Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Tesalonicensespor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2821-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 31 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE 1 TESALONICENSES

MENSAJE OCHO

LA IGLESIA ESTÁ EN EL DIOS TRIUNO

(2)

Lectura bíblica: 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1; Mt. 28:19; Hch. 19:5; Ro. 6:3; Gá. 3:27; Ap. 1:11-12

Ya vimos que 1:1 declara que la iglesia está en el Dios Triuno. Pablo habla del Dios Triuno en 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Aquí tenemos la triple bendición del Dios Triuno, la bendición del amor, la gracia y la comunión. El Dios Triuno revelado en este versículo es el Dios procesado. El propio Dios en quien la iglesia está hoy es el Dios Triuno procesado: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El DESEO Y EL PLAN DEL PADRE

¿Qué es lo que Dios el Padre desea? Según el Nuevo Testamento, el Padre desea obtener muchos hijos. Lo que le interesa al Padre es la filiación. A fin de producir estos hijos, Él ha estado engendrando hijos. En lo que a Dios se refiere, Él no está procurando limitar el número de hijos. Cuantos más tenga, mejor. El Padre desea obtener hijos, y Él los está engendrando.

Dios el Padre tiene un propósito muy definido al producir muchos hijos. Él no es un padre insensato que actúa sin ningún propósito. Al contrario, Él tiene un propósito y un plan. La elección y predestinación de Dios concuerdan con Su propósito. Primero, Él nos escogió, y luego, nos predestinó. Esto indica que únicamente es Dios quien da inicio y origen a las cosas. Así que, el hecho de que la iglesia esté en Dios el Padre da a entender que la iglesia está incluida en el propósito de Dios así como en Su plan, Su elección y Su predestinación. Sin duda, la iglesia también está incluida en el llamamiento de Dios. Decir que la iglesia está en Dios el Padre equivale a decir que la iglesia está en Aquel que da inicio y origen a las cosas.

Esta comprensión de la iglesia, o sea, de que está en el Padre, no es meramente una cuestión doctrinal; antes bien, es algo que tiene mucho que ver con nosotros en un sentido práctico y experimental. Un problema que se observa entre los cristianos de hoy en día es que tienen diversos propósitos y planes. Hay muchas personas que están dando inicio y origen a las cosas. Esto no es correcto. Todos los cristianos deberíamos tener un mismo propósito, a saber, el propósito de nuestro Padre. Asimismo deberíamos tener el mismo plan del Padre. Esto significa que nadie más, sólo el Padre, debería ser quien da inicio y origen a las cosas. Nosotros no deberíamos originar ni iniciar nada. Imagínense lo que sucedería si todos los cristianos abandonaran sus propósitos y planes personales, y hubiera un solo iniciador y originador. ¡Cuánta unidad habría entre todos nosotros! No habría división alguna.

TODO LO QUE ES NEGATIVO, NATURAL Y VIEJO
HA LLEGADO A SU FIN

Ya vimos, en parte, lo que significa el hecho de que la iglesia está en el Padre. Ahora examinemos lo que significa el que la iglesia esté en el Señor Jesucristo. Es algo grandioso estar en Cristo. Estar en Cristo implica que ya no existen más el pecado, la carne, el yo, la vida natural, la vieja creación, la muerte ni Satanás. Para nosotros los que estamos en Cristo, se le ha dado fin a todo lo negativo. Se le ha dado fin al pecado, a la muerte, al yo, a la carne, a Satanás y a la vieja creación. Para los que estamos en Cristo, todo lo que no sea Dios mismo ha llegado a su fin.

Si vemos lo que ha sido eliminado en Cristo, entenderemos que es una vergüenza el que las así llamadas iglesias usen ciertos nombres para autodenominarse. Por ejemplo, en China había un grupo llamado Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. Recientemente, en el sur de California, vi una pancarta que decía: “Iglesia china taiwanesa del condado de Orange”. Aun más, hace poco un hermano me comentó acerca de un grupo llamado “Iglesia menonita china de San Francisco”. Ninguno de estos nombres o designaciones tienen cabida en la iglesia. Los que adoptan nombres como éstos indican con ello que no son la iglesia en el Señor Jesucristo. El hecho de que adopten un nombre indica que entre ellos hay todavía muchas cosas que no han llegado a su fin.

La iglesia está en el Señor Jesucristo. Esto implica que, con respecto a la iglesia, todo lo natural, todo lo negativo y todo lo que pertenece a la vieja creación, ha llegado a su fin. Significa que en la iglesia ya no hay chinos ni estadounidenses, no hay japoneses ni coreanos, ni hay franceses ni alemanes. En la iglesia sólo hay lugar para Jesucristo el Señor. Esto es lo que significa el que la iglesia esté en el Señor Jesucristo.

Nosotros los que estamos en el recobro del Señor afirmamos que practicamos la vida de iglesia. Sin embargo, cada vez que afirmemos esto, debemos preguntarnos si todavía conservamos nuestra cultura o nuestra propia manera de ser. Con respecto a esto, a veces esperamos que los demás se compadezcan de nosotros. En algunas ocasiones las hermanas me han dicho: “Hermano Lee, no olvide que somos hermanas. La Biblia dice que nosotras las hermanas somos vasos más frágiles”. Sin embargo, en el Señor Jesucristo no hay vasos frágiles. Por consiguiente, no debemos esperar que los demás se compadezcan de nuestro modo de ser. En tanto que usted exija que los demás lo entiendan, eso será un indicio de que, en lo que a su experiencia se refiere, usted no está sepultado con Cristo. Para que la iglesia esté en el Señor Jesucristo de un modo práctico, es preciso que todos lleguemos a nuestro fin y que seamos sepultados. Debemos morir y luego ser puestos en una tumba. Esto es lo que significa estar en el Señor Jesucristo.

Cuando digo esto, ¿no les da la impresión de que estoy comparando al Señor Jesucristo con una tumba? Escuchen lo que Pablo dice en Romanos 6:3: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?”. Este versículo dice claramente que ser bautizado en Cristo equivale a ser bautizado en la muerte de Cristo. Ya que es así, ¿cómo podríamos estar en Cristo sin estar también en Su muerte? Estar en Cristo significa, por tanto, ser sepultado, o sea, significa llegar a nuestro fin. ¿No les agrada escuchar estas palabras? Sea que nos agrade esto o no, es un hecho que estar en Cristo significa llegar a nuestro fin.

Durante los días especiales de conferencias o entrenamientos, se congregan santos de distintas ciudades y regiones. Aunque tal vez nadie hable bien de su propia localidad, es posible que todos, en lo profundo de nuestro ser, nos sintamos orgullosos del lugar de donde venimos. Tal vez digamos en nuestro corazón: “Quiero que ustedes tengan muy claro que soy de tal o cual lugar. Mi ciudad es la mejor”. Pensar de esta manera equivale a exaltarnos a nosotros mismos. Cuando decimos que somos de cierto lugar, nos alejamos de nuestra posición en el Señor Jesucristo. La iglesia sólo debe estar en Dios Padre y en el Señor Jesucristo.


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