no es el de Cristo.

Pablo exhortó a los creyentes de Corinto, por el nombre del Señor Jesucristo, que hablaran todos una misma cosa. Cuando me convertí al Señor, algunos líderes cristianos me dijeron que no debería esperar que todos los cristianos llegarían a hablar una misma cosa. ¿Cree usted que es factible que los cristianos hablemos una misma cosa? Si usted dice que sí, le preguntaría cómo podemos lograrlo. Al observar las diferencias nacionales y familiares de hoy, es evidente que la gente no habla la misma cosa. Por ejemplo, los chinos no hablan lo mismo que los japoneses, ni los alemanes lo mismo que los franceses. ¿Cómo pueden los creyentes de diferentes nacionalidades hablar una misma cosa? Para contestar esta pregunta debemos entender lo que quiere decir Pablo con la expresión una misma cosa.


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