Información del libro

Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 19 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE DIECINUEVE

LA PROMULGACION
DE LA CONSTITUCION
DEL REINO

(7)

En este mensaje llegamos a 5:31-48, el cual trata de cuatro leyes. En los versículos del 21 al 30 el Señor habló de dos leyes complementadas, la ley acerca del asesinato y la ley acerca del adulterio. Pero las cuatro leyes halladas en esta sección, las leyes acerca del divorcio, del juramento, de resistir el mal y de amar a nuestros enemigos, han sido cambiadas. Lo que el Rey decretó en los versículos del 21 al 30 como nueva ley del reino, complementa la ley de la vieja dispensación, mientras que lo que el Rey proclamó en los versículos del 31 al 48 como nueva ley del reino, cambia la ley de la vieja dispensación.

F. Con respecto al divorcio

1. La ley antigua:
divorciarse con una carta

Primero tomaremos en cuenta el cambio de la ley que trata del divorcio. El versículo 31 dice: “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, que le dé carta de divorcio”. De acuerdo con la ley antigua, un hombre podía divorciarse de su esposa simplemente al darle la carta. Se dispuso la ley de la vieja dispensación con respecto al divorcio a causa de la dureza del corazón del pueblo, pero no concordaba con el designio original de Dios (19:7-8). El nuevo decreto del Rey restaura el matrimonio a lo que era en el principio, a lo que Dios había planeado (19:4-6).

2. La nueva ley: no divorciarse
a no ser por causa de fornicación

El versículo 32 dice: “Pero Yo os digo que todo el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”. El lazo matrimonial sólo puede ser roto por la muerte (Ro. 7:3) o la fornicación. Por lo tanto, divorciarse por cualquier otra razón equivale a cometer adulterio.

Según lo dicho por el Señor Jesús, la única causa del divorcio es la fornicación. Sólo dos cosas pueden romper el lazo matrimonial: la muerte de uno de los cónyuges o la fornicación, el adulterio. Si uno de los cónyuges comete adulterio, el lazo del matrimonio se rompe. Este es el principio. Por lo tanto, el Señor Jesús dijo que no debe de haber divorcio a no ser por causa de la fornicación. Pero uno no debe aprovecharse de esto de modo que tenga excusa para casarse de nuevo simplemente porque un acto de fornicación fue cometido. Esto también es un asunto de motivo. Si es posible, el cónyuge que causó la ofensa debe ser perdonado. Sin embargo, es otra cosa si el culpable no quiere arrepentirse y vive en esa clase de pecado o se casa con otra persona. En tal caso, el lazo matrimonial se rompe, y el otro cónyuge está libre.

En Su designio original con respecto al matrimonio, Dios ordenó que hubiera una esposa para un esposo. Pero por causa de la debilidad de los hijos de Israel y de la dureza de su corazón, cuando la ley fue dada, Moisés dio al hombre permiso para divorciarse de su esposa con carta de divorcio. Pero ahora, con la venida del reino de los cielos, esta ley ha sido cambiada, y el matrimonio ha sido restaurado a lo que Dios dispuso originalmente. En el principio Dios no creó dos o tres Evas para Adán a fin de que éste tuviera uno o más divorcios. No. Sólo había un esposo y una esposa. Por esto, el Señor Jesús como Rey del reino celestial restablece el matrimonio a como era en el principio.

Ahora yo quisiera decir algo a los jóvenes. En este país hay una gran cantidad de divorcios cada año. Incluso algunos se han casado varias veces. ¡Cuán deplorable es esto! Ningún hijo de Dios debe divorciarse nunca. Esto es muy serio. Divorciarse y casarse de nuevo significa cometer adulterio. En el mensaje anterior vimos cuán serio es el adulterio. Es por esta razón que quisiera dar una advertencia a los jóvenes quienes todavía no se han casado: no se casen de manera ligera, ni se apresuren. Deben orar al Señor y esperar hasta que El les dé una dirección clara. Nunca deben dejarse llevar por sus lujurias o sus deseos. Si lo hacen, se arrepentirán de ello más tarde, porque las lujurias y los deseos no duran. Antes de casarse deben mantener los ojos abiertos para considerar el asunto cuidadosamente. Pero ya casados, tienen que cerrar los ojos. Hay un refrán que dice que el amor ciega a uno, pero el matrimonio abre los ojos. No obstante, nosotros necesitamos cambiar este refrán. Nuestros ojos deben estar abiertos antes del casamiento y cerrados después. Ustedes los jóvenes, antes de casarse, pidan al Señor que El les dé ojos para ver todos los aspectos de la situación. Pero después de casarse, ustedes necesitan cerrar los ojos y ser ciegos. Es necesario ser una esposa ciega o un esposo ciego, quien siempre considera a su esposo o a su esposa muy querido. Si lo hacen, no se divorciarán.

Me sorprende cuando me entero de un hermano y una hermana que se casaron después de conocerse por muy poco tiempo. Uno no debe casarse de manera apresurada ni de repente. Ningún casamiento apresurado proviene de la dirección del Señor. Si hay un asunto que requiere la oración, es el matrimonio. Y si hay algo por causa del cual uno necesita presentarse al Señor, es el matrimonio. Preséntese al Señor junto con la persona con quien se va a casar, ofreciéndose en el altar como holocausto al Señor con respecto a su matrimonio futuro. Después de presentarse al Señor, busque Su dirección y espere en El un período de tiempo. Le exhorto a que espere por lo menos un mes. No se apresure. Como un hombre anciano con mucha experiencia, le doy el consejo de no darse prisa en este asunto. Incluso si se casa un año después, no hará mucha diferencia. Si el matrimonio con cierta persona es del Señor, El la guardará para usted. Uno no necesita apresurarse. Además, no escoja usted mismo, no haga su propia elección. Esté contento con la voluntad del Señor y con Su medida del tiempo. Esto le guardará de la posibilidad de divorciarse.

Repito, cuando uno ya está casado, tiene que ser ciego. Benditos los cónyuges ciegos. La esposa que trata de obtener una visión clara con respecto a su esposo, sufrirá, pero la que no trata de ver muy claramente, disfrutará de la vida. Para ella, el cielo es azul, el sol brilla y el aire es fresco. Ella no procura encontrar los defectos de su esposo; puede simplemente alabar al Señor por causa de su esposo.


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